Por: Amalia Pando |
Fue la primera victoria en las urnas sobre la pretensión de Evo Morales de perpetuarse en el poder. Desde ese 21F de 2016, el candidato a dictador ha hecho de todo lo imaginable para aferrarse al poder, incluso llevó a Bolivia al borde de la guerra civil, pero perdió, está fuera y cada vez más lejos de recuperar su trono.
Convertido en un cadáver político no lo quiere nadie ni siquiera su propio partido, el MAS. No solo eso, ha entrado en la mira de la DEA y el pronunciamiento de apoyo de parte de sus exministros solo refleja el temor de Evo Morales a compartir el destino de Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras, enmanillado, detenido y camino a Estados Unidos para un juicio por narcotráfico.
GRANDES TRIUNFOS Y UNA DERROTA FATAL
En estos últimos seis años la oposición a Evo Morales ha tenido muchas victorias, algunas colosales como haber derrotado el fraude electoral y haberlo visto renunciar y huir del país.
Sin embargo, el MAS sin Evo Morales volvió a ganar las elecciones en octubre de 2020 y esa fue una derrota política dolorosa para la oposición que se va ahondando con la represión y también con el transfugio político.
LA CORRUPCIÓN
La colosal revolución de “Las pititas” derrotó a Evo Morales pero no a su partido, el MAS, que recuperó el poder gracias a un año de pandemia, es decir, de empobrecimiento económico, y de un gobierno de Transición cuyos actos de corrupción, fueron la sepultura de la oposición que además muy confiada enfrentó dividida al MAS.
Sea cual fuere la explicación, Luis Arce tomó el gobierno y Evo Morales retornó al país para darle ordenes de cómo gobernar.
Sin embargo, cuatro meses después, en marzo del año pasado, la oposición ganó la mayoría de las gobernaciones y alcaldías de las capitales del país. Y en los últimos meses de su primer año de gobierno, Arce retrocedió varias veces frente a la movilización de los cocaleros de los Yungas y el paro nacional de nueve días contra un aberrante paquete de leyes.
PALO Y ZANAHORIAS
Luis Arce se ha transformado en un dictador a punta de violar la Constitución para castigar a los opositores emblemáticos de la resistencia democrática. Usando jueces, fiscales y grupos de choque, empezó con la expresidente Jeanine Añez, pasó a los militares y policías, siguió con los activistas de la Resistencia Cochala y cívica, para luego desafiar a los potosinos con la detención de Marco Pumari y a los cruceños con el juicio contra su principal dirigente Rómulo Calvo y en cualquier momento también caerá el gobernador Luis Fernando Camacho.
El gobierno también se ha mostrado muy eficiente en revertir sus derrotas electorales a través de un mecanismo delictivo que es el transfugio.
En la Asamblea Legislativa, maletines de por medio, logró que media docena de parlamentarios de Creemos y de Comunidad Ciudadana se pasaran al bando oficialista y son los únicos “opositores“ que el MAS acepta en las mesas directivas de las comisiones legislativas.
Así mismo, parte de los alcaldes y gobernadores electos hace un año con el voto opositor ya están en los brazos del oficialismo, lágrimas de por medio, como Eva Copa y el Alejandro Unzueta, gobernador del Beni.
En otros casos, no se han pasado al oficialismo, pero también anotan puntos contra la oposición. Unos por actos de corrupción y otros, como el Tata Quispe que aparecen en fotos dando besos a mujeres que no son sus esposas o perdidos en el alcohol como Santos Quispe, el gobernador de La Paz.
A todo esto, se suma las pugnas entre caudillos regionales o aspirantes a caudillos. En Santa Cruz cruzan acusaciones de corrupción entre L. F Camacho y Rubén Costas y en La Paz entre Iván Arias y Luis Revilla.
OTRA OPOSICION ES POSIBLE
En 2021, tanto en las urnas como en las calles se agotó toda la fuerza que le quedaba al liderazgo opositor surgido en 2019. Para enfrentar y triunfar sobre la dictadura del MAS, tiene que surgir una nueva camada de dirigentes de la oposición en la que se pueda confiar y que pueda organizar una alternativa creíble de poder.
No es que se empieza de cero. Hemos pasado por una etapa de natural depuración interna. Los tránsfugas se han ido y los corruptos y colaboracionistas están a la vista. Sin embargo, quedan muchos extraordinarios combatientes por la democracia, Amparo Carvajal, los parlamentarios de CC y Creemos, muchos activistas cívicos, sindicales y vecinales que por la fuerza de los acontecimientos tendrán que reagruparse y ponerse a la cabeza de los nuevos desafíos. No será mañana ¡pero será!