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EL MODELO PRIMARIO EXPORTADOR COMERCIANTE EMPEZÓ A TOCAR FONDO

El reconocido analista económico y docente universitario, Gonzalo Chávez Álvarez, conversó con OH sobre la compleja coyuntura que atraviesa Bolivia. Chávez plantea un pacto de futuro para enfrentar lo que define como una situación grave y un cambio de modelo acorde a los nuevos tiempos.  

Texto: Rafael Sagárnaga L. | 


-Desde antes de la pandemia Covid-19, era evidente de que la economía boliviana estaba en problemas, en una virtual crisis. ¿Qué características tenía?

- El modelo económico boliviano, llamado, entre otras cosas, modelo primario exportador rentista, atraviesa una crisis estructural que se desarrolla en varias etapas. La primera crisis comenzó entre 2013 y 2014, cuando bajaron significativamente los precios de las materias primas (gas y minerales). Bolivia entonces dejó de exportar entre 3.000 y 4.000 millones de dólares. En ese momento se produjo una inflexión: se apaga el motor externo de la economía y el Gobierno enciende el motor interno de la economía con financiamiento local. 


Gonzalo Chávez Álvarez

Después, el gobierno activó el motor interno a través de mayor gasto público, sobre todo, con inversión estatal significativa en varios sectores. Para financiarse utilizó, primero, Reservas Internacionales (RRII), y, después, deuda externa, y deuda interna. No obstante el esfuerzo financiero, en el año 2014 comenzó la desaceleración de la economía. En 2013, la economía boliviana creció un 6,8 por ciento, un crecimiento notable comparado con periodos anteriores. Pero, a partir de 2014, va disminuyendo a 5, a 4 y, poco a poco, en degradé. 

El crecimiento de la economía, el año 2019, antes de la salida de Evo Morales, ya registraba tan sólo un 2,2 por ciento. Entonces la economía ya estaba en crisis. Esta no aparecen cuando se está en fase terminal, sino cuando se va desacelerando el crecimiento y se deterioran ciertos indicadores macroeconómicos. Por ejemplo, se registran los déficits gemelos, el agujero comercial que provocó el déficit público. 


-Déficits gemelos son señal de desaceleración de la economía, ¿no es cierto?

- Primero surge el déficit comercial. Como no se pude cubrirlo, se comienza ha aceptar mayor déficit público para contrarrestar ese déficit entre exportaciones e importaciones. Así, se registra el déficit gemelo. El déficit público boliviano se remonta al 2014, y este año vamos a cumplir 9 años de agujero fiscal continuo. 


- ¿Y cómo el Gobierno justifica esos indicadores en su discurso que, como se sabe, siempre ha tenido un tono exitoso?

- El Gobierno sostiene que el déficit público es como el colesterol hay del bueno y del malo.  El déficit bueno sería aquel que surge cuando hay inversión pública en infraestructura, por ejemplo. Se sostiene que esa inversión, en algún momento, va a rendir algo, como impuestos. Por lo tanto, ellos dicen, no debía ser considerado como un problema porque va a tener su retorno.  Pero el grueso de la inversión pública es de dudosa rentabilidad. Aeropuertos donde llega un avión al mes, palacios, canchas de futbol, museos, carreteras que no conectan polos productivos, empresas públicas de cuestionable rentabilidad como San Buenaventura o Quipus.

Se considera un déficit malo al gasto corriente excesivo en salarios, propaganda innecesaria, viajes inutiles…o sea, en el uso diario de la máquina estatal para hacer políticas de cortísimo plazo sin sustento. El oficialismo sostiene que tiene bajo control este tipo de déficit. Entonces las autoridades del Gobierno dicen: “Sólo hemos tenido déficits buenos”. Los hechos de la realidad, muestran que las inversiones no tienen retorno. A rigor, el tema del déficit público bueno es una cortina política que oculta malas inversiones y un Estado obeso que tiene más de medio millón de funcionarios. 


-¿Cuánto se agravó ese panorama con los golpes de la pandemia, primero, y, luego, con la guerra en Ucrania?

-Entre 2013 y 2014 se da la primera inflexión. Luego, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) baja significativamente a 2,2 por ciento en 2019 y ahí viene la fuerte crisis de la pandemia, la cuarentena y mal gobierno de Añez. Todo eso hizo que, el año 2020, la economía cayese al fondo del pozo con un - 9 por ciento de decrecimiento y el deterioro, de larga data, de varios indicadores económicos.  

Por ejemplo, la pérdida de Reservas Internacionales (RRII), entre 2014 y 2019, fue cercana a los 8.500 millones de dólares. Fue la caída más grande de RRII. Después los gobiernos de Jeanine Añez y de Arce Catacora usaron otros 2.500 millones de las RRII. Ahora las RRII están muy bajas, llegan a más o menos 4.500 millones de dólares, de los cuales más de la mitad está en oro y otro poco en divisas. Y como mencionado arrastramos hace muchos años deficits comerciales y fiscales. Ahora, desde una perspectiva más estructural tenemos una reprimarización de la economía, una Estado ineficiente, un híper crecimiento del sector informal, baja productividad y la destrucción del medio ambiente. 

En suma, vivimos una crisis de coyuntura, pero también estamos frente al agotamiento estructural del modelo primario exportador - comerciante.  El modelo es un muerto que se olvidó de caer. 


- ¿Cuáles son los problemas estructurales del modelo primario exportador comerciante que han implementado los gobiernos del MAS?

- Este modelo, conocido también como modelo rentista, basa casi toda su fuerza económica en la suerte de tener más ingresos vía precios elevados de las materias primas, en la distribución populista de rentas y en la inversión pública ineficiente. Esta última subió significativamente. Antes del 2006 no pasaba de los 600 millones de dólares, pero en el auge de este modelo, año 2014, llegó a 5.000 millones. Pero este modelo precisa de un financiamiento que no lo genera el propio aparato productivo, sino que viene de alguna mejora en el sector externo o del gasto de ahorros internos. 

Cuando entra Evo Morales al poder se sacó dos loterías: el incremento brutal los precios de las materias primas y el perdonazo de la deuda externa. En esa época el barril de petróleo llegó a costar más de 100 dólares y el gas llegó a 10 dólares el millón de BTU. Los minerales y la soya también aumentaron notablemente sus cotizaciones. Entonces entre 2006 y 2014, Bolivia recibió una renta adicional superior a unos 60 mil millones dólares. Eso, en precios actuales, equivale a un PIB y medio.

La segunda lotería es muy significativa: en 2005, la deuda externa boliviana equivalía al 65 por ciento del PIB. Cuando llegaron los perdonazos de los países desarrollados y organismos internacionales, en el 2007, esa deuda bajó al 17 por ciento del PIB. O sea, Morales llegó al poder en una situación envidiable. Pero, pese a tener todos esos recursos, no se realizó una transformación productiva y se ahondó en el populismo extractivista y rentista. Se profundizó la idea de que Bolivia sólo debe depender de los recursos naturales como el gas, minerales, soya, y del circuito coca cocaína. En torno a los recursos naturales, se creo un capitalismo estatal de amiguetes.


-¿O sea que, pese al discurso del Gobierno, nuevamente la industrialización cayó casi a fojas cero?

- No se usaron esos inmensos recursos para una mayor diversificación productiva. La industrialización del Gobierno no funciona. Se habló mucho de la industrialización del sector minero, pero se hicieron cuatro lingotes en Karachipampa. Se habló de la industrialización del gas, pero recién en los últimos cuatro años comenzó, muy precariamente, a funcionar la producción de urea. Es una industrialización de los recursos naturales. Es la tentativa de hacer la primera revolución industrial que comenzó en Inglaterra, con 200 años de atraso. No es una industrialización que vaya por la diversificación de la producción y de las exportaciones. Y no hablar de implementar la segunda industrialización (producción en masa, línea de montaje), tercera industrialización (informática) o cuarta industrialización (grandes datos y transformación digital). Bolivia hace 50 años vende afuera 5 productos primarios. Su conocimiento colectivo está estancado. Como sociedad no sabemos mas que producir recursos naturales.


-¿Qué otros problemas estructurales tiene este modelo?

- A eso voy. El populismo rentista genera recursos que en buena parte son capturados por el Estado. Genera muchas rentas y organiza a la sociedad de los socorros mutuos entre grupos de interés y políticos. Es el capitalismo de amiguetes y rentistas. Comienza a gestionar rentas vinculadas sobre todo a la bonanza externa. Esas rentas las comienza a distribuir entre ciertos grupos a cambio de lealtades políticas y sometimiento. Es el populismo económico en funcionamiento.  

Hay varios tipos de rentas que se gestionan desde el Estado. La renta del gas es distribuida a gobernaciones, municipios, universidades y diversos bonos. Luego se halla la renta minera que el Estado no captura con impuestos, sino que, más bien, establece tasaciones muy laxas, muy bajas, que beneficia a ciertos sectores de la minería, como los cooperativistas. Se dice que hay entre 200 mil y 250 mil cooperativistas mineros que se benefician de estas rentas. Este tipo de minería es cuestionada impactos ambientales negativos. También está la renta del circuito coca-cocaína que es capturada por ciertos productores de la hoja. 


- ¿No ha generado eso una, digamos, provechosa dinámica económica interna en el especial en el comercio?

Todos los sectores mencionados generan una renta brutal. Una burbuja de consumo pero no desarrollo económico. Las rentas señaladas, que provienen tanto del sector público como del privado, son metidos a la economía en base a diversas políticas públicas pero también gastos privados. Pero, aquí viene la creación y distribución renta más importante, la renta comercial.  Esta también la administra el Estado manteniendo un tipo de cambio nominal fijo (6,86 para la venta y 6,96, para la compra del dólar). El tipo de cambio se mantiene invariable hace 11 años. Pero el tipo de cambio real está apreciado lo que fomenta las importaciones legales e ilegales y perjudica las exportaciones, especialmente las no tradicionales. 

Las importaciones legales pasaron de 2.000 millones de dólares, en el 2006, a 10 mil millones de dólares en 2014. Pero además, en 2020 y 2021, siguen siendo muy elevadas, 9,500 millones. Si a estas importaciones legales le sumamos, muy modestamente, unos 2.000 millones de importaciones ilegales, de contrabando, estamos hablando de un sector comercial, que entre lo legal y lo ilegal, mueve más de 12 mil millones de dólares, el doble de lo genera ahora la mineria y 6 veces más grande que las exportaciones de gas en la actualidad. Esta es una renta gigantesca que crea y gestiona el Estado. En este sector están empleadas o son cuenta propistas cerca de 2,5 millones de personas.  Muchos de estos empleos y trabajos son de muy mala calidad (no tienen jubilación ni seguro médico), ahí está la nueva riqueza que se ha generado en el país, ahí está la nueva burguesía comercial. Pero también ahí está el gigantesco sector informal de muy baja productividad. Lenin se habría equivocado en Bolivia. No es el imperialismo la fase superior del capitalismo, sino la informalidad. Nos es casualidad que el 80 por ciento de los trabajos se generen en el sector informal.    

      

-¿Qué logra el Gobierno al mantener esta renta tan grande?

- Todas estas rentas, sobre todo la comercial, son gestionadas por el gobierno populista, este coloca el dinero y deja que el mercado informal cree trabajos, empleos de baja calidad y empredimientos de sobrevivencia. Además, el Gobierno usa el tipo de cambio para que la gente compre cosas baratas de afuera. Eso le ayuda a bajar la inflación y mejorar el ingreso pero sin generar producción. Entre 12 mil y 13 mil millones de dólares comienzan a circular en el circuito comercial, pero buena parte de ese dinero va ha reactivar el aparato productivo, pero de Chile, Peru, China, Argentina, el dinero se va afuera, y por supuesto, esto mata la producción interna. 

Ahora bien, todas las rentas vienen de afuera o del gastos de ahorros internos. El capitalismo rentista, el sistema de socorros mutuos (dinero por apoyo político), el capitalismo de amiguetes sólo funciona sí hay recursos externos. 

Además desde una perspectiva estructural, la informalidad mata el capital humano. La economía comercial e informal atrae a nuestras ciudades a gruesos sectores del campo, especialmente en el occidente. Ahora, el 70 por ciento de la población vive en las ciudades y el 30 por ciento en el campo. Hace 50 años era al reves. En este modelo, crea un sistema de incentivos que expulsa a la población económicamente activa - de un sector considerado de menor productividad, el agrícola – a un sector de menor productividad aún que es el informal. En la informalidad, es donde desaparce el premio a la educación. Para sobrevivir en el sector informal no necesitas estudiar.  Así el promedio del capital humano se deteriora. La economía no puede aumentar la productividad, menos realizar actividades que necesitan mayor educación y conocimiento. Si a esto sumas el apagón educativo, debido a la pandemia, el gople al capital humano es feroz, no se cuenta con el factor de producción clave para las nuevas economías digitales y de servicios. 


-¿Y en ese escenario a qué apela el Gobierno? ¿Deuda?

- No se han creado otras actividades, otras industrias, otros sectores productivos internos o externos que sustituyan al gas, los minerales o la coca. Por supuesto ni hablar de transmación tecnológica o digital en la economía boliviana. Entonces para mantener el modelo económico actual se sigue perdiendo reservas internacionales, se necesita que nos presten plata de afuera o internamente, o de soportar un déficit público elevadísimo. Estas fuentes financiamiento se están agotando. El populismo rentista no es sotenible.

El deterioro del sector exportador es grave y tiene que ver con el fin del ciclo del gas. En 2014 exportábamos más de 6.000 millones de dólares en gas natural a Brasil y a Argentina e importabamos 1.000 millones de derivados del petróleo. El superavit era de 5.000 millones de dóalres. Ahora exportamos 2.250 millones. Se bajado casi a un tercio. Y no es tan sólo un problema de precios, sino de cantidades. Antes producíamos 65 millones de metros cúbicos de gas diarios, ahora estamos en alrededor de 40 millones. Con la nacionalización, el gas se hecho gas.

El otro problema es que importamos más diésel, gasolina y derivados del petróleo por un valor de 2.210 millones de dólares. En 2021, el superávit en el sector energético fue tan sólo de 40 millones de dólares. Lo que nos salvó fue otra vez la minería, que estaba en 2.000 a 3.000 millones volvió a subir a más de 5.000 millones de dólares. La exportación de soya también mejoro. Esto ayudará en el corto palzo,  pero caminamos en círculos, con una economía muy vulnerables frente a los mercados externos.


-¿No se tradujo este modelo económico rentista en mejoras en los indicadores sociales?

-Como no hubo diversificación productiva, la mayoría del empleo creado es de muy mala calidad en el sector informal. Probablemente mejoraron los ingresos. Si medimos pobreza en base a ingresos, sí hubo avanzaces pero en base a la infromalidad y bonos. Con esto el gobierno hace mucha publicidad. Pero si se mide pobreza de una manera más amplia, que incluya servicios de educación, salud, saneamiento, derechos de libertad, etc, no se avanzó significativamente. 

Ahora que los recursos internos están agotados, se apela  a la deuda externa. Quieren buscar plata de afuera y no lo consiguieron renegociar 2.000 millones de dólares deuda privada externa y sólo recompraron 850 millones a precio muy caro. La deuda interna, que viene básicamente de las AFP,  está en su límite y el déficit público es elevadísimo. Las RRII ya están tocando fondo. La mejora de los precios de la minería y la soya daran un respiro, pero no debemos perder la perspectiva de que estamos frente al agotamiento estructural del modelo primario exportador comerciante y depredador del medio ambiente. 


-¿Y qué se debería hacer para superar esta situación?

- El primer paso sería reconocer que el paciente está en terapia intensiva. Pero hay un discurso triunfalista que asegura que vamos bien. El Gobierno dice que hasta el año 2019, la economía iba maravillosamente. Luego afirma que vino “el golpe” y destrozó en 11 meses esa fortaleza que teníamos. Por lo tanto, dicen, dado que ahora volvieron los buenos de la película, hay que repetir lo que estaba funcionando antes como si nada hubiera pasando en el contexto externo. Y, sostienen: “Miren que la economía ya está creciendo al 6 por ciento”. 

Sin embargo, no ven que estamos frente a un rebote estadístico. Nos cayó una bomba con la pandemia, la cuarentena y el mal gobierno de Añez. Si imaginamos la economía boliviana como un edificio de 40 pisos, hasta el 2019 crecíamos de la planta baja para arriba, dos, tres, etc. pisos. Con la crisis, la economía boliviana cayó al sótano menos 9. Si crecimos al 6% en el 2021, sólo subimos 6 pisos, por lo tanto, todavía estamos en el sótano menos 3. Una cosa es crecer desde la planta baja y otra desde el subsuelo  menos 6.  

La economía boliviana ha cambiado y el contexto internacional también. Hay que reconocer. Han surgido nuevas oportunidades como la economía naranja, los servicios, la digital. Por lo tanto, el primer elemento de cambio es salir de la zona de confort del populismo extractivista y construir el futuro y no repetir los mantras de un modelo que esta muriendo, como el programa de la sustitución de importaciones de los años 40.


-¿Qué características debería tener ese nuevo modelo?

- Se debe pensar en un desarrollo inteligente, inclusivo, verde, cuyo centro aglutinador es el capital humano. La narrativa para orientar a los agentes económicos, las empresas, los jóvenes y a la ciudadanía no puede ser la de revivir a un muerto, como el modelo primario exportador. Se trata de construir una nueva visión que entienda que hay una  nueva geografía en construcción. En la vieja economía Bolivia estaba al lado de Argentina, Chile o Perú . Todo el comercio se realiza por tierra, mar o por tren.

Pero ahora, Bolivia podría tener nuevas fronteras, está al lado, por ejemplo, de la India, EEUU o la China, porque en el nuevo territorio del ciberespacio las cosas han cambiado. Cochabamba está al lado de Bangalore o de Barcelona, en la ciudad del valle están las empresas de software más importantes del país. Entonces estamos frente al desafío de construir una nueva narrativa del desarrollo, imaginar un nuevo imaginario tecnológico y productivo. 

Hay que cambiar los sueños de lo que se quiere hacer y no insistir, por ejemplo,  con la industrialización de nuestros tatarabuelos, como la sustitución de importaciones. No se puede querer la realización de la primera revolución industrial con 200 años de atraso. Ahora estamos en la cuarta revolución industrial y hay que ver cómo llegar hasta ella.    


-¿Cuál podría ser la base de ese avance acelerado hacia la cuarta revolución industrial?

-El litio debería ser la última frontera extractivista y la primera de la cuarta revolución industrial. Se podría dar saltos cuánticos en tres niveles correspondientes a las revoluciones industriales. Se tendría que crear, en torno del litio, un cluster, un conglomerado del crecimiento, de la economía tecnológica, de la innovación de la economía digital. 

No sólo se tendría que vender el litio hecho batería u otro producto procesado, sino otras formas de energía. Pero además se debería atraer al altiplano boliviano nubes del internet, convertirlo en un nuevo espacio del territorio inteligente. En décadas pasadas se soñaba con convertir a Bolivia en el gran distribuidor de gas natural en la región, algo que se logró parcialmente. Igualmente, se debería soñar con convertir al país ahora en el hub de la economía digital. 

Que desde Bolivia ahora se distribuyan datos, el nuevo petróleo del mundo, para los vecinos y para varias partes del mundo. Para ello tenemos diversas ventajas comparativas en relación a la ubicación, condiciones climáticas, altura, energía, etc. A partir de ello, Potosí, Oruro, La Paz y Sucre podrían convertirse en polos tecnológicos y no sólo de eso, sino también de economía creativa en base a cultura, historia, etc.  ¿Se imaginan atraer a Gloogle o Amazón al altiplano boliviano? Que instalen sus servidores a 5.000 metros de altura para aprovechar el frio para refrigerar sus servidores y que les vendamos energía eólica y solar para que funcionen y que desarrollemos polos tecnológicos propios. Que integremos las baterias de litio estos conglomerados. Que nuestros jovenes, preparados en bootcamps, trabajen en estos distritos tecnológicos. En el Oriente y valles bolivianos debemos apostar en ser una potencia en alimentos.


-Algunos pensarán que es algo demasiado futurista. ¿Hay ya algo parecido en la región? 

-En la Quiaca a 5.000 metros de altura, a 15 kilómetros de Villazón, Amazon prevé instalar su primer servidor en América Latina. Para abastecer de energía a este complejo en Jujuy, los argentinos instalaron un parque solar de 200 megawatts.  Eso ya está llegando y, además, hay una enorme oportunidad. Debido a la guerra, muchas empresas se saldrán de Rusia, otras ya no quieren estar en el Asia. Están buscando nuevas regiones por nuevas empresas que implicará inversión extranjera directa de calidad. 


-¿Y qué se debería hacer en el corto plazo para enfrentar esta creciente crisis?

-Es deseable un gran pacto de futuro y por la vida, aunque no soy optimista con nuestra clase política que es guerrera, autoritaria y no concertadora, en especial los que están en el poder.  Pero hay que insistir que debemos re encontrarnos en mejor salud, mejor educación, en más emprendimiento, en más tecnología, en mayor productividad, en resolver los problemas de exportación, etc. Para sobre vivir y avanzar, tenemos que hacer nuevas cosas, porque lo que estábamos haciendo se está agotando.  Es un camino de sobrevivencia que lamentablemente nuestra clase política no quiere seguir. La polarización nos hace retroceder. Son los jóvenes que tienen que lidear el cambio de actitud y el nuevo modelo.

Si no lo hacemos colectivamente, en un mundo tan competitivo como el actual, será difícil. En el corto plazo, tenemos que cuidar de nuestras RRII, resolver al déficit público, impusar las exportaciones, darle un poco más de oxigeno al sector gas, agroindustria y las pequeñas empresas, cortar el gasto público y reducir el sector público con su más de medio millón de empleados públicos. Hay que hacer mucho de eso para reencaminar la economía en vez de pensar que simplemente se debe reproducir el pasado.   Pero lo más importante es construir una nueva narrativa de desarrollo y colgar espejos en toda Bolivia, para enfatizar que lo mejor que tenemos somos nosotros, el calital humano.   Toda la política pública debe girar en torno a la educación y las ideas.

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CABILDEO DIGITAL: EL MODELO PRIMARIO EXPORTADOR COMERCIANTE EMPEZÓ A TOCAR FONDO
EL MODELO PRIMARIO EXPORTADOR COMERCIANTE EMPEZÓ A TOCAR FONDO
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