Vía: Visión 360|
El “Informe Mundial sobre Drogas 2025” de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), presentado este jueves en Viena, identifica a clanes familiares involucrados en el tráfico de cocaína en Bolivia y Perú, y señala que la superficie de producción de la hoja de coca en el territorio nacional "se ha estabilizado" desde 2023.
En un acápite titulado “Resumen de ejemplos clave de grupos del criminal organizado dedicados al tráfico de drogas según su diversa naturaleza”, orientado al comercio, el texto señala: “Clanes familiares involucrados en el tráfico de cocaína en Bolivia y Perú; grupos de tráfico de metanfetamina terrestres a pequeña escala en el Sudeste Asiático; grupos de tráfico de metanfetamina que utilizan correos aéreos en Japón”.
Estas redes suelen cooperar con otros actores a lo largo de la cadena global de drogas y comparten con ellos tareas como transporte, distribución o lavado de dinero, indica un reporte EFE.
En vez de imponer el control mediante la violencia, priorizan el flujo de mercancías y la evasión de controles estatales con una especialización por tareas, en la que unos grupos se encargan del transporte, otros del almacenamiento, otros del lavado de dinero o la distribución de la droga.
Los "nuevos máximos"
El informe incluye un análisis del mercado mundial de la cocaína, del que señala que “ha batido su propio récord”.
La producción, incautaciones y consumo de cocaína alcanzaron nuevos máximos en 2023, convirtiéndose en la droga ilícita con mayor crecimiento de mercado. La producción ilegal se disparó a 3,708 toneladas, casi 34% más que en 2022.
Las incautaciones mundiales alcanzaron un récord de 2,275, lo que supone un aumento de 68% con respecto a 2019-2023. El consumo creció de 17 millones de usuarios en 2013 a 25 millones en 2023.
Sobre la producción de coca en Bolivia, el informe destaca que “la concentración de la producción de hoja de coca y la fabricación de cocaína en las zonas de alto rendimiento de Colombia también aumentó. En cambio, la superficie de producción de hoja de coca en el Estado Plurinacional de Bolivia se estabilizó en 2023, mientras que la superficie de producción de hoja de coca en Perú disminuyó ligeramente”.
El reporte también señala que los traficantes de cocaína están encontrando nuevos mercados en Asia y África. La violencia y competencia que caracterizan el ámbito ilícito de la cocaína, antes confinado a América Latina, se está extendiendo a Europa Occidental a medida que los grupos de delincuencia organizada de los Balcanes Occidentales aumentan su influencia en el mercado.
“Esta edición del Informe Mundial sobre las Drogas muestra que los grupos delictivos dedicados al tráfico de drogas continúan adaptándose, explotando las crisis y teniendo en la mira a las poblaciones en mayor situación de vulnerabilidad,” mencionó Ghada Waly, directora de UNODC.
“Debemos invertir en prevención y abordar las causas raíz del tráfico de drogas en todas las etapas la cadena de suministro y reforzar las respuestas, aprovechando la tecnología, fortaleciendo la cooperación transfronteriza, proporcionando medios de vida alternativos y tomando acciones desde la justicia para combatir a los responsables que impulsan las redes ilícitas del tráfico de drogas”, complementa.
Las cifras
Si bien no hay una cifra global, los datos regionales permiten hacerse una idea de la situación: solo en Estados Unidos, el mercado minorista de drogas generó 146.000 millones de dólares en 2016, el 0,8% del PIB de la mayor economía del planeta.
En la Unión Europea, ese mercado alcanzó los 31.000 millones de euros en 2021, equivalente al 0,3% del PIB comunitario.
Entre 2015 y 2019, Colombia exportó cocaína por un valor anual estimado entre 1.200 y 2.600 millones de dólares. En México, el tráfico de cocaína, metanfetamina y heroína generó, en conjunto, más de 12.000 millones anuales.
Estas economías ilegales -señala el informe- no solo sostienen actividades criminales: alimentan organizaciones que pueden desafiar al Estado con el uso de la violencia, la corrupción y el control territorial.
El informe analiza también los grupos especializados en narcotráfico, que no operan bajo el mismo patrón.
Algunos se estructuran como organizaciones centralizadas, con jerarquías estrictas, roles definidos y un fuerte control interno.
En 2023, cerca de 316 millones de personas consumieron alguna droga (excluidos el alcohol y el tabaco); es decir 6% de la población entre 15 y 65 años, frente a 5,2% de la población en 2013.
Las drogas más consumidas
Con 244 millones de usuarios, el cannabis continúa siendo la droga más utilizada, seguido de los opioides (61 millones), las anfetaminas (30,7 millones), la cocaína (25 millones) y el éxtasis (21 millones).
Los nuevos grupos de personas en situación de vulnerabilidad que huyen de la inestabilidad y el conflicto podrían hacer que estas cifras incrementen, advierte el informe.
Los trastornos por consumo de drogas representan un costo enorme para las personas, las comunidades y los sistemas de salud. El creciente alejamiento del multilateralismo y la reasignación de recursos podrían intensificar el problema, señala el informe.
El costo social por no abordar los trastornos vinculados con el uso de drogas es elevado, casi medio millón de muertes y 28 millones de años de vida saludable se perdieron por discapacidad y muertes prematuras (AVAD) en 2021.
Se calcula que sólo una de cada 12 personas con trastornos por consumo de drogas recibió algún tipo de tratamiento en 2023. Factores como las políticas públicas contextualizadas y la disponibilidad de servicios de salud y sociales basados en la evidencia pueden ayudar a mitigar el impacto del consumo de drogas en las personas y las comunidades.