La primera se postula a la Presidencia por el Movimiento de Renovación Nacional; la segunda, será candidata a vice por Alianza Popular, el frente que encabeza Andrónico Rodríguez. Ambas emergieron del Movimiento Al Socialismo (MAS).
Vía: Infobae |
Solo dos de los nueve frentes que participan en las elecciones generales de Bolivia incluyeron mujeres en sus fórmulas presidenciales. Se trata de Eva Copa que postula a la Presidencia por su propio partido, Movimiento de Renovación Nacional (Morena); y Mariana Prado, candidata a la Vicepresidencia por Alianza Popular, el frente que encabeza Andrónico Rodríguez, quien fue considerado el “heredero político” de Evo Morales (2006-2019).
Ambas candidatas vienen de las filas del Movimiento Al Socialismo (MAS) y ocuparon cargos importantes dentro del Estado. Con orígenes sociales y académicos distintos, las dos postulantes se presentan como parte de la renovación de la izquierda boliviana y sus propuestas tienen más similitudes que diferencias: ambas buscan consolidar los avances sociales del MAS, pero hacer ajustes en la política financiera manteniendo al Estado como un actor protagónico de la economía nacional.
Eva Copa, del anonimato a los grandes titulares
La actual alcaldesa de El Alto nació en 1987, es la sexta de siete hermanos de una familia humilde y de vocación diversa: hay desde una enfermera hasta un cerrajero. Su formación política inició en la Universidad Pública de El Alto (UPEA) de donde se tituló como trabajadora social. Fue miembro del centro de estudiantes y desde ahí pasó a las listas del MAS para el Legislativo en 2014.
Fue elegida senadora, pero su gestión no destacó públicamente hasta casi el final de su mandato en 2019, cuando la crisis post electoral provocó la renuncia de Evo Morales y de todos los que lo seguían en la línea de sucesión constitucional.
Huérfanos de sus líderes políticos, los parlamentarios del MAS eligieron a Copa, de 32 años, como presidenta del Senado. La mujer que hasta entonces era desconocida a nivel nacional ocupó las primeras planas de los medios al ser una figura clave en la estabilización del país en medio de la convulsión política y social de aquellos días. La senadora viabilizó la ley de convocatoria a elecciones durante el mandato interino de Jeanine Añez, lo que le valió ser acusada de traidora por el ala radical de su partido. En medio de las críticas, ella defendió el haberse quedado a dar la cara cuando el país ardía y los padres de la patria huían.
“Copa fue la primera mujer del bloque popular que interpeló a Morales y se le ha parado de frente en un momento clave, ahí reside su principal capital político”, explica el analista político Carlos Saavedra. La entonces senadora ganó popularidad por haberse mostrado valiente y conciliadora en un momento en el que “el país necesitaba certezas”, apunta el experto.
Sin embargo, el haber pactado con el gobierno de Jeanine Añez le pasó factura con el MAS. En 2021, Morales la apartó del frente y le negó la candidatura a la Alcaldía de El Alto. Como un efecto bumerán, la estrategia del líder cocalero salió mal: Copa postuló con otro partido y arrasó en la votación.
En 2022 fue distinguida entre las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time y visitó Nueva York vestida de chola paceña, reivindicando sus orígenes y a las clases populares bolivianas.
Si bien logró mantener un capital simbólico importante, tuvo dificultades de gestión en una ciudad que tiene tanta población como necesidades. En paralelo creó su propio partido, con una sigla idéntica a la de Claudia Scheinbaum en México, y mostró una buena coordinación con el Gobierno de Luis Arce. De hecho, su candidato a vicepresidente y su jefe de campaña fueron colaboradores cercanos del presidente.
Con Morales la relación no ha hecho más que enfriarse. Si bien nunca hubo un trato cercano y sus encuentros se limitaron a unas pocas reuniones de bancada para tratar temas de gestión, a ella le molestó el haberse enterado de su renuncia por televisión, haber sentido “abandono” cuando se quedó a cargo de la Asamblea Legislativa y por ser desplazada del partido en las elecciones municipales.
Su nueva apuesta electoral no parece muy prometedora. Las encuestas le dan menos del 2% de intención de voto y su campaña política para las elecciones es un misterio, no ha hecho ningún acto de propaganda público salvo por algunas entrevistas televisivas.
Al parecer, la estrategia pasaba por ser la única opción de izquierda alternativa al MAS si Andrónico Rodríguez no era habilitado a las elecciones. Cuando faltan 21 días para la votación, las listas de Morena están abiertas y casi vacías: de los más de 300 candidatos al Legislativo solo tiene siete inscritos, lo que le da pie para anotar candidatos a último minuto porque la norma electoral lo permite en caso de inhabilitación.
Se sabe que hubo acercamientos con el evismo para canalizar esa fuerza política a través de Morena, pero su jefe de campaña, Iván Lima, afirmó que el acuerdo no incluiría a Morales. Sin embargo, hasta ahora no hay nada asegurado, ni siquiera la continuidad de su candidatura: según Lima, bajarse de las elecciones “es una de las posibilidades” que consideran ante su bajo desempeño en las encuestas y la falta de acuerdos entre los candidatos de izquierda.
Mariana Prado, la tecnócrata que se denomina “la nena del Estado”
Después de casi cinco años con un perfil bajo, la ex ministra de Planificación del Desarrollo del Gobierno volvió a la palestra pública. Mariana Prado, de 43 años, es la compañera de fórmula de Andrónico Rodríguez, el aprendiz de Evo Morales que tomó vuelo propio y ahora disputa la Presidencia.
Prado tiene una larga trayectoria en la gestión pública y créditos académicos. Se graduó de uno de los colegio más exclusivos de La Paz, es abogada y administradora de empresas con especialización en gestión pública y habla tres idiomas. Sus amigas de la escuela la recuerdan como alguien que “hacía todo bien”.
Conoció a Evo Morales en Francia cuando dio una charla en la Casa de América Latina poco antes de asumir la Presidencia por primera vez y ella era una estudiante Lengua y civilización francesa en una universidad afiliada a la Sorbona. Fue a escucharlo y tuvo la oportunidad de saludarlo al finalizar el evento. Diez años después diría en una entrevista que ese día sintió “su aura y su carisma” y que ser parte de su equipo le parecía “un sueño”.
Prado retornó a Bolivia en 2006 y pronto empezó a trabajar en la función pública. Pasó por algunos ministerios, por el directorio de la empresa estatal de aviación y la Vicepresidencia del Estado, donde fue jefa de gabinete de Álvaro García Linera, a quien considera uno de sus mentores. En 2018, a los 34 años, fue designada ministra de Planificación del Desarrollo por sugerencia del vicepresidente. “Casi el 80% de mi perfil ha sido orientado al sector público, he tenido experiencia en el ámbito internacional y algo muy reducido en el sector privado, pero soy una nena del Estado”, manifestó hace poco en una entrevista que se ha viralizado.
Tras la caída del Gobierno en 2019, Prado prácticamente desapareció del ojo público y mantuvo un perfil bajo. En el Gobierno de Luis Arce fue designada vicepresidenta de Fonplata hasta que su vida dio un giro en mayo de este año.
Estaba en Argentina cuando recibió la llamada de alguien del entorno de Rodríguez que le dijo que el candidato quería comunicarse con ella. Pensó que le pediría asesoramiento para su redactar plan de Gobierno y se sorprendió cuando la invitó a ser su compañera de fórmula. Se habían conocido cuando ella era ministra y él dirigente sindical de los cocaleros.
Prado retornó a Bolivia para reunirse en persona y la ex ministra puso dos condiciones para aceptar la propuesta: terciar con un partido que esté en línea con sus principios políticos y no hacer “nada contra Evo”. Con las bases sentadas, aceptó y empezó la tormenta.
En cuanto Prado asomó en el escenario electoral inició una campaña en su contra. La denuncia más mediática viene de una organización feminista que la acusa de haber “defendido” a un feminicida en 2018, cuando acudió a una citación judicial para testificar sobre la clase de persona que había sido con ella su ex novio, el acusado del feminicidio. Sus detractoras dicen que su asistencia a los tribunales fue un acto político por su posición de ministra. En su defensa ella sostiene que fue incluida en la lista antes de ocupar el cargo y que no testificó sobre el hecho en sí porque no lo presenció.
También enfrentó el rechazo de sectores que respaldan a la Alianza Popular y que posiblemente querían meter a su gente en un país acostumbrado a los cuoteos. Durante algunos días hubo incertidumbre y rumores de relevo.
El 28 de junio, Rodríguez y Prado aparecieron tomados de la mano en la proclamación de su candidatura, como dos sobrevivientes de una ola de ataques políticos y judiciales. En medio de algunas críticas, que han bajado de tono, pero no han cesado y que apelan incluso a su condición social; la candidata defiende su compromiso con el país, su perfil académico y su trayectoria en asuntos de Estado como sus mejores credenciales para dirigir el primer poder del Estado en un quinquenio que se anuncia conflictivo por la crisis económica y política que atraviesa el país.