Por: Manfredo Kempff Suárez |
La Policía Boliviana tiene como misión la defensa de la sociedad, la conservación del orden público y velar por el cumplimiento de las leyes, según dicta la Constitución. Pero, dice también, que no participará en acción política partidaria, ni deliberará. Sin embargo, la Policía se ha convertido en un instrumento de represión del gobierno de turno.
La acción de la Policía en Santa Cruz de la Sierra es como la de un ejército extranjero de ocupación. La ciudad está ocupada sin haber perdido ninguna guerra. Solo porque existe disentimiento contra lo que realiza el poder central y porque la conducta de innumerables agentes policiales deja mucho que desear, por vinculaciones con el narcotráfico y porque los hace ver involucrados en cuanto escándalo de mal olor sucede. Los cruceños (no los masistas) nos sentimos amedrentados por quienes deberían darnos protección y seguridad, como antaño.
Creemos que, en toda ciudad del mundo, salvo en algunas películas terroríficas, ver a un policía en la noche produce un sentimiento de seguridad, porque el individuo siente que está protegido. En Santa Cruz encontrarse con policías en horas nocturnas produce temor. Y desde hace algunos años, engendra pánico, sobre todo si la persona está conduciendo un vehículo. Porque será detenida y timada con la cantidad de dinero que sea, sin recibo alguno a cambio. Atraco puro y simple.
Pero, además, la Policía Boliviana tiene como función principal investigar a los opositores, amedrentarlos, y atacarlos cuando se le ordena. Protegen a los masistas y reparten palos a los opositores. Quienes son llevados a las celdas policiales son los adversarios al MAS y rápidamente puestos en manos de fiscales obedientes al gobierno.
En un Estado de autonomías, cuando la seguridad debería depender del Gobernador como antes dependía del prefecto del departamento, resulta que ahora su único jefe es el ministro del Interior. Solo a él se obedece, mientras se amaga con detener al propio Gobernador elegido por el voto popular. A simple vista es esto lo que podemos ver en nuestra ciudad: una institución del orden que responde solamente al poder y que abusa cuanto quiere, mediante malas artes, a la población. Lo peor es que nadie conoce a los agentes, porque para cometer tropelías se cuidan de que todos sean de cualquier lugar, menos cruceños. Es un ejército de ocupación sin rostro.
| Manfredo Kempff Suárez es escritor, diplomático y político boliviano.