Me cobró factura la hipertensión nuestra de cada día, agravada por ese colosal stress que me ha causado la decisión de una jueza para liberar a un sicario que me la tiene jurada.
Vía: Sol de Pando, Wilson García Merida |
El matón no cumplió plenamente la sentencia sin derecho a indulto por su primer intento de asesinarme, ahora está libre fingiendo su propia muerte. La jueza que lo protege, Giovana Torrico Díaz, me expulsó de su oficina a empellones cuando le reclamé por semejante acto de prevaricato. Mucha dosis.
En el torbellino angustiante de tener que elaborar y tramitar memoriales diariamente para lograr un ápice de JUSTICIA, abandonando mis propias obligaciones laborales que son para ganarme el pan del día; y sin una defensa legal sólida debido a mi precariedad económica, casi tuve un infarto desatado por la súper inflamación de una hernia inguinal resultado de la extrema hipertensión.
Sin embargo, he tenido la divina suerte de contar con la asistencia médica, la solidaridad y el afecto de magníficos profesionales en el Hospital Viedma, como los doctores cirujanos Antonio Lara y Sandra Mercado, la médica anestesióloga Mabel López y mi carnal Norberto Undurraga.
Mientras estuve en el quirófano, la turbia jueza Giovana Torrico ha ratificado impunemente la libertad definitiva del sicario Yerko Saavedra, pese a que la Sala Penal Tercera, tras una costosa apelación mía, había resuelto revocar esa media mediante un nuevo cómputo de pena…
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