El secuestro, tortura y terrorismo de Estado demuestra la continuidad del régimen moderno colonial en las políticas racistas, refiere el autor.
Vía: Página Siete |
El 13 de marzo hemos recordado, con múltiples actos de homenaje patriótico, principalmente en el collado Killi Killi, el 242 aniversario del heroico cerco de Julián Apaza, Tupak Katari, a la ciudad de Nuestra Señora de La Paz. El objetivo estratégico de este cerco ha sido (así, en pasado pluscuamperfecto) la transformación radical y estructural del sistema mundo moderno colonial, que dominaba, explotaba, oprimía y reprimía a los pueblos indígenas. Y, por ello mismo, Tupak Katari fue secuestrado, torturado y descuartizado el 14 de noviembre de 1781 en la plaza de Peñas.
¿Después de 242 años de colonialismo y capitalismo ecocida, etnocida y genocida, ha cambiado en algo la situación empobrecida, pauperizada y racializada de los pueblos indígenas?, ¿por lo menos hoy se respetan los derechos económicos, sociales y culturales de los pueblos y comunidades indígenas?, ¿ha tenido y/o tiene algún efecto económico político la inmolación, el sacrificio y el cruel descuartizamiento de Julián Apaza, Tupak Katari?, ¿o es que más bien asistimos a la reactivación violenta de las flagrantes y sistemáticas vulneraciones de derechos?
La actual situación de secuestro, tortura, encarcelamiento y terrorismo de Estado que sufre abusiva e ilegalmente César Apaza, líder y egregio dirigente del Comité de Autodefensa de la Asociación Departamental de Productores de Coca (Adepcoca), es la más evidente e irrecusable demostración de la continuidad histórica del régimen moderno colonial en las políticas racistas, fascistas y extractivistas del régimen masista.
No hay espacio para relatar todo el martirio, el tormento, el padecimiento y la tortura física y psicológica que hoy mismo está sufriendo César Apaza en la cárcel de Chonchocoro. Por ello, vamos a limitarnos a relatar el primer secuestro de Apaza, que ha sido abusiva e impunemente perpetrado el 22 de septiembre de 2022, en los ambientes de Adepcoca (el segundo secuestro ha sido efectuado el 15 de marzo, en el Hospital de Clínicas, con la complicidad del director Jhonny Ayllón).
El 22 de septiembre, al promediar las 3:30 de la madrugada, César Apaza fue secuestrado, en la zona de Villa Fátima, por agentes de inteligencia, quienes lo golpearon, lo arrastraron en el vehículo al momento de su aprehensión y, una vez dentro el vehículo, lo continuaron golpeando, le lesionaron la mano derecha y le produjeron una luxación.
Según Página Siete, “el presidente del Comité de Autodefensa, César Apaza, fue torturado por la Policía al momento de ser aprehendido a las tres de la madrugada del jueves. El informe médico forense establece lesiones en seis partes de su cuerpo y determinó cuatro días de impedimento”.
Por instrucción de la Fiscalía se realizó el “reconocimiento médico forense” 12 horas después de la violenta aprehensión de Apaza. El mismo establece como antecedente del hecho una “agresión física por varias personas de sexo masculino en vía pública y (en la) Felcc... Recibió golpes de puño en la cara, cabeza, espalda, puntapiés en abdomen y pierna izquierda, y pisotón en la mano derecha”.
El certificado médico informa de lesiones en el lado derecho del mentón, cinco equimosis en el tórax anterior, dos equimosis en el tórax posterior, uno en el abdomen. También un edema en el dorso de la mano derecha y dos equimosis en la pierna izquierda.
La vicepresidenta de la Apdhb, Marina Vargas, después de visitar a Apaza en celdas de la Felcc de El Alto, expresó su alarma por la violencia ejercida contra él. “Ha sido brutalmente golpeado”, dijo la activista a Unitel y demandó respeto a su vida (23 de septiembre de 2022).
A propósito de las crueles y violentas torturas sufridas por César Apaza durante el secuestro, tenemos una declaración muy importante de la propia víctima:
“Un vehículo de color blanco, sin placa, se acercó sospechosamente a puertas del mercado. De ahí salieron ocho personas que directamente se acercaron para propinarme una brutal golpiza. En la puerta del mercado se aproximó un (auto) Town Ace, blanco, sin placa, y de sorpresa salieron entre seis a ocho policías. Y ahí me secuestraron, porque no me dieron a conocer el motivo de mi aprehensión o detención, fue directa, no me dieron tiempo a reaccionar, nada. Han puesto en riesgo mi vida, al llevarme la mitad de mi cuerpo fuera de la movilidad, porque yo me seguía resistiendo, han tenido que llevarme a rastras, colgado. Al llevarme a la Felcc, me han seguido puñeteando y pateando. En la Felcc me han entregado mi orden de aprehensión, pedí que me dieran la oportunidad de comunicarme con mi abogado, no me dieron. Producto de eso, me han pisoteado la mano y no he podido firmar, me han hecho firmar como he podido. Pero... Estamos, aquí, con vida, un poco mal, pero seguimos con vida, eso es lo más importante”. (Radio Fm Bolivia, 22 de septiembre 2022).
Lo más grave e indignante de estas flagrantes vulneraciones de derechos es que, después de dos siglos y medio de la inmolación de Tupak Katari, el corrupto y fraudulento régimen del MAS continúa secuestrando, torturando y encarcelando a los dirigentes indígenas originarios campesinos, como y principalmente César Apaza, a quien el gobierno procura matarlo para (como en el caso de Julián Apaza) “público escarmiento” y que nadie más ose reclamar por los derechos humanos y menos, mucho menos denunciar las violaciones, las injusticias y las corrupciones gubernamentales
Nos corresponde, por tanto, a la sociedad civil (más o menos) organizada indignarnos frente a tantas y flagrantes vulneraciones de derechos, así como revivificar el derecho fundamental a la vida y exigir la inmediata liberación de César Apaza. Si el régimen no lo libera, por sus delicadísimas condiciones de salud (está en peligro de muerte), querrá decir que evidentemente quiere matarlo. ¿Vamos a permitirlo?
“Corresponde a la sociedad civil organizada indignarnos frente a tantas y flagrantes vulneraciones de derechos”.