Por Eduardo Pando. Foto: Tomada por Eduardo Pando en la calle Max Paredes.-
El mundo se aproxima a los 10 millones de infectados con COVID 19. Hemos pasado de los 10 mil infectados a principios de febrero, a un millón a principios de abril y cerraremos el mes de junio alrededor de 12 millones. A la vez, la letalidad registrada superará al medio millón.
Fuente: Universidad Johns Hopkins
El centro de la epidemia iniciado en Asia, ha pasado por Europa y ahora el epicentro está centrado en el continente Americano. Los países desarrollados, con excepción de Estados Unidos, todos parecen haber controlado la primera ola de la epidemia, pero los niveles de inmunidad son todavía muy bajos. En el caso del Reino Unido, un estudio promovido desde el gobierno de testeo colectivo para estimar el nivel de inmunidad ha estimado que sólo un 8% de la población habría tenido contacto con el virus y por tanto existe un alto riesgo un rebrote en los siguientes meses. A la vez el estudio señala que por cada caso registrado se tendría veinte casos no registrados. Esto tiene consecuencias en el nivel de inmunidad pero también en la tasa real de letalidad que para el caso del Reino Unido estaría en el orden del 0,2%.
Fuente: Universidad Johns Hopkins.
En la región la realidad es distinta. Los países están todavía en la primera etapa de la epidemia y no existe evidencia de estarnos acercando a la meseta. La cantidad de contagios diarios mantiene una tendencia a lo alto. Brasil registra un promedio de 30 mil casos diarios, Perú 5 mil, Chile 8 mil, México 5 mil, Colombia y Argentina cerca de 2 mil y Bolivia con el orden de mil casos diarios.
Fuente: Universidad Johns Hopkins.
Con confinamientos cada vez menos efectivos la tasa de crecimiento de casos va a tender a aumentar.
El confinamiento presupone dos hipótesis: una, que el sistema de salud pueda reforzar su capacidad de respuesta y formar a su personal de salud de primera, segunda y tercera línea; y dos, que la gente tiene la capacidad de gestionar la enfermedad, capacidad de aislarse en caso de tener los primeros síntomas pero también la capacidad de dejar de aislarse para ir al sistema de salud el momento que los síntomas lo requieren. En Bolivia estas dos hipótesis no se han cumplido. Los canales de comunicación y las formas de comunicación han dejado grandes vacíos.
La gestión de la crisis requiere claridad en el mensaje comunicacional y un gobierno que dé certezas sobre la gestión de la crisis para que ésta pueda ser efectiva.