Por Johnny Nogales, abogado.-
Como para demostrar quién tiene la fuerza y el poder, el MAS ha movilizado a sus huestes tanto en la calle como en el Parlamento.
Hace una semana que los bloqueos intentan paralizar al país. Ni ruegos ni negociaciones logran que se levante una exigencia estúpida: Que las elecciones se realicen el 6 de septiembre. Con semejante argumento, se han segado decenas de vidas humanas, se pretende dejar sin alimento a la población, se provoca hostilidad y violencia, y se han realizado actos de barbarie increíble, vejando mujeres y jóvenes e impidiendo el paso de oxígeno y medicamentos. El despliegue de salvajismo se agrava cuando blanden armas de fuego, en escenas caricaturescas que moverían a risa si no contuvieran la amenaza de romper la convivencia pacífica.
El motivo de fondo es, sin duda, distraer la atención de las transgresiones que inhabilitarían a su candidato y evitar la suspensión de su agrupación por el ominoso fraude del año pasado... y lo están logrando.
En el afán de mostrar que son capaces de todo, los jerarcas del MAS instruyen otras agresiones más a la democracia: Con genuflexa eficiencia, la Asamblea Legislativa Plurinacional aprueba a toda marcha tres leyes que desafían al Poder Ejecutivo y dejan en claro quién está gobernando.
Ponen en riesgo el sistema financiero del país con la decisión unilateral de diferir la cancelación de adeudos bancarios hasta fin de año. Al mismo tiempo, determinan el pago de un Bono Contra el Hambre de 1.000 bolivianos, que es el doble de lo que pretendía otorgar el Ejecutivo, en acatamiento a la decisión del ex ministro y postulante presidencial masista.
Ambas tienen fines claramente electoralistas. La campaña es más urgente que la vida de las personas. El voto es más importante que la salud. La angurria de poder es más grande que la estabilidad del país.
En el cierre de este circo, como resultado de un trato consigo mismo (el MAS del legislativo y el MAS de la Central Obrera Boliviana y del Pacto de Unidad) no se quiere poner fin al conflicto y tramposamente se establece el 18 de octubre, como fecha “máxima e improrrogable” para los comicios. Así deja la puerta abierta para que siga la presión de sus bloqueadores por adelantar el día del voto y traslada la decisión al Tribunal Electoral, donde actuarán, de seguro, sus camaradas.
Se alza, pues, la amenaza de una segunda parte, aún más autoritaria, sañuda y revanchista, a cargo de un grupo delincuencial que fue sacado del Palacio Quemado, pero nunca dejó el poder: Son los que verdaderamente gobiernan Bolivia.
¡Sólo la unión de los líderes genuinamente demócratas y nuestro voto consciente nos podrán salvar de semejante destino!