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Por: José Luis Saavedra |
El pasado reciente 17 de julio se ha conmemorado el cuadragésimo segundo aniversario de la heroica inmolación del líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz. Y me ha llamado la atención la ausencia de homenajes -ni siquiera en los medios de comunicación- a la obra y pensamiento de este gran dirigente político. Escribimos pues el presente artículo para relievar la lucha revolucionaria de Marcelo, así como su coraje, lucidez y valentía ética y política.
Como se recordará, 1980, hace 42 años, un día jueves 17 de julio, tuvo lugar el cruento y sangriento golpe de Estado perpetrado por García Meza y sus secuaces, quienes instauraron -en el país- un régimen fascista y dictatorial y se impusieron violentamente en y a través de una serie de masacres y genocidios contra la población trabajadora. Entre los crímenes más brutales está precisamente el asesinato del compañero Marcelo Quiroga Santa Cruz.
Efectivamente, 1980, marca un punto de inflexión muy importante en nuestro proceso histórico, principalmente por la instauración de una narco-dictadura, de un narco-régimen. Los gestores y perpetradores del golpe de Estado, García Meza y Arce Gómez, eran pues connotados agentes u operadores locales de los grandes cárteles del narcotráfico. Tal y como nos demuestra el excelente libro “Bolivia, el cuartelazo de los coca-dólares” del periodista Gregorio Selser (Mex-Sur Editorial, 1982). En este libro el autor revela precisamente los vínculos de la junta militar golpista con el narcotráfico internacional.
El leitmotiv del narco-golpe, perpetrado por García Meza y Arce Gómez, ha sido eliminar físicamente a los críticos no sólo del régimen dictatorial de Banzer (septenio banzerista) sino también del conjunto de la clase dominante (oligarquía, que no burguesía) y del sistema de dominación y explotación -capitalista, colonialista e imperialista- aún hoy imperante en Bolivia. Esta es la causa política fundamental del por qué acribillan y asesinan a Marcelo, no es pues sólo por haber instituido el juicio de responsabilidades (histórica y políticamente muy significativo) contra la dictadura fascista, corrupta y criminal de Banzer, sino también por forjar un horizonte radicalmente anticapitalista (hoy diríamos post capitalista), es decir socialista y revolucionario.
¿Quién ha sido Marcelo Quiroga Santa Cruz? Aquí conviene referir un par de apuntes de la densa y compleja biografía política de Marcelo. Marcelo proviene de una familia de clase media alta, más propiamente de los intersticios sociales y económicos que aún se movían entre el decadente régimen feudal y la pequeña burguesía (urbano-criolla mestiza) emergente. Es importante señalar este origen de clase para comprender la significatividad histórica y política del grandioso viraje (salto cuántico) que Marcelo se va a atrever a hacer al optar, con la más profunda convicción revolucionaria, por las causas y los intereses de las clases trabajadoras, asumiendo, con plena conciencia marxista, las posiciones y los posicionamientos propios del movimiento proletariado.
El pensamiento y la acción política de Marcelo se radicalizan en el contexto del año ‘66, cuando va a ser invitado, como diputado independiente, para conformar la bancada de Comunidad Demócrata Cristiana, de la cual era parte la Falange (FSB, matriz del MAS). En esa condición, Marcelo va a hacer una de las más importantes e históricamente significativas acciones políticas, el año ‘67, cuando va a instaurar un juicio de responsabilidades contra el régimen de Barrientos, principalmente por dos razones: una, por la masacre de San Juan, alevosamente perpetrada por Barrientos el 24 de junio de 1967 (sobre la masacre de San Juan recomiendo ver la excelente película “El Coraje del Pueblo” de Jorge Sanjinés, 1971). Otra, por los contratos petroleros con las empresas transnacionales en condiciones desfavorables y contrarias al interés nacional. Dos denuncias muy importantes que le van a costar, a Marcelo, el desafuero parlamentario, el encarcelamiento y el desterramiento en el Alto Madidi, hasta la muerte de Barrientos (27 abril 1969).
Una vez que cae el régimen de Barrientos y el interregno democrático de Siles Salinas (1969), Ovando asume el mando de la nación e invita a Marcelo a posesionarse del ministerio de Minas y Petróleo. En esa condición Marcelo va a desarrollar una segunda y grandiosa acción política, en octubre del ‘69, va a nacionalizar la Gulf Oil Company. Esta nacionalización tiene una doble importancia histórica: primera, va a suponer la expropiación de los bienes y capitales de la Gulf, algo que el régimen del MAS nunca ha hecho con ninguna de las empresas transnacionales supuestamente nacionalizadas. Segunda, también va a significar la expulsión ignominiosa de la Gulf, algo que Evo morales nunca ha hecho en Bolivia, aquí ninguna empresa transnacional ha sido echada del país.
En el contexto de la dictadura fascista de Banzer, Marcelo va a ser exiliado, primero a Chile, luego a Argentina y después a México. Marcelo retornará al país a finales del ’77, para apoyar, militantemente, a la valiente huelga de las mujeres mineras, que van a tumbar la dictadura de Banzer. También va a reactivar el Partido Socialista (PS-1) y participar en los procesos electorales del ’78, ’79 y ‘80, logrando un creciente caudal electoral y una mayoritaria aceptación electoral, principalmente obrera, popular y campesina.
En agosto del ’79, Marcelo va a iniciar el juicio de responsabilidades contra la dictadura fascista de Banzer, cuyo material de denuncia está contenida en el libro “Juicio a la Dictadura”, una obra realmente excelente y que todo patriota boliviano y latinoamericano debiera leer.
¿Qué nos queda de la acción política e intelectual de Marcelo? Primero, una cualidad teórica y política realmente extraordinaria, no sólo en el campo literario (“Los Deshabitados”), sino también en la obra propiamente política, en libros admirables como “El saqueo de Bolivia”, que es un análisis de la política económica de la dictadura de Banzer; y “Oleocracia y patria”, que continúa el análisis de la política económica de Banzer y que la caracteriza como entreguista, pro imperialista y antipopular.
Segundo, la histórica necesidad de forjar un horizonte de lucha radicalmente revolucionario, en el sentido de trabajar y combatir por un proyecto histórico anticapitalista; por un programa antiimperialista, no puede haber revolución, ni socialismo, si no se liquida el núcleo fundante de la dominación y explotación imperialista (constituido por las empresas transnacionales); y por una propuesta anti oligárquica, entendida como el campo de tensión de y entre la dominación imperialista y las contradicciones de clase al interior del espacio (hoy llamado) plurinacional, tal y como hoy está representado por el agronegocio en Santa Cruz.
Tercero, la importancia estratégica de la dimensión ética, moral e intelectual (como bien diría Gramsci) y que comprende al conjunto de la construcción del proyecto histórico de los trabajadores. Marcelo nos evidencia una ética política en verdad insobornable, incorruptible e intachable. También nos ha demostrado (con su propia vida) que es posible vivenciar una conducta política digna y honesta y que por tanto se puede y se debe forjar una perspectiva radical y vitalmente comprometida con los intereses de la clase trabajadora y con la construcción de un horizonte radicalmente socialista y revolucionario.
| José Luis Saavedra es miembro de Somos Sur y profesor de teoría y política poscolonial.
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