Por: Hugo Ramiro Sanchez |
La Feria de Alasitas es uno de los eventos culturales más representativos de Bolivia. Celebrada cada 24 de enero, esta festividad reúne fe, sueños y creatividad en una tradición que ha sido reconocida incluso como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2017. Su esencia radica en las pequeñas réplicas de objetos cotidianos, conocidos como miniaturas, que simbolizan los deseos y aspiraciones de quienes participan. Estas miniaturas, bendecidas y cargadas de significado, representan el anhelo de convertir los sueños en realidad, una idea profundamente arraigada en la cultura boliviana.
El Significado de “Alasitas” y Sus Orígenes
Alasitas es una palabra aymara que significa “cómprame”, y el Ekeko es el dios de la abundancia en la mitología boliviana andina y del altiplano, según los historiadores el festejo de las alasitas se hace más visible desde 1781, cuando José Sebastián de Segurola (Gobernador Intendente de La Paz) ordenó celebrar una fiesta anual en honor a la deidad denominada Ekeko, en agradecimiento porque la ciudad se salvó del cerco indígena de Túpac Katari.
Según el arqueólogo Arthur Posnansky, las miniaturas no solo eran objetos decorativos, sino también ofrendas simbólicas utilizadas en ceremonias religiosas. En estas ceremonias, las personas pedían prosperidad, abundancia y buena suerte mediante la representación de los bienes que deseaban obtener. Estas prácticas se transformaron con el tiempo, adaptándose primero a las costumbres incaicas.
En la época colonial, las miniaturas adquirieron un nuevo significado en el contexto de la Feria de Alasitas. Según el escritor Antonio Paredes Candia, la tradición tomó fuerza en La Paz tras el sitio de la ciudad en 1781, cuando el Ekeko, figura central de esta feria, se consolidó como el símbolo.
El Ekeko: Deidad de la Abundancia
El Ekeko, una figura icónica de la Feria de Alasitas, es mucho más que una simple estatua. Este personaje regordete, sonriente y cargado de bienes, representa la abundancia y la capacidad de cumplir deseos. Su origen se remonta a la cultura de Tiwanaku, donde se le asociaba con Tunupa, una deidad vinculada con la fertilidad.
Carlos Ponce Sanjinés, uno de los principales investigadores de la cultura Tiwanakota, identificó representaciones tempranas del Ekeko en ruinas arqueológicas, describiéndolo como una figura con rasgos antropomorfos, atributos fálicos y una prominente joroba. Estas características simbolizaban la fertilidad y la abundancia en el mundo andino.
Con el tiempo, el Ekeko se adaptó a las nuevas realidades culturales y religiosas, integrándose en las tradiciones mestizas. Durante la colonia, fue transformado en una figura más accesible y cercana al pueblo, convirtiéndose en el simpático dios de la abundancia.
La Leyenda del Ekeko: Amor, Magia y Supervivencia
La leyenda del Ekeko, que se entrelaza con el origen de la Feria de Alasitas, es una historia de amor y esperanza ambientada en la época colonial. Durante el sitio de La Paz en 1781, las tropas de Túpac Katari cercaron la ciudad, provocando una escasez extrema de todo.
Según la tradición, Paulita, una joven indígena que trabajaba como empleada en la casa del gobernador Sebastián de Segurola, recibió un pequeño Ekeko como regalo de Isidro Choquehuanca, un humilde joven enamorado de ella. A través del Ekeko, Isidro logró enviarle víveres de manera secreta, ayudando a la familia de Paulita.
Cuando la ciudad fue liberada, la historia del Ekeko se convirtió en un símbolo de esperanza y prosperidad. Agradecido, el gobernador Segurola abrió un mercado dedicado al intercambio de ídolos y miniaturas, marcando el inicio de lo que hoy conocemos como la Feria de Alasitas. Esta feria, inicialmente celebrada el 20 de octubre, fue trasladada al 24 de enero para conmemorar la liberación de La Paz y vincular las tradiciones.
La Feria de Alasitas en la Actualidad
Hoy en día, la Feria de Alasitas es un evento que trasciende lo comercial para convertirse en una expresión de fe, esperanza y cultura. Desde la madrugada del 24 de enero, miles de personas se reúnen en los diferentes puestos de la feria para adquirir las miniaturas que representan su deseo. Tiene su mayor apogeo particularmente en la ciudad de La Paz y El Alto.
Las miniaturas, que abarcan desde casas, coches y negocios hasta títulos universitarios, cheques y pasaportes, son bendecidas en ceremonias que combinan tradiciones católicas y rituales ancestrales. Mientras algunos optan por acudir a sacerdotes para que rocíen agua bendita sobre sus objetos, otros prefieren los rituales ofrecidos por amautas, quienes utilizan hojas de coca, incienso y otros elementos tradicionales para atraer la
El Ekeko sigue siendo el protagonista de la feria. Colocar una figura del Ekeko en casa, cargada con las miniaturas de los bienes deseados, se considera un acto esencial para atraer prosperidad y bienestar. Este pequeño dios de la abundancia, a menudo representado con cigarrillos, billetes y alimentos, se convierte en un símbolo tangible de los sueños de los creyentes.
Impacto cultural y social
La Feria de Alasitas no solo es un evento cultural, sino también un espacio de integración social. En ella confluyen personas de todas las clases sociales, edades y orígenes, unidas por el deseo común de prosperidad y felicidad.
Además, la feria es un reflejo de la creatividad boliviana. Los artesanos que participan dedican meses a la creación de las miniaturas, logrando un equilibrio perfecto entre tradición e innovación. En los últimos años, las miniaturas han evolucionado para incluir objetos modernos como smartphones, laptops y certificados de criptomonedas, adaptándose a las nuevas aspiraciones de la sociedad.
La Feria de Alasitas también tiene un impacto económico significativo. Miles de artesanos, comerciantes y trabajadores informales dependen de este evento para generar ingresos, lo que la convierte en un motor económico para muchas familias.
Un legado que cruza fronteras
La importancia de Alasitas ha trascendido las fronteras de Bolivia, llegando a países como Argentina, Chile y España, donde las comunidades bolivianas celebran esta tradición con la misma devoción. Este legado cultural ha encontrado eco en otras partes del mundo, promoviendo un entendimiento más profundo de las tradiciones bolivianas.
El reconocimiento de la Feria de Alasitas por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad ha sido un logro significativo, consolidando su lugar como una de las expresiones más valiosas de la identidad boliviana.
Conclusión: Un Testimonio de Fe y Resiliencia
La Feria de Alasitas es mucho más que una celebración; es un acto de fe colectiva y un testimonio de la resiliencia del pueblo boliviano. A través de las miniaturas, cada persona proyecta sus esperanzas y aspiraciones, confiando en que el Ekeko y la magia de la tradición materializaran esa creencia.
Este evento, que combina lo espiritual, lo cultural y lo artístico, sigue siendo un referente de la identidad paceña y boliviana, cruzando generaciones y fronteras. Alasitas nos enseña que aunque pequeñas, las miniaturas tienen el poder de representar grandes sueños, y que la esperanza siempre encuentra su camino, incluso en los objetos.
El Ekeko como símbolo de abundancia ahora enfrenta los retos de un presente en crisis económica, con la falta de dólares y la escasez de combustible, pero lo hace con la determinación de un emprendedor que no se rinde.