Por: José Luis Saavedra |
El 03 de marzo del presente año (2021) el gobierno del presidente Luis Arce ha anunciado el lanzamiento del proyecto de diésel renovable, que invertirá $us 250 millones en su primera planta de producción y permitirá la producción de biocombustibles.
Sin embargo, como ya es costumbre en el régimen MASista, no se habla de los costos e impactos socioambientales, tales como la deforestación, el desmonte o la misma ampliación de la frontera agrícola; mucho menos se habla de la rentabilidad económica, ni de la viabilidad ambiental.
Es pues de estas complejas tramas que conversamos con Alejandra Crespo, quien es activista y forma parte de Codapma - Coordinadora en Defensa de la Autodeterminación de los Pueblos y el Medio Ambiente, que es un colectivo que viene trabajando -desde hace más de diez años- en distintas problemáticas socioambientales.
En torno al proyecto de planta de diésel renovable, Crespo nos refiere que “Vemos con preocupación que las políticas extractivistas siguen en camino. Cambió el gobierno, volvió el gobierno del MAS; pero, siguen con su lógica extractivista, aunque le quieran poner el nombre (de biotecnología). Ellos (los del gobierno) confunden a la gente con el bio, el eco, porque dicen biodiesel o diésel ecológico o energía renovable (limpia) y de renovable no tiene nada (ni de limpia)”.
“No nos olvidemos que esta energía viene justamente de la ampliación de la frontera agrícola, que se hace en los bosques para producir cualquier tipo de aceite (vegetal) y a partir de eso hacer este aditivo (biodiesel)”.
“Entonces, de eco y de bio no tiene nada, porque esta ampliación ¿Dónde se da?, se da en los bosques. Y es (implica) cambiar el plan de uso de suelos, que ya vienen haciéndolo desde la gestión de Evo morales, como si fuera una cuestión mecánica y no respondiera a una cuestión técnica”.
“Justamente a las zonas o territorios que tienen vocación forestal, los están cambiando para que tengan vocación agrícola. Y, le decía, como si fuera una cuestión de voluntad y no respondiera a criterios técnicos, para realizar y llevar a cabo estos agrocombustibles, que este es el término adecuado”.
De acuerdo con Alejandra Crespo, la producción de diésel renovable es contradictoria con las políticas ambientales globalmente adoptadas, tanto así que “Ahora, Bolivia, al igual que el resto de los países del mundo, que han firmado el Acuerdo de París (adoptado en la Conferencia sobre el Clima de París en diciembre de 2015), tiene -como todos- la obligación de reducir el consumo de combustibles fósiles; pero, eso no significa que sea a costa de nuestros bosques, porque justamente (importan) ante el colapso y la crisis ambiental que se vive actualmente”.
“No nos olvidemos que el mismo COVID responde a ese abuso, a ese atropello y a esa insostenibilidad del sistema capitalista, por encima de los intereses del medio ambiente, de los territorios indígenas, etc. Se busca que haya ciertos acuerdos internacionales para cambiar esta matriz (extractivista). Y esta matriz de consumo y de producción no condice (con el cuidado ambiental), sino promueve justamente esa destrucción de los bosques, es pues lo opuesto, en un contexto que deberíamos preservar nuestros bosques ante la crisis del agua, que es inminente. Estas políticas (extractivistas) y esta planta (de diésel), que se pretende hacer, va por tanto en contra ruta de la crisis que se lleva (hoy)”.
“En términos económicos, (la planta de diésel) tampoco es viable porque ellos (los del gobierno) pretenden producir un 20% de lo que realmente se necesita o se importa de combustibles; es decir, tampoco es que va a venir a sustituir la necesidad o el uso de combustibles”.
Y con respecto a las subvenciones, el posicionamiento de Alejandra Crespo es contundente: “Ahí es también la otra cuestión, que es absurda, es que se está subvencionando el combustible. Se busca una alternativa para reemplazarlo, pero se les subvenciona a los que van a producir, van a destruir y ampliar frontera agrícola, que es el sector del agro extractivismo, porque a ellos se les subvenciona con el diésel, se les está subvencionando para producir (biodiesel); o sea, es un círculo vicioso que no tiene sentido, o sea no tiene sentido ni razón de ser”.
“Y como le decía va a representar -hasta el 2025- sólo un 20% de lo que se requiere de la demanda interna y, al final, se va ese consumo en producir estos agrocombustibles; entonces, es realmente absurdo el planteamiento. Y el costo, sin las subvenciones, muy superior, que es 5 Bs el litro versus 3.74”.
“Al final esta planta, a la que se destinan recursos millonarios (250 millones de dólares), en una crisis económica, que es galopante en el país, para favorecer a quiénes, ¡al agronegocio! Como decía anteriormente, se les subvenciona el diésel y se les va a promover que destruyan todo lo que esté a su paso para ‘producir’ entre comillas los agrocombustibles para estas plantas y demás”.
“Vemos pues que, como siempre, (el gobierno está) en contra ruta de las tendencias (ambientales). Aparte, en el marco de una crisis (climática) donde se debería preservar estos territorios”.
Según Alejandra Crespo, la consecuencia más preocupante del biodiesel es la afectación de la seguridad/soberanía alimentaria. Nos previene pues que hay que “Ver, también, el tema de la alimentación interna, porque se ha visto -a nivel mundial- que los países donde se ha promovido este tema de combustibles, de producción de aceites (vegetales), ha habido un desplazamiento de territorios indígenas, de comunidades campesinas, y se ha dejado de producir alimentos para los países, para dedicarse a los monocultivos de los agrocombustibles”.
“Entonces, (la planta de diésel) tiene unos impactos que van más allá de lo ambiental, también (implica) temas económicos, de seguridad, soberanía alimentaria, etc.”.
¡Urge pues repensar los proyectos agro extractivistas y apostar por opciones biocéntricas!
José Luis Saavedra es miembro de Somos Sur y profesor de teoría y política poscolonial.