Día de la Mujer Boliviana ¿cómo andamos por casa?

PorJenny Ybarnegaray Ortiz.-

Desde hace muchos años, cada 11 de octubre, dedico algunas líneas al día de las mujeres bolivianas. Este día fue instituido en 1980, durante el gobierno constitucional de Doña Lidia Gueiler Tejada, como el “Día de la Mujer Boliviana” en honor a la escritora, maestra y poetisa Adela Zamudio Ribero, precursora de la educación laica y de la vindicación de los derechos ciudadanos de las mujeres bolivianas.

Este año no será la excepción, y quiero hacerlo en reconocimiento especial a tantas feministas que a lo largo del siglo XX y en lo que va del XXI han marcado huella en el proceso de construcción de una sociedad más equitativa y más democrática. Pero, ¿en qué situación nos encontramos las bolivianas en este día? ¿Tenemos algo que celebrar?

Las noticias dan cuenta de que, en lo que va del año, 94 hombres (en muchos casos, en complicidad con otros) han asesinado a igual número de mujeres. A esto se denomina feminicidio y es la forma extrema, definitiva e irreparable de la violencia que cotidianamente se ejerce en contra nuestra a lo largo y ancho del país. Este año, atendiendo las demandas de las familias de esas víctimas, la presidenta Añez declaró 2020 “año de lucha contra el feminicidio y el infanticidio”, lamentablemente, esa declaratoria no ha tenido efecto alguno, no ha servido para frenar estos crímenes ni para otorgar paz en justicia para las familias. Por el contrario, atenidos a la ley 1173 (Ley de abreviación procesal penal y de fortalecimiento de la lucha integral contra la violencia a niñas, niños, adolescentes y mujeres, 8 de mayo de 2019), varios feminicidas procesados e incluso sentenciados han salido de las cárceles.

En materia económica, la prolongada cuarentena a causa de la pandemia, ha golpeado duramente a la economía de las familias bolivianas, los paliativos (bonos) establecidos por el gobierno transitorio han ayudado poco para amainar el impacto, y las mujeres, consuetudinariamente encargadas de “parar la olla” de los hogares se ven ahora en mayores dificultades para lograr ese cometido. Me asombra la capacidad que tienen muchas, especialmente las de estratos más empobrecidos, para arreglárselas como pueden en estas circunstancias y así poder al menos ofrecer algo de alimento a sus familias. Por eso no me llama la atención que, contra toda racionalidad presupuestaria, exijan a los municipios la entrega de paquetes alimenticios en compensación al “desayuno escolar”.

Ciertamente, la pandemia impacta en la salud de cualquier persona, pero es evidente (aunque aún no existan datos precisos) que son las familias de menores recursos las de mayor riesgo. Una vez más, son las mujeres, encargadas de las tareas del cuidado de las familias, quienes suelen tomar a su cargo la responsabilidad de brindar atención a sus familiares, poniendo su propia salud en riesgo. Mucho se ha hablado durante estos meses, con sumo y justificado pesar, sobre la muerte de tantos médicos (como si sólo fuesen hombres quienes ejercen esa profesión), pienso que igual reconocimiento merecen las médicas, las enfermeras, el personal auxiliar (mujeres y hombres) afectado, aun al costo de sus propias vidas. Desde aquí, mi homenaje de agradecimiento a todas y todos. 

En materia de educación, el cierre obligado de los establecimientos escolares y la posterior clausura definitiva del año escolar, también representa una mayor carga de trabajo sobre las mujeres, muchas impedidas de salir a trabajar por efecto de la propia cuarentena, que tienen que atender sus responsabilidades laborales desde sus casas y, paralelamente, dar atención y cuidado a niñas, niños y adolescentes desescolarizados. Ni qué decir de las mujeres encargadas de atender a personas con discapacidades, sin tregua ni pausa, las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.

En suma, 2020 es un año que quisiéramos enterrar de nuestros recuerdos. Ojala haya servido para que los hombres, también impedidos de salir de sus casas, hayan aprendido a compartir las pesadas tareas del hogar, no como “ayuda” sino como responsabilidad cotidiana.

En materia política, nosotras, las mujeres bolivianas, estamos presentes en todos los acontecimientos fundamentales de la historia de nuestro país. Así como en 1978, cinco amas de casa mineras fueron capaces de iniciar el largo proceso de recuperación de la democracia con una heroica huelga de hambre, hoy nuevamente la historia nos convoca para reconquistarla y defenderla. 

Este 18 de octubre Bolivia acudirá a las urnas para enfrentar las pretensiones prorroguistas de un partido que, tras casi catorce años de gobierno y el fraude electoral del año pasado, pretende recuperar el poder con una abyecta campaña de falacias. Me resulta inverosímil el apoyo que, según las encuestas, todavía tiene en un grueso sector de la población, pero lo entiendo también, porque el gobierno transitorio no ha sido capaz de hacer la diferencia. La fallida candidatura de la presidenta Añez ha mostrado cuán apetitoso puede ser el poder para tanta gente que ahí llega y ya no lo quiere soltar. 

En mi opinión, Comunidad Ciudadana ha presentado un programa de gobierno que merece nuestro apoyo. En lo que corresponde a las mujeres, incluye una propuesta destinada a constituir una sólida institucionalidad pública (un Ministerio de las Mujeres) con capacidad para diseñar, ejecutar y transversalizar políticas públicas destinadas a desarrollar una amplia agenda orientada a lograr la autonomía de las mujeres, entendida ésta como el grado de libertad que cada una tiene para poder actuar de acuerdo con su elección y no con la de otros. Esta Agenda tiene tres ámbitos de acción:

• Autonomía Económica: La autonomía económica se explica como la capacidad de las mujeres de generar ingresos y recursos propios a partir del acceso al trabajo remunerado en igualdad de condiciones que los hombres. Considera el uso del tiempo y la contribución de las mujeres a la economía. Incluye acciones de apoyo en las tareas del cuidado y apoyo a emprendimientos productivos.

• Autonomía Física: La autonomía física se expresa en dos dimensiones que dan cuenta de problemáticas sociales relevantes en la región: el respeto a los derechos reproductivos de las mujeres y la violencia de género. La oferta programática promete dar impulso a un nuevo pacto social para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, tal como manda la Ley 348, en especial, el feminicidio, la trata y explotación sexual y el acoso político, poniendo énfasis en la prevención y educación de niñas, niños y adolescentes.

• Autonomía Política: La autonomía política (o en la toma de decisiones) se refiere no sólo a la presencia de las mujeres en los distintos niveles de los órganos del Estado, sino también a las medidas orientadas a promover su participación plena y en igualdad de condiciones. Para ello, se prevé un mecanismo público destinado a promover y proteger la autonomía política de las mujeres en cargos de representación política y a garantizar sus derechos, establecidos en la ley 243.

Este domingo sepamos elegir bien para nunca más tolerar que el primer dignatario de nuestro país nos humille y nos denigre como lo ha hecho Evo Morales en sus casi catorce años de gobierno. Debemos tener claridad para entender que su delfín, Arce Catacora, no es más que un sustituto provisional para permitirle gozar de impunidad incluso de las acusaciones de pederastia que pesan en su contra. Asimismo, debemos tener claridad para entender que el candidato regional Camacho, con su cacareado fundamentalismo supuestamente religioso, pero sobre todo con su impronta de conservador recalcitrante, nada nuevo ni bueno puede ofrecernos a las mujeres bolivianas. A pesar de todos los pesares, vayamos el domingo próximo a ejercer nuestro derecho y deber ciudadano de votar con esperanza en el futuro.