Por: Eduardo H. Maldonado Iporre |
La posibilidad de un mundo multipolar, en el que haya equilibrios regionales y de potencias parece esfumarse.
Las potencias globales o las que hasta hace poco se pintaban como emergentes, los países petroleros y otros actores de gravitación regional no parecen tener la voluntad de configurar un escenario alternativo.
Pareciese que estamos frente a algo muy parecido al mundo bipolar que surgió después de la Segunda Guerra Mundial, solo que esta vez, los ejes dominantes son Estados Unidos y China-Rusia, cada uno secundado por aliados menores.
Un mundo modelado de este modo no solo que resulta asfixiante, sino una amenaza a la paz mundial.
Los respectivos ejes necesitan tener el control de las nuevas fuentes de energía limpia como el Litio, y no precisamente por mitigar los efectos acelerados del cambio climático, cuanto por reafirmar su dominio global.
Bolivia, junto a Chile y Argentina, conformamos el denominado “Triángulo del Litio” por el potencial de recursos y reservas que están en esta parte del mundo, entonces podríamos decir que estamos precisamente en el lugar exacto para que se desaten todos los demonios.
No resulta casual que los gobiernos de Bolivia y Argentina se alinearan con China-Rusia y que el gobierno de Chile, que lleva una orientación diferente, en el último tiempo haya sopesado enormes conflictos sociales que derivarán en una constituyente que podría cambiar muchas cosas en el vecino país.
Hasta aquí, una suerte de descripción general de países actores, lugares estratégicos y la aparente tendencia internacional que marca el curso de los acontecimientos, sin mayores sorpresas porque al final de cuentas, la gente lo escucha en las noticias, pero ¿Qué tiene que ver el mar y el fútbol en todo esto?
Veamos un recuento de hechos en el orden en el que sucedieron: Bolivia plantea una demanda internacional contra Chile, ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, por el tema de la salida al mar; Chile interpone una excepción de incompetencia que la misma CIJ rechaza abrumadoramente; se inaugura el mundial de fútbol en Rusia y Evo Morales va al partido inaugural, se reúne con Vladimir Putin y luego pasa a la China donde es recibido por Xi Jinping; retornando a Bolivia dice haber arribado a importantes acuerdos con las potencias globales; pasan unos meses y la CIJ pronuncia un fallo tan contundente como inapelable en contra de Bolivia y a favor de Chile.
Un apunte aparte, que no puede pasar desapercibido, constituyen las declaraciones del embajador de Rusia en Bolivia que, antes del viaje de Evo Morales al mundial de fútbol, se refería a él en forma casi anecdótica haciendo referencia a su pasión futbolera, pero que a su retorno cambió de tono y afirmó que Rusia lo consideraba un aliado estratégico.
¿A qué acuerdos importantes se refería? ¿Planta de energía nuclear, agua, uranio, litio…? ¿De apasionado por el fútbol a aliado estratégico?
¿El viaje y los acuerdos firmados en Rusia y China, entre la declaratoria de competencia de la CIJ y el fallo final en La Haya, pudo haber influido en la sentencia? ¿Cuál podía haber sido el efecto político, en el corazón de Sudamérica, de darse un eventual fallo internacional favorable a Bolivia?
Vengamos al presente, las últimas noticias relacionadas al litio tienen que ver con la visita del canciller de la Argentina a Bolivia y, hace pocos días, el viaje del presidente Luis Arce a México donde se refirió a su decisión de retomar gestiones con una empresa alemana que Evo Morales dejó sin efecto mediante Decreto Supremo en un desesperado intento de atenuar la ola de protestas del pueblo potosino en octubre-noviembre del 2019 y que derivaron en su renuncia de la presidencia.
¿Por qué de pronto Luis Arce va a contramarcha de lo dispuesto por Evo Morales? ¿Será que nunca hubo una voluntad política genuina de abandonar ese leonino contrato?
La sobrada obsecuencia de los operadores circunstanciales del poder no da para pensar en sorpresas de último momento y consecuentemente, queda claro que estamos ante la presencia de intereses extranacionales que tienen la capacidad incluso de hacer que el presidente borre con el codo el referido Decreto Supremo.
Hasta aquí, un resumen apretado de hechos relativamente recientes que para quienes son acuciosos pueden perfectamente verificar con los titulares y la cobertura informativa que dieron entonces los distintos medios de comunicación social en el país; algunas interrogantes quizás mal/bien intencionadas y entre líneas, alguna especulación relativamente razonable que dé pie a seguir reflexionando sobre estos temas.