Por: Edwin Herrera Salinas |
El primer Ministro de Salud en el gobierno de Jeanine Áñez duró en el puesto tres meses y 25 días. Anibal Cruz renunció “por motivos personales” tras la llegada del coronavirus al país y cuando empezaba a desnudar cuán indefenso es nuestro sistema de salud. El primer Ministro de Salud en el gobierno de Luis Arce duró menos: dos meses y siete días. Édgar Pozo se fue en medio de la segunda ola de la pandemia que está produciendo una nueva escalada de casos positivos y muertes. Según información oficial, el exministro dimitió por contagio de COVID-19, aunque en el Ejecutivo se habla de diferencias insalvables con el resto del equipo de conducción del Ministerio de Salud y con otros sectores del actual gabinete.
El gobierno anterior tuvo tres ministros encargados de enfrentar a la COVID-19. Antes de cumplir 100 días en la Presidencia del Estado, Arce Catacora ya tomó juramento a dos ministros y nada asegura que ese número no aumente porque el virus que ha contagiado a más de 187 mil personas y matado a cerca de diez mil en Bolivia también se ha convertido en una trituradora de máxímas autoridades ejecutivas de salud, incluso de ministros de otras áreas y ha demostrado que puede moler los huesos de gobiernos enteros como ocurrió con el escándalo de presunta corrupción en la compra de respiradores durante la administración de la ex Presidenta.
Por su puesto que Bolivia no es el único pais que tuvo varios ministros de salud. En la región, desde el año pasado, hubo cambios en Brasil, Ecuador, Perú, Colombia, Panamá y El Salvador, entre otros países, por casos de corrupción y evidencias de ineficiencia en el manejo de la crisis sanitaria. La intención siempre ha sido una reconducción para que médicos experimentados en el sector público, con reconocida transparencia en sus trayectorias profesionales y que tengan práctica en la lucha contra la pandemia tomen la posta y mejoren la respuesta estatal, es decir, que la administración técnica, médica y clínica se sobreponga a la visión político partidaria de un área crucial en tiempos del coronavirus.
En contrarruta de lo que manda la lógica y pasando por alto que existen profesionales que llevan en el frente de batalla desde la primera ola con resultados óptimos, el gobierno se decidió por un perfil que se reivindica como parte del Movimiento Al Socialismo y toda su visión ideológica sobre lo que debe ser el sistema de salud boliviano, que hace unos años se puso en contra de sus propios colegas en la lucha nacional de los médicos para evitar que se criminalice su profesión mediante la modificación del Código Penal y que a fines del 2020 declaraba, como Director del SEDES de Chuquisaca, que no vía cercano el rebrote de la pandemia en su departamento.
¿Qué visión impondrá ahora Jason Auza en la prevención, contención y atención de la COVID-19? ¿Qué elementos primarán en la vacunación masiva a la que apuesta su gobierno? ¿Qué tipo de relación entablará con los colegios médicos a los que combatió en las jornadas de lucha de los mandiles blancos? ¿Seguirá con la muletilla de echar la culpa al anterior gobierno de todas las debilidades de carácter estructural del sistema de salud? La trituradora de ministros sigue con el motor encendido, esperando a que nuevos cuerpos pasen por sus rodillos y engranajes para moler y deshuesar todo lo que pueda. En el gabinete de ministros lo saben y no pocos la desafían todos los días con acciones o inacciones.