Por: Marco Loayza Cossío |
En los últimos años y dados los avatares politiqueros que vive nuestro país, se escucha demasiado en las calles y plazas que los políticos de toda línea y nivel gubernamental, vienen realizando cada día actos sorprendentemente cínicos, es decir, muestran una conducta descarada, desvergonzada, mentirosa y hasta inmoral, donde valores tales como verdad, honor, justicia, honestidad, solidaridad, razón, etc., no entrarían ni soñando en su mente y práctica.
En atención al uso del sustantivo calificativo a nuestra fauna politiquera, es interesante adentrarnos a investigar el origen del término y ver cuan lejos este se encuentra de como actualmente lo usamos.
De acuerdo a la historia de la filosofía, la palabra cínico proviene del griego “cynos”: “perro”, esta escuela filosófica de la Grecia antigua se caracterizaba porque sus practicantes llevan un estilo de vida basado principalmente en el desprecio a las convenciones sociales, las normas jurídicas, un descontento patente a la cultura y la civilización. Los cínicos consideraron que la civilización corrompe a las personas y buscaron un modo de vida más simple y acorde con la naturaleza
El cinismo como escuela filosófica, cuando uno se adentra al análisis demuestra ideas y características que resultarían en la antítesis de la política boliviana, quizá regional y hasta mundial.
En primera instancia, aquella muestra evidentemente un desprecio por las convenciones sociales y las leyes, pero desde una óptica de plena autarquía como modo de vida individual y autosuficiente, en tanto, el/la político/a muestra ese mismo desprecio por la norma, pero basado solo en sus intereses de poder, económicos, gremio o clan. Cada día vemos como se pisotea la Constitución Política del Estado, como la ley es algo que se acata, pero no se cumple, observamos impotentes como se instrumentalizan las instituciones, ejemplos hay demasiados, referéndums que no se cumplieron, sentencias constitucionales hechas a la medida del jefazo, auto prorroga de magistrados/as que juraron cumplir la norma fundamental y ahorita descaradamente siguen sentados en sus despachos.
Otra característica de la filosofía cínica, es la igualdad, ya que sus practicantes tenían la idea de que todos los seres humanos pertenecen a una misma comunidad, sin distinción alguna, rechazando incluso toda nacionalidad o pertenencia a un grupo específico, mientras que nuestros/as políticos/as actualmente exacerban la diferencia, les encantan los antagonismos con el único fin de sacar redito personal. En ese su afán, por ejemplo, lo único que han conseguido es destruir el concepto de Estado Plurinacional comunitario, lo que aprovechan los de la vereda de enfrente para llamar el pasado que no debería volver.
Realmente interesante es la idea de la filosofía cínica sobre lo material, los cínicos creían que la abundancia material, ostentación, opulencia, era una de las mas relevantes herramientas de corrupción de la naturaleza humana. ¡Que peligrosa forma de pensar para la mayoría de la clase política que ama el dinero y el poder!, muchos/as de ellos/as solo ingresan a la actividad para eso; para muestra basta observar las encuestas de percepción sobre corrupción y transparencia, donde ostentamos desde hace muchas décadas lugares distintivos, siempre con medalla y en el podio, que pena que no sea en las olimpiadas o el mundial de futbol. Al respecto el ex presidente uruguayo decía que el responsable de la corrupción es la misma sociedad contemporánea que “de hecho nos tiende a educar que triunfar en la vida es hacerse rico, fuere como fuere”, y agrega respecto a los/as políticos/as “a los que les gusta mucho la plata habría que correrlos de la política porque la política es otra historia”, si una de servicio y entrega.
El filósofo cínico trabajaba para desenmascarar la hipocresía, luchaba para mostrar los vicios más oscuros de la sociedad, socapados bajo supuestos valores y leyes respetables. La mayoría de nuestros/as políticos/as al contrario muestran diversas caretas. No hay ciudad de Bolivia en la que no aparezcan grandes carteles de políticos afirmando entre amplias sonrisas que ahora todo será distinto, que el país crece, la economía esta pujante y creciendo, que hay dólares por todo lado, que la gasolina casi se regala, que habrá elecciones judiciales, que esta vez habrá justicia, seguridad y se eliminará la corrupción, que el pueblo quiere su regreso. Toda una sarta de mentiras que adormecen el pensamiento critico de la sociedad, pero ex no hay reacción.
En este punto me gusta una frase de Alfonso Palacios al respecto del cinismo y la hipocresía en la política. “El cinismo político implica por lo demás, la exaltación indiscriminada de la improbidad, de la práctica maliciosa y del doblez moral. Ocurre muchas veces que el político hipócrita no alardea de su incorrección, sino que siempre tiende al ocultamiento y a la circunspección cuando están al frente de los micrófonos y las cámaras de Radio y TV”.
El ejercicio y la práctica política positiva suponen la unión de diversos elementos para abordar problemas de orden social, económico, cultural, sociológicos, para lo cual debería suponerse una búsqueda de la verdad o por lo menos alejarse del error mediante un ejercicio epistemológico y dialectico, pero no, al parecer es pedir demasiado en nuestra realidad política boliviana, seria ideal se acerquen más al ideal de la filosofía cínica y dejen de ser cínicos bajo la concepción actual.
| Marco A. Loayza Cossío es abogado.