Un análisis que coincide con quienes a pesar de la simpatía que despierta nuestro candidato cruceño, desnuda una realidad que es irrefutable. El riesgo es elevadísimo de un inminente retorno del MÁS aunque se pregone que es una táctica del miedo. Si, yo tengo miedo de que volvamos a tener un gobierno al que ya no se podrá sacar con pititas y canciones en cada rotonda. Porque esta vez habrán tanques y metrallas.Tengo miedo a que lo que me resta de vida lo tenga que pasar sin opciones de ser libre como lo hemos sido siempre.
La situación no es fácil porque hay una efervescencia popular que bordea al fanatismo, que nos está haciendo creer que Camacho va a ser presidente. Quisiera que sea así porque es hora de que un cruceño mande en Bolivia. Pero los números dicen que no será así y que más bien sobrevendría un gobierno mucho más duro e intolerante que antes. Que regresará con odio y sed de revancha para borrar todo vestigio de nuestro estilo de vida tan descontraído y peculiar.
En este momento, en Santa Cruz, pensar diferente es ser traidor o anti cruceño. El endiosamiento al que se ha llegado con una pasión incondicional y desenfrenada me aterra porque es un sentimiento real y legítimo de la gente pero que nos va a llevar irremediablemente a destruir todo nuestro futuro.
Ruego a Dios porque esto no suceda. Porque tengo aún algún tiempo por vivir y crear. Porque tengo hijos y nietos que no verán ni disfrutarán lo que como cruceños hemos forjado como estilo de vida.
El proyecto político del MÁS es precisamente destrozar al ser cruceño porque le hace daño y para ello no medirá las fuerzas que utilizará para destruirnos y aplastarnos. Y será desde el principio, es decir , a corto plazo en una de las Navidades más tristes que podamos vivir.
Ni pájaro de mal agüero ni alarmista. Mi corazón me dice que demos paso al raciocinio, que nos tapemos la nariz y decidamos el domingo darnos mas tiempo de disfrutar en libertad. Lo contrario sería un suicidio de nuestro futuro.
Chelelo