Por: Carlos Federico Valverde Bravo
El periodista argentino Horacio Verbitsky escribió, en tiempos del presidente Carlos Menem, un libro con ese título (sin el signo de interrogación); atribuyó al entonces ministro José Luis Manzano la frase: “Yo robo para la corona”, frase que habría mencionado el 1989. Aunque Manzano negó haber dicho tal cosa (de hecho, hoy es un “próspero” empresario arrimado al esquema “K”) la frase quedó como un símbolo del “modelo de la corrupción” de los últimos años del siglo pasado en Argentina.
Da la impresión de que, a 30 años de aquello, el mecanismo parece haberse urdido en alguna oficina del poder político en Santa Cruz de la Sierra, cuando encontramos en las declaraciones “voluntarias” de Hubert Gil Antelo, de fecha 14/05/19, el mismo sentido del texto de Verbitsky, dado que, pese a que Gil y su cómplice W. Vaca reconocieron haber robado entre 7 y 10 millones de dólares burlando el sistema Cotas en Cuotas, habría “recuperado muy convenientemente” la memoria y en una declaración “ampliatoria y voluntaria” decidió cambiar de estrategia acudiendo a un fácil expediente que siempre será provechoso para cualquier delincuente: ligar la cooperativa o alguna institución cruceña a posiciones antigobiernistas, como “el caso terrorismo” y ahora, el 21F.
Advierto que en este espacio no se defiende a quienes puedan estar involucrados, o sean investigados por su posible participación en el robo; no se intenta salvar ni hablar a favor de quienes se puedan haber beneficiado con “favores y picardías de bagatela, que les posibilitaron conseguir un televisor que no estaba en la lista de los bienes listados, situación que debiera entenderse como uso indebido de privilegios y corrupción y se los debiera apartar inmediatamente de la cooperativa y, por supuesto, la Fiscalía, iniciar acciones sobre ellos y la firma Daher, que permitió se realice esa trampa que no estaba en el contrato por ellos firmado.
Dicho esto, me parece que la declaración “voluntaria” y ampliatoria de Gil Antelo es una falta de respeto a la inteligencia del fiscal, salvo que este siga la línea política de la destrucción de la cooperativa, que ya tiene 10 años, comenzando en el caso del hotel Las Américas. Creer que Gil se quedaba con una parte pequeña ($us 300.000, después de haber aceptado responsabilidad de 4 millones), a cambio de involucrar a la cooperativa y, de paso, tratar de mellar al Comité pro Santa Cruz, con la idea de que el presidente de Cotas se quedaba, primero con el 60% y Gil con el 40% (socios desiguales, cuando el “trabajo” corría por cuenta del segundo), aunque luego habla de solo 300.000 dólares y, no solo eso, sino que, se establece que había un modus operandi, en el que el presidente de Cotas se ocupaba “muchas veces de “repartir el dinero” dentro de las reuniones de las logias”.
¡Vaya! Las logias enemigas se reunían, con Gil de testigo (se acababa el secretismo), para repartir la plata producto del delito, de un “negocio que solo había cometido una de ellas”, pero además se dice también de que producto del robo también era repartido en un 70% para el financiamiento de cuestiones políticas, como el 21F, además de que el propio Gil manifiesta haber visto (de lo que tengo conocimiento y vi, -textual del declarante voluntario-).
Pero como si no hay política, Gil no diría nada extraordinario, tenemos la frutilla de la torta, cuando Gil habla de que el dinero “en una primera instancia ha servido para financiar el movimiento denominado caso terrorismo y la forma de financiar ese caos era a través del pago de honorarios a abogados que estaban defendiendo a las personas involucradas…
Y se puede seguir, pero es suficiente, son 16 hojas en las que el “arrepentido de la Cosa Nostra” recita (seguramente con guion mal aprendido o peor redactado) una serie de incoherencias que tienen como objetivo destrozar a la cooperativa, en primer lugar, pero, sobre todo, reeditar el miedo y el terror a meses de las elecciones nacionales en las que Morales se va a jugar todo y, cualquier cosa les va a servir para mantener a raya a la cruceñidad contraria a su candidatura.
Evidentemente, de todo esto, hay cosas que revisar: de todos los negocios y corrupciones denunciados, algunos de ellos pueden ser ciertos; será obligación del fiscal que aceptó la andanada de incoherencias de Gil, separar lo cierto de la bellacada política, así nos beneficiamos todos.
Ah… me olvidaba: tras de eso, la esposa de Gil fue al abreviado y… le dieron sentencia corta y está fuera de la cárcel… ¿Te queda claro, para dónde va esto?