Por Johnny Nogales .-
Fernando Illanes de la Riva fue, ante todo, un verdadero patriota… de esos que hacen tanta falta en Bolivia: Un genuino líder del sector empresarial boliviano, un servidor público de excepcional desempeño y un apasionado promotor de la educación.
Exitoso creador de riqueza y de fuentes de trabajo, pudo limitarse a disfrutar de una fortuna bien habida, pero su entereza, dedicación, inteligencia y honestidad lo llevaron a ocupar los más altos sitiales del sector privado y lo encumbraron en puestos claves del gobierno de la nación. Combatió en primera línea cuando el populismo udepista hirió gravemente la economía del país y formó parte del equipo que contribuyó a recuperar la estabilidad perdida. Ocupó altas y delicadas funciones en varios periodos gubernamentales: desde embajador en Washington hasta “superministro” de Hacienda y Desarrollo Económico. No aceptó cargos públicos por interés personal; por ello tuvo la integridad de renunciar expresando su desacuerdo con ciertas decisiones políticas. Una de las actividades a la que se dedicó con más ahínco fue la fundación y fortalecimiento de la Universidad Privada Boliviana; cuyo directorio presidió hasta hace poco.
Esta breve e incompleta reseña de su vida no tiene mayores novedades para quienes lo conocieron, pero resulta necesaria en tiempos en que nuestro pueblo joven se nutre del internet y de las redes sociales, tan afectas a desechar lo importante para dar cabida al impacto de lo intrascendente.
Fernando me hizo el honor de acompañarlo en muchos de los caminos que recorrió. Me enseñó y me escuchó. Me recibió como uno más de su familia. Me brindó su mayor confianza y aprecio. La imagen de hombre parco, adusto e inaccesible era una forma de resguardar su gran sensibilidad en lo social y artístico. Pocos saben, por ejemplo, que fue un eximio barítono que participó en varias óperas, o un anónimo mecenas para muchos pintores y músicos, o que sus momentos de solaz estaban siempre enmarcados en acordes de melodías clásicas. Nómada empedernido, viajó por medio mundo, pero siempre regresaba a su Patria amada. Bueno y recto, no por temor sino por convicción y decisión propia.
Hoy murió un AMIGO… uno de los pocos que merecen ese calificativo.