La candidata presidencial del bloque de centroizquierda chileno, militante comunista, aborda los principales ejes de su propuesta. Habla de cambios paulatinos y tranquilos, de que “es hora de que la democracia chilena se complete con personas de todas las clases sociales” y denuncia machismo
Vía: El País |
Apenas el jueves se instaló junto a sus colaboradores en su nuevo centro de operaciones de campaña, en calle Londres, en el centro de Santiago de Chile, desde donde enfrentará esta nueva etapa de la carrera presidencial 2025. Jeannette Jara (51 años, Santiago), administradora pública, abogada y magíster en gerencia pública, recibe a EL PAÍS en su oficina del sexto piso, donde poco a poco ha instalado los recuerdos que le regala la gente. Milita en el Partido Comunista, PC, desde los 14 años. Pero luego de las primarias de la izquierda de hace cuatro semanas, donde obtuvo un 60% de los respaldos frente al 28% de Carolina Tohá (representante de los sectores moderados), Jara se convirtió en la candidata única del oficialismo chileno que arropa al Gobierno de Gabriel Boric, del que ella fue ministra del Trabajo. La noche de este sábado, además, la Democracia Cristiana, DC, decidió apoyarla. Esperaba esta decisión antes de anunciar, en breve, su nuevo comando.
Es la primera vez desde el retorno a la democracia en 1990 que el PC chileno tiene la responsabilidad política de conducir una coalición y Jara intenta ahora seducir a una mayoría social con un discurso amplio. Pese a los pronósticos, la izquierda de la mano de Jara se ha vuelto competitiva: las encuestas la muestran empatada con José Antonio Kast -el líder del Partido Republicano de la derecha extrema que intenta por tercera vez llegar a la Presidencia-, mientras que la carta de la derecha tradicional, Evelyn Matthei, hasta hace poco la favorita, está en tercer lugar. Pero quedan todavía casi cuatro meses de campaña para las elecciones del 16 de noviembre que, seguramente, tendrán balotaje. Es una competencia polarizada.
Pregunta. ¿En las primarias ganaron sus ideas o el electorado se deja guiar, más bien, por emociones, identificaciones y cercanías empáticas, como algunos analistas interpretan tras su triunfo?
Respuesta. Hay de todo un poco. Pero es evidente que en los análisis que se centran en mi simpatía o en mis habilidades de carácter, se omiten aspectos más integrales como las capacidades técnicas y de gestión demostrada o las habilidades políticas. Y no lo miro como un ataque personal, sino como algo que suele ocurrirnos a las mujeres en política. Recuerdo el caso de la presidenta Michelle Bachelet, donde también se debatía respecto de lo mismo: que ella ganaba porque era tierna y, la verdad, es una gran líder nacional e internacional. Al parecer en la sociedad chilena todavía falta mucho tiempo para que las mujeres seamos valoradas en nuestra integralidad.
P. Ahora no solo es la candidata del PC, sino de la coalición de centroizquierda. ¿Cuál es la diferencia?
R. La primera diferencia es que nuestro programa presidencial se tiene que construir con las visiones de todos. Esto no se trata de que uno pase por sobre otro, sino, por el contrario, de que se recojan con agrado aportes y miradas distintas, porque la sociedad chilena es diversa. Enamorarse de las ideas propias a algunas personas las puede dejar muy felices consigo mismas, pero yo estoy aquí para construir una mayoría social y política y ganar la Presidencia.
P. ¿Y en qué está dispuesta a transar usted y su partido para lograr esa mayoría?
R. Los contenidos del programa de Gobierno y cómo vamos a convocar, es un asunto que estoy viendo yo misma como candidata. En esto, el partido es uno más de toda la coalición y en eso quiero ser sumamente clara. De hecho, la resolución del PC fue que yo actuara con autonomía y así lo estoy haciendo y lo seguiré haciendo. No creo que haya aquí ningún partido por sobre otro en materia de la incidencia que pueda tener en la candidatura. Y los límites los marcará el debate y el sentido programático que se está empezando a dar desde ya y el sentido de realidad de lo que efectivamente podemos prometerle al país. A mí no me interesa ni hacer el mejor Gobierno de la historia -como alguna vez el expresidente Sebastián Piñera trató de instalar y no ocurrió- ni un Gobierno que venga a refundar todo. A mí me interesa hacer un buen Gobierno.
P. ¿Cuál es el momento de Chile?
R. Chile necesita tranquilidad, crecimiento, seguridad y, por cierto, atender a algunos temas sociales como la salud pública que es una olla a presión, y pretendo hacerme cargo. Chile necesita mayores niveles de eficiencia en la gestión pública y una modernización importante del aparato del Estado para atender mejor a la ciudadanía.
P. ¿Y cómo empujar el crecimiento de Chile, estancado hace más de una década?
R. El PIB tendencial de Chile está calculado en 1,8% de aquí a 2030, entonces el desafío es de gran magnitud. Necesitamos superar esa tasa proyectada de crecimiento. Y todos los diagnósticos coinciden en que Chile tiene que hacer ciertas incorporaciones para llegar con más tecnología a las empresas y mayor investigación y desarrollo. Pero hay asuntos más concretos que pueden ayudar a tener un mejor crecimiento y un buen Gobierno. Por ejemplo, es importante que los equilibrios macroeconómicos se mantengan, que no se dispare la deuda pública, que haya convergencia hacia la meta fiscal y que esto se haga con responsabilidad, tanto con las arcas fiscales como con la ciudadanía.
P. ¿Es posible ese equilibrio?
R. Es una combinación que requiere esfuerzos importantes en torno a cómo y dónde se ponen los gastos públicos. Además, todos los procesos de inversión pública deben acelerarse en su tramitación. Se ha discutido mucho sobre los permisos para el sector privado y no me cabe duda de que ahí hay que hacer una armonización que sea más eficiente. Pero también hay algo en torno a la inversión pública que, por la burocracia que debe cumplir, termina ejecutándose de manera muy lenta. Y como pienso que hay que atraer nuevos capitales, la racionalización de los permisos es relevante. Hay que pensar también en cómo incorporamos más valor agregado al desarrollo productivo del país. Pero ante la situación en que está Chile, veo una gran oportunidad. Hay áreas productivas que pueden desarrollarse de manera más fuerte.
P. ¿Igualar antes de crecer?
R. Lo dijo Fernando Carmona [un economista del PC que ya no está en su equipo] y fue una mala frase. Evidentemente, uno no puede igualar antes de crecer, o si no, estaríamos nivelando para abajo. Pero lo que no podemos es crecer sin mejorar las condiciones de vida de las personas.