Por: Amalia Pando |
Lo más llamativo del doble crimen ocurrido en la pieza 503 del condominio y hotel Fiori de Santa Cruz es que el personal de la recepción, tres testigos, tuvieron que contratar a un abogado, al Dr. Javier Murillo.
La versión de ellos, un guardia, la administradora y una empleada de limpieza, apunta al capitán Cristian Cossío como el principal sospechoso del asesinato del Teniente orureño José Agustín Torres, (31) y del informante paraguayo Silvestre Cardozo (39).
La versión del gobierno, presentada por el viceministro de Gobierno y excomandante de la Policía, Jhonny Aguilera, difiere totalmente de la sostenida por los testigos por lo que éstos, sintiéndose amedrentados, tuvieron que contratar al abogado Murillo quien concluyó que se trató de un volteo de droga.
El asunto es tan grave que el propio presidente Luis Arce Catacora, que nunca dice nada de nada, se pronunció en su cuenta de “X” expresando sus condolencias y anunciando que el gobierno encontrará a los culpables.
LOS HECHOS SEGÚN LOS TESTIGOS
Las dos víctimas, el teniente Torres y el informante Cardozo, fueron los primeros en llegar a la pieza 503, ubicada en el piso quinto del edificio Fiori, cerca la Fiscalía quemada, en el segundo anillo de Santa Cruz. Eso ocurrió aproximadamente a las 8 de esa mañana, una hora antes de recibir los disparos que acabaron con sus vidas.
Es un hecho que esperaban a alguien vinculado al narcotráfico. El teniente, según la Policía, pretendía hacerse pasar por el chofer del informante. Llevó una buena cantidad de dinero, no cuantificada, y una pistola 9 mm. El dinero hace presumir que había una transacción de por medio.
Antes de las 9 de la mañana del viernes 10 de noviembre, el teniente Cristian Cossio, vestido de civil, sin identificarse y burlando el control de la recepción subió al quinto piso. Unos 10 minutos después bajó en ascensor y salió del edificio. Poco después , tiempo aún no determinado, regresó acompañado de otros dos policías, todos vestidos de civil. Pretendía ingresar otra vez a la misma pieza y alertó al personal del hotel que en la 503 había heridos, que él había oído gritos y dijo que había llamado a una ambulancia que tardó en llegar.
El personal de la ambulancia trasladó al informante Cardozo quien aún daba señales de vida a un hospital de la Caja del Seguro donde falleció de inmediato. Tenía dos balas en la cabeza y al menos otras dos en el cuerpo.
El oficial Torres ya estaba muerto, había recibido al menos seis disparos, dos de ellos en la cabeza.
Una fotografía de la escena del crimen tomada antes de que las víctimas fueran retiradas de la 503, a la que tuvo acceso el periódico El Deber, los muestra sentados alrededor de la mesa. Habrían sido ejecutados sin posibilidad de defenderse.
Allí también se encontró una pistola 9 mm y 11 casquillos de bala.
El TESTIGO CLAVE
Existe un cuarto testigo, el más importante. Es un hombre, cuyo nombre se guarda en reserva, que estaba alojado en la pieza al frente de la 503. Él le comentó a la empleada de limpieza que oyó unos disparos (fueron 11 ), no hizo ninguna referencia a los gritos que supuestamente escuchó Cossio. Tras escuchar los disparos, salió de su pieza para ver qué pasaba e informar a la recepción.
Abrió la puerta de su habitación y se encontró de frente con el teniente Cristian Cossio saliendo de la 503 con fajos de dinero en la mano que intentaba guardar en su abdomen y dentro de su pantalón.
De acuerdo a este relato, Cossio tomó el ascensor mientras este testigo bajó los cinco pisos por las escaleras. Cuando llegó a la planta baja ya no había señas de Cossio. En cambio se encontró con la señora de la limpieza a quién le relató lo que vio y escuchó.
OPERACIÓN ENCUBIERTA
El general Jhonny Aguilera afirma que había una operación encubierta que fracasó. Las víctimas habrían llegado al Fiori para un encuentro con narcotraficante no identificado con el fin de sonsacarle información y que la Policía había tendido un cordón de seguridad en la parte posterior de ese condominio.
Aguilera niega que el objetivo fuera comprar droga pero no explicó por qué el victimado Teniente Torres llevó a esa cita una cantidad significativa de dinero ni quién hizo desaparecer esos fajos.
Posiblemente, Aguilera tenga razón cuando niega un “volteo de droga”, pero también es posible que el motivo del crimen hubiera sido el robo o volteo del dinero que está desaparecido.
Aguilera reconoció la presencia en la escena del crimen del teniente Cossio y explicó que este policía llegó al Fiori para averiguar qué pasaba en la 503 porque se había perdido el contacto con el informante.
DIFÍCIL DE CREER
EL general Aguilera afirma que el doble asesinato fue perpetrado por un sicario peruano de nombre André Acosta Loja contratado por el narcotraficante de la misma nacionalidad, Abel Salas Torres, alias “El Toro”, quien en septiembre pasado perdió 400 kilos de cocaína cuando la FELC-N incautó una avioneta en el Beni. “El Toro”, supuestamente, responsabilizó al informante paraguayo Cardozo de esa delación y consiguiente pérdida.
Por lo tanto, el motivo del crimen sería la “vendetta” o venganza de un narcotraficante traicionado.
Está versión tiene un punto flaco que son los testigos del hotel. A esa hora de la mañana, por la recepción, único sitio de acceso al ascensor y las gradas para subir al quinto piso, solo ingresó y salió Cossio, nadie más.
Además, existe el testimonio del huésped alojado frente a la 503. Abrió su puerta inmediatamente después de oír los disparos y solo vio a Cossio salir de la habitación ensangrentada.
Por otro lado, ¿Cómo puede ocurrir que ante una situación de alerta máxima y de alto riesgo, Cossio acuda a la 503 solo, nadie más que él, sin chaleco antibalas y sin identificarse como policía frente al personal del hotel?.
Se supone, según la versión de Aguilera, que muy cerca de allí habían muchos oficiales a disposición puesto que el condominio estaba rodeado de policías.
Tampoco hay una explicación de cómo el supuesto sicario pudo escapar sin ser visto por Cossio que había llegado al quinto piso en el preciso momento de los disparos.
Tampoco vieron escapar al sicario todos los otros policías que participaron de ese operativo y que se supone estaban en alerta y, tantos otros que formaron un cordón de seguridad.
BENIANOS CULPABLES
La Policía responsabiliza de este doble crimen a los peruanos “El Toro” y Acosta. Y, mientras los buscan, detuvo en el Beni a cinco supuestos cómplices que los habrían ayudado a escapar dándoles alojamiento y quemando la ropa del matador justo al frente del domicilio de los detenidos donde casualmente la Policía también encontró casquillos 9 mm.
CRÍMENES ENCUBIERTOS
No será sorpresa para nadie si los testigos de este caso se retractan o simplemente desaparecen del mapa. Ocurrió por ejemplo con los familiares de los tres policías ejecutados el año pasado en Porongo.
“CONTARÉ TODO”
Recordemos que el general Jhonny Aguilera también dirigió las pesquisas del triple asesinato de policías en Porongo. Mientras los cuerpos de los tres policías acribillados aún estaban tibios, todas las versiones entregadas a la prensa por Aguilera sirvieron para confundir y encubrir a sus estrechos colaboradores Rubén Aparicio y Álvaro Muñoz quienes están bajo la sospecha no sólo de haber protegido al narco Misael Nallar sino de haber proporcionado las armas para cometer este triple crimen y, posiblemente, se sospecha que uno de ellos habría sido quien disparó contra sus camaradas.
Pero, antes de conocerse todos estos hechos, la Policía y el Ministerio de Gobierno dieron las más inverosímiles versiones llegando vergonzosamente a condecorar al mayor Álvaro Muñoz quien, posteriormente, al ser desenmascarado advirtió “si me mandan a la cárcel, contaré todo”. Obvio, no lo mandaron a la cárcel y en cualquier momento también Nallar saldrá libre.
CINCO MUERTOS Y SIETE HERIDOS
Entre los crímenes de los últimos 17 años en los que la Policía estuvo involucrada es memorable el asalto a la joyería Eurochronos, 2017, memorable porque fue registrado en los celulares de los vecinos. Los videos muestran cómo la policía remató a tres de los asaltantes materiales y dejó que Lorena Torres, funcionaria de la joyería, herida de muerte, se desangrara en la calle hasta perder la vida. El saldo fue cinco muertos, incluido un policía, y siete heridos a bala.
La familia de Lorena sostuvo que el asaltó fue organizado por la propia Policía y que victimaron a sangre fría a los delincuentes para acallarnos y quedarse con las joyas que nunca fueron recuperadas .
Procesaron como principales responsables de esos hechos al entonces comandante de la Policía de Santa Cruz, Gonzalo Medina, y al jefe de Propiedades, Fernando Moreira. La justicia los absolvió.
Sin embargo, ambos están presos por protección al narcotraficante Pedro Montenegro a quien ellos condecoraron y con quien se fueron de vacaciones pagadas a Cartagena de Indias.
¡Qué historial terrible el que arrastra la Policía boliviana sometida al mando de los sucesivos ministros de Gobierno del MAS!