Antes del último choque entre Alemania e Italia en Mönchengladbach, por la Nations League, un grupo de fanáticos desplegó un lienzo que decía: "15.000 muertos para grandes estadios. FIFA y compañía no tienen conciencia. ¡Boicot a Qatar!". Fueron detenidos y luego liberados sin cargos por la federación alemana. El mensaje había llegado a destino.
Vía: RedGol |
Ya en 2013 se estimaba que habría unas cuatro mil muertes de trabajadores inmigrantes en Qatar, casi todos de países pobres como India, Bangladesh, Nepal, Sri Lanka, Pakistán, Filipinas y Kenia, y sometidos a una semiesclavitud: se les quita el pasaporte, trabajan hasta 18 horas diarias sin días libres y a pleno sol (hasta 50°C) y no pueden cambiar de empleo.
El diario The Guardian constató cifras con algunos de estos países y arrojó un número de 6.500 fallecidos hasta mediados de 2020. En esa ocasión, un experto en derechos laborales en Medio Oriente, explicaba que gran parte de los fallecidos había viajado a Qatar sólo por el estatus de trabajar en el anfitrión de una Copa del Mundo.
Pero nada dicen las autoridades cataríes. La gran mayoría de las muertes se debió a "razones naturales", y se determinó -sin autopsia- como un problema pulmonar o cardiaco. Además, las cifras no incluyen gran parte de la epidemia del covid-19, que pudo viralizarse dadas las precarias condiciones de alojamiento de los inmigrantes, en barrancones sin ventilación.
Todos antecedentes que pintan un escenario delicado en la antesala del Mundial. A 100 días del pitazo inicial y durante el mismo, se alzarán más voces críticas, pese al intento de acallarlas. Quizás quede esperar que el paso de la fiesta del balón permita cambiar las crueles condiciones laborales. Para que al menos, el sacrificio no sea en vano.