Por: Johnny Nogales V. |
En causa común, cumpliendo un instructivo superior y una estrategia fríamente diseñada, algunos ministros de estado, el presidente de la cámara baja y varios diputados del MAS han pedido que se procese en la vía judicial a los líderes del movimiento cruceño, por los daños causados en el reciente paro.
El libreto afirma que el gobernador de Santa Cruz busca “generar un espacio de impunidad con respaldo social” y que la ley “no lo alcance por las responsabilidades” de la demanda cívica. Exige que “la justicia actúe con celeridad contra los líderes del paro”.
¡Como si existiera justicia en Bolivia! Aquí, donde Mercurio le ha arrebatado a Themis la balanza. Ahora reina el dios de los negocios; cuyo nombre proviene de la acepción latina merx ('mercancía'). Hoy la justicia no es más que eso: una vulgar mercancía, que se transa por influencia política o por dinero. Y este dios debe ser muy popular, porque era, además, la divinidad de la elocuencia, de los mensajes, de la comunicación (incluida la adivinación), de las artimañas y de los ladrones. Digno de entera devoción, ¿no?.
La mirada ciega a los excesos cometidos por sus adeptos, pero aguda, puntillosa y magnificadora de los actos de los opuestos, ha hecho una larga lista de hechos punibles, cometidos supuestamente por la población que protestó durante el reciente paro cruceño; aunque muchos fueron denunciados por ser obra de jenízaros mandados expresamente para agitar la pugna.
Desde la óptica oficial, nunca existió un ministro de estado (con pretensiones de camba, por la tierra que lo cobijó), que lideró en persona una pandilla de “desbloqueadores”; ni qué decir del “csutcista” que se vanaglorió de hacer desafíos a puñetes, amenazas de violencia física y de muerte, o del cobista que dio plazo para desalojar a los croatas y “yugoeslavios”. Los “cercadores”, los agresores, los policías, los jueces y los fiscales que, contrariando su deber, arremetieron contra la ciudadanía son, sin duda, para el oficialismo unos patriotas; no cometieron delito alguno.
Los latrocinios perpetrados en la función pública, la apropiación indebida de cientos o miles de millones de dólares, las vejaciones a la justicia, las transgresiones a los derechos humanos y la pedofilia confesa, los múltiples avasallamientos y hasta el entierro irremediable de nuestro centenario reclamo marítimo y el papelón de la reciente causa sobre las aguas del Silala, por citar algunos asuntos de dominio público, no tienen relevancia alguna si son cometidos por los “hermanos” del partido.
A todas luces se veía que después del conflicto vendría una “razzia”, una persecución sañuda de los revoltosos… y principalmente de los líderes de Santa Cruz. Y se está cumpliendo la previsión. El objetivo es destruir cualquier sesgo contrario al interés del poder imperante. Una prueba concluyente es la cantidad de juicios que se le ha iniciado al presidente cívico regional; quien, además, fue despedido de su puesto de médico y hasta debió cerrar su consulta ante el acoso tributario y la sentencia previa de su encarcelamiento domiciliario. Los daños provocados a su libertad, a su economía y a su propia familia son claras advertencias para los reticentes a obedecer con sumisión al gobierno.
Todo vale, mientras traiga agua al molino propio; lo demás hay que castigarlo con dureza ejemplificadora. Nada hay prohibido para las “autoridades”cuando el sistema entero está sometido al mando central. Además, hay que demostrarle al jefe supremo que nunca hubo arreglo con la oposición; ¡que jamás se cometió ese pecado!
Pero los abusos tiene la virtud de despertar la conciencia ciudadana; de provocar el repudio social. Hay una rebelión natural que impide que la impunidad sea eterna. Así es como se incuba la resistencia a los autoritarios.
Ya el Comité Cívico se pronunció, mediante un comunicado, en rechazo a la persecución política del Gobierno del MAS a los miembros del Comité Interinstitucional, que condujeron el paro cívico de 36 días; llamó a la población a defenderlos en las calles, si es necesario.
El forzado parto y la aceptación a desgano de la ley del censo no ha allanado el camino, no ha calmado los ánimos; hay una tensa espera para ver si las promesas se cumplen. La desconfianza es manifiesta. No se ha levantado el paro, está en “cuarto intermedio”. Santa Cruz ya demostró su decisión y fortaleza. No es hora de “jochear los petos” o, lo que es lo mismo, de hurgar el avispero.