RUTH ALIPAZ CUQUI: UNA LIDERESA INDÍGENA EN DEFENSA DE LA VIDA Y LOS TERRITORIOS

Por:Zulema Alanes  B. | 

A Ruth Alipaz Cuqui, lideresa indígena uchupiamona, no le gusta hablar en primera persona, siempre pone por delante el “nosotros” e incluye a todos los pueblos que luchan en defensa de la vida y los territorios indígenas.

“Mi vida está marcada por la dinámica de la comunidad y el entorno en el que nací y crecí”, aseguró en diálogo con Cabildeo Digital desde el municipio de San Buenaventura, a 5 kilómetros de San José de Uchupiamonas, la comunidad donde nació hace poco más de 50 años, en las riberas del río Tuichi y en el corazón del Parque Nacional Madidi una de las zonas con la mayor biodiversidad de flora y fauna del mundo y uno de los 20 lugares con mayor potencial turístico a nivel mundial.

Ruth es una mujer delgada y no supera el metro y medio de estatura, pero su pequeña humanidad contiene la fuerza y la resolución necesarias para enfrentar todas las batallas que le exigieron diferentes circunstancias extremas en su vida personal y en comunidad. 

“FUI LA PRIMERA MUJER BACHILLER DE MI PUEBLO”

Hija de madre soltera adolescente, se crio al cuidado de sus abuelos José y Antonia. Cursó hasta el quinto año de primaria y cuando le dijeron que hasta ahí llegaría porque en su comunidad no existía un colegio de secundaria “a los 12 años me escapé hacia La Paz porque quería continuar estudiando. Me busqué un trabajo de niñera para costear mis estudios, pero en el apuro no llevé mis documentos y no pude inscribirme al colegio”.

Su primera aventura en la gran ciudad duró dos años y volvió a San Buenaventura, esta vez al lado de su madre, y logró culminar el ciclo intermedio y avanzar hasta el primero medio. “Entonces tuve que volver a La Paz donde empecé a trabajar como empleada doméstica y años más tarde logré continuar mis estudios.  Fui la primera mujer bachiller de mi pueblo”.

Y no se detuvo.  “Luego estudié contabilidad, en el instituto de convenio Loreto, en la plaza Isabel La Católica”.   Pero sobrevendrían nuevos obstáculos, “Mi madre falleció y me tuve que volver a mi pueblo a trabajar para ayudar a mis hermanos pequeños”.  Luego de una pausa obligada de varios años, “nuevamente me volví a trabajar a La Paz.  Trabajaba en el día y estudiaba en la noche, así fui avanzando de a poco”.  

Tenía muy claro su objetivo.  “Terminé la carrera en Santa Cruz, me casé y tuve dos hijos, una mujer y un varón, que ahora ya están grandes, no viven conmigo”.  La maternidad no fue un obstáculo para continuar atrapando sus sueños, “a inicios de los 90, cuando terminé mi carrera universitaria, mi pueblo empezaba a ejecutar un plan de desarrollo de ecoturismo, el albergue ecológico Chalalán, y el 95 empecé a trabajar en este y en otro proyecto de agricultura alternativa en bosques tropicales húmedos”.

“DECIDIR SOÑAR EN GRANDE”

Su paso por Chalalán la motivó a imaginar sus propios proyectos.   Empezó “con una pequeña agencia de turismo especializada en aves, Bird Bolivia, el 2006, que me afirmó en los conocimientos sobre el valor del bosque y las especies amenazadas en Bolivia por la pérdida del hábitat o el tráfico de animales”.  

Dos años después, el 2008, volvió sus pasos a su comunidad para impulsar Sadiri Lodge un emprendimiento concebido “como una propuesta de conservación para apoyar a las comunidades”.  El pueblo indígena de San José de Uchupiamonas tiene gran parte en este emprendimiento y son beneficiarios directos 75 socios, de los cuales 40 son mujeres y 35 hombres son hombres.

“Los proyectos surgieron cuando descubrí que se estaba por concretar la concesión de grandes extensiones para la explotación forestal de una empresa maderera, en territorio uchupiamona hasta el límite de la TCO Tacana, un bosque de pie de monte en plena amazonía, muy rico en aves”.

En las áreas que se pretendía entregar en concesión “se cuentan alrededor de 430 especies de aves de las 1000 que existen en el Madidi, por eso propuse a mi pueblo hacer proyecto de protección de esa área a través del proyecto Longe SAdiri de observación de aves, hoy es el lugar más importante para la observación de aves en Bolivia. No nos equivocamos al dimensionar el valor que tenía esa área y decidir soñar en grande”.

“UN PERIODO DE DURAS BATALLAS”

El 2015 marcó un cambio de rumbo radical. “Nos integramos al directorio de la TCO y estaba en el cargo de secretaria de turismo y cultura”, y lo que imaginó sería un tiempo para afianzar los emprendimientos de ecoturismo, “se transformó en un periodo de duras batallas en defensa de la vida y los territorios”.

 “Empezó el tema del Chepete Bala y nos alarmamos, convocamos a una reunión y nuestro pueblo rechazó el proyecto, emitimos un pronunciamiento y ante ello el gobierno que tenía capacidad para desarticular cualquier intención de resistencia, nos sacó al año y medio, aunque habíamos sido elegidos por cuatro”.

El gobierno estaba decidido a concretar la construcción de la central hidroeléctrica Chepete – El Bala a cualquier precio. “Denunciamos que ese proyecto pone en riesgo la vida de la cuenca amazónica del río Beni, de donde emana el río Tuichi, y que podría desplazar a más de 5 mil indígenas con la inundación de un territorio equivalente a siete veces la ciudad de La Paz”.

También denunció el impacto negativo del complejo Rositas, conformado por siete hidroeléctricas, q”ue anegará más de 40 mil hectáreas de bosques de la cuenca del río Grande y afectará a las provincias Valle Grande y Cordillera, en el departamento de Santa Cruz”.

Lo dijo muchas veces y lo repite para que quede claro “que mi territorio pueda ser inundado y que todo eso desaparezca, que mi río desaparezca, sería como si me borraran la memoria”.

Por eso no se dejó intimidar por las maniobras del gobierno y la representación de las comunidades del río Tuichi se integró a la mancomunidad de comunidades de los ríos Beni y Quiquibey.  

“Vengo a pedir a nombre de mis hermanos de las naciones mosetén, chimán, ese eja, tacana, leco y mi propio territorio, Uchupiamona, que se respeten nuestros derechos y que sean escuchadas nuestras voces en contra de los megaproyectos hidroeléctricos Chepete-Bala, que amenazan nuestra existencia y territorios”, dijo en abril de 2018 ante los asistentes a la 17 sesión del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU, en Nueva York.  Entonces habló en representación de la Mancomunidad de Comunidades Indígenas de los ríos Beni, Tuichi y Quiquibey.

En diciembre del mismo año, fue parte del encuentro de las distintas resistencias contra la destrucción de los territorios indígenas que se organizaron en la Coordinadora Nacional de Defensa de Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas (CONTIOCAP) a convocatoria de los defensores y defensoras de la Reserva de Flora y Fauna Tariquía.

“Nos reunimos todas las resistencias que ante la destrucción y cooptación de las organizaciones tradicionales de representación de nuestros pueblos, luchábamos desde las bases en nuestros respectivos territorios indígenas y áreas protegidas, defendiéndonos de los planes del gobierno de imponer el extractivismo: como las exploraciones petroleras, la minería a cielo abierto en tierras altas y bajas, la construcción de mega hidroeléctricas en las principales cuencas del país, la ampliación de la deforestación para el agronegocio y los agrocombustibles,,la mercantilización de nuestros territorios y las áreas protegidas por intereses políticos”. 

El objetivo se cumplió y lograron “en unidad defendernos de todo tipo de atropellos sistemáticos desde el gobierno central, de empresas transnacionales y nacionales, de organizaciones y grupos afines al gobierno. Los fundadores fuimos 12 resistencias, y durante el segundo Congreso en 2019 se han sumado más, en 2020 también se fueron sumando, siendo a la fecha 35 resistencias a nivel nacional”.

La CONTIOCAP fue la plataforma desde donde los pueblos indígenas consolidaron múltiples formas de resistencias, “sea con presencia en momentos de los ataques a nuestros territorios, dándonos apoyo moral; con denuncias sobre las violaciones a los derechos indígenas, derechos de la naturaleza y derechos humanos, con el fin de generar debate sobre la política económica del gobierno que se decía indígena”.

Y Ruth Alípaz Cuqui, habló y denunció que “En Bolivia está en curso un plan de extinción de los pueblos indígenas a través de megaproyectos hidroeléctricos que impulsa el Gobierno boliviano en la Amazonia, la deforestación de extensos territorios para plantaciones de soya y la otorgación de concesiones mineras y de hidrocarburos en varias regiones del país”.