OTRO AVIÓN IRANÍ ESTÁ EN VIRU-VIRU
Estaba programado que aterrice este miércoles en Ezeiza y el gobierno de Nicolás Maduro cambió el destino. Es de la aerolínea estatal venezolana, que por esta situación dejó más de 200 pasajeros varados en Buenos Aires.
Vía: El Clarín |
El vuelo VO9502 de la aerolínea estatal venezolana Conviasa que debía aterrizar este miércoles en el aeropuerto internacional de Ezeiza finalmente no llegará a la Argentina: fuentes oficiales consultadas por este diario explicaron que la operación finalizaría en Bolivia, donde estaba prevista la escala técnica, y sería una aeronave de aquel país la que completaría la ruta a Buenos Aires.
Según el plan original, el vuelo VO9502 de Conviasa tenía previsto arribar esta tarde en Ezeiza y regresar a Caracas a las 21.50, previa escala en Bolivia.
Pero nunca llegó a Buenos Aires y a última hora de este miércoles la aeronave seguía en el aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra, donde los más de 200 pasajeros que trasladaba no tenían certezas sobre el avión que finalmente los traería hasta Argentina.
En simultáneo, en Ezeiza estaban varados otros 250 pasajeros que tenían que volar hacia Venezuela en el avión que quedó en Bolivia y ahora deben esperar la aeronave que completará el trayecto desde Santa Cruz de la Sierra.
El escándalo en torno al avión carguero de Emtrasur retenido en Buenos Aires junto a los 14 venezolanos y cinco iraníes de la tripulación, investigados por el juez federal Federico Villena, obligó a cambiar el plan de vuelo de la aerolínea de Nicolás Maduro.
GUAIDÓ APUNTA AL TRÁFICO DE ARMAS
El presidente encargado de Venezuela ratificó además que Cornelio Trujillo Cantor, uno de los tripulantes de la aeronave, fue uno de los militares que encabezó un intento de golpe de Estado en 1992 junto a Hugo Chávez
Vía: Infobae |
En medio de la polémica por el avión venezolano-iraní que continúa retenido en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, vinculó el vuelo de la compañía Transportes Cargo del Sur (Emtrasur), una filial de la compañía Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáuticas y Servicios Aéreos (Conviasa), con el transporte de armamento avalado por el dictador Nicolás Maduro.
“Debe llamar la atención la configuración de la tripulación, el manifiesto de cargo, la vinculación con las fuerzas Quds, el transporte de armamento… Son muchas las denuncias que se abren con esto, y se refresca lo que venimos denunciando desde hace varios años en Venezuela”, aseguró Guaidó durante una entrevista concedida e Eduardo Feinmann y Jorge Lanata en radio Mitre.
LOS CIGARROS Y REPUESTOS PUEDEN ENCUBRIR ARMAS Y DROGAS.
El Boeing irano-venezolano forma parte del entramado de aerolíneas que maneja la fuerza de elite del régimen de los ayatolahs. Y su piloto fue directivo de Qeshm Fars Air, acusada de transportar armas de Teherán para el sirio Bashar al Assad.
Vía: Infobae |
Desde que llegó al poder en 1979 el régimen de los ayatollahs de Irán utiliza un enorme conglomerado de empresas para intentar burlar las sanciones internacionales por su carrera nuclear y el terrorismo. Son compañías que se van armando y cerrando de acuerdo a la necesidad política. Dentro de esta estructura, las más importantes son manejadas por los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRCG), creados para “proteger el sistema islámico y prevenir la interferencia extranjera”. Controlan cientos de empresas y un presupuesto de más de 12.000 millones de dólares. Manejan los contratos del Estado en las industrias del petróleo, gas y petroquímica, así como grandes obras de infraestructura. También las aerolíneas de pasajeros y de carga que utilizan para el transporte que necesitan sus empresas al mismo tiempo que trasladan armas y agentes operativos a las zonas en las que Irán tiene intereses.
“Usa aerolíneas pseudo-civiles para transportar armas a Siria, Irak o El Líbano. Y mezcla sus actividades. Puede llevar una carga legítima y otra que no lo es”, explica en el especialista Farzin Nadimi en su análisis para el Washington Institute. Es el caso de Mahan Air, la segunda empresa aérea iraní que opera en diez países y tiene divisiones tanto de pasajeros como de carga y hasta una escuela relacionada con la industria (Mahan Air University) con carreras que van desde Pilotaje y Hospitalidad Aérea hasta Bussines Management. Las agencias antiterroristas occidentales detectaron decenas de vuelos de esta aerolínea transportando armas a Damasco para el régimen sirio de Bashar Al Assad.
Mahan Air fue sancionada por sus actividades ya en 2011 y tiene prohibido aterrizar en buena parte del mundo. Opera vuelos internos y desde Teherán hacia Pakistán, Tailandia, India, Rusia, Irak, China y Turquía. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos redobló las sanciones contra esta empresa en julio de 2019 diciendo que “Irán ha recurrido habitualmente a las aerolíneas comerciales iraníes para transportar armas y material a lugares internacionales en apoyo de las operaciones terroristas patrocinadas por el Estado iraní¨. Y quien apoye esas operaciones se “enfrenta a posibles consecuencias civiles y penales por violar los programas de sanciones de la OFAC, la Oficina de Control de Activos Extranjeros, incluso por participar en transferencias no autorizadas de aeronaves de origen estadounidense o bienes, tecnología o servicios relacionados con ellas a Irán”.
En tanto, entre los especialistas se especulaba anoche sobre cuál podría haber sido la misión de este vuelo a una ciudad como Buenos Aires si es que se confirma que no trajo las autopartes para la Volkswagen como la empresa asegura. Y allí aparece la teoría de que el vuelo podría haber estado destinado a “evaluar la reacción de la seguridad argentina” como una prueba para un “trabajo” posterior.
Para evitar estas sanciones, Mahan Air y otras aerolíneas pseudo-civiles acuden a asociaciones con empresas de otros países y compran o venden sus aparatos para poder operar con otra bandera que no sea la iraní. Por ejemplo, Pouya Air, que tiene licencia de Sudáfrica y Qesham Fars Air, de Azerbaiyán. En este contexto es que aparece el Boeing 747-3B3(M), en configuración cargo, matrícula YV3531, que era propiedad de la empresa iraní Mahan Air hasta enero y fue transferida a Emtrasur Cargo, filial de la empresa estatal venezolana Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáuticas y Servicios Aéreos (Conviasa), también sancionada por la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Tesoro de los Estados Unidos, pero que le permite operar sin mayores problemas en un número mucho más grande de países. Es así como aterrizó el 7 de junio en el aeropuerto de Ezeiza.
El vuelo provenía de México y, supuestamente, traía a Buenos Aires partes para el armado de automóviles de la empresa Volkswagen. La compañía de origen alemán negó ser la receptora de ese cargamento. La justicia argentina estaría tratando de aclarar cuál es el verdadero motivo de este vuelo de una aeronave que está tripulada por cinco iraníes, al menos uno de ellos vinculado directamente con los Pasdaram, y 12 ciudadanos venezolanos, varios de ellos relacionados con el servicio de inteligencia bolivariano, el Sebin. El antecedente de haber realizado un reciente vuelo entre Ciudad del Este y Aruba para transportar cigarrillos paraguayos sólo aumenta las sospechas. Paraguay es el mayor exportador de cigarrillos de contrabando del mundo y la isla caribeña por donde salen hacia el lucrativo mercado de Europa. Y en esa ciudad de la Triple Frontera opera una red de negocios regenteados por agentes operativos del Hezbollah.
Esta es una acción regular para cualquiera que quiera planificar una acción de “seguridad controlada”, que puede ir “desde vuelos de transporte de carga fuera del circuito convencional hasta la entrada o salida de terroristas tras perpetrar un ataque”.
Pura teoría. Pero dentro de los márgenes posibles. Con el antecedente de los dos grandes atentados contra la AMIA y la embajada israelí ejecutados por agentes irano-libaneses, sumado a que en la Triple Frontera se congrega una fuerte comunidad de origen libanesa que los agentes del Hezbollah utilizan como retaguardia, fuente de recaudación y lavado de dinero, y la creciente actividad de los grandes carteles de la droga (desde el PCC brasileño hasta el cartel de los Balcanes) que al mismo tiempo realizan tráfico de personas y armas. En este contexto, el avión iraní/venezolano estacionado en Ezeiza se convierte en un pájaro de mal agüero.