Foto: Fundación Tierra |
Ante la “polarización” de agricultura en el país, entre grandes propiedades agrícolas cruceñas con monoproducción y exportación, y la pequeña producción campesina indígena del occidente, se requiere una diversificación productiva.
La propuesta fue planteada por el director de la Fundación Tierra, Gonzalo Colque al evaluar por qué en el último año la agroindustria de Santa Cruz marcha viento en popa mientras que la familiar campesina cada vez produce menos y cero ganancias.
“Lo que está sucediendo, estos últimos meses, es que el precio internacional de la soya ha escalado a niveles no vistos en los últimos años. Ahora está entre $us 500 y $us 600 la tonelada mientras que en las épocas de crisis llegaban a $us 200 a $us 250”, asevera.
Agrega que el precio es un “factor decisivo” para que el modelo de agricultura cruceña, tome más tierra, avance, monopolice la propiedad agraria.
“Y todo hace pensar que estos niveles altos de precios internacionales se van a mantener. Eso prácticamente decide el comportamiento de la agricultura, incluyendo la conversión de las zonas de colonización como San Julián y Cuatro Cañadas parte de Yapacaní y Pailón (Santa Cruz) que eran zonas tradicionales de campesinos colonos, que practicaban la agricultura diversificada para el mercado y el autoconsumo”, analiza Colque.
En criterio del director de la Fundación Tierra, esa situación ha cambiado radicalmente, todas esas tierras ahora son monocultivos.
“Ese es el factor decisivo y obviamente es el sector dominante dentro de la agricultura nacional (agroindustria cruceña) y produce la mayor cantidad en valor, en toneladas, demanda la mayor parte de las subvenciones directas e indirectas que tiene el Estado, es el sector que tiene más beneficios en tratamientos impositivos preferenciales”, dice.
PRODUCCIÓN CAMPESINA
El problema de este sector es que hoy tiene que competir con la producción campesina de Perú, fundamentalmente, según análisis de Colque.
Argumenta que “la producción peruana ha tenido un desarrollo largo e importante en términos de productividad de rentabilidad. Por ejemplo al consumidor local (boliviano) le conviene comprar papa peruana porque cuesta menos, son más grandes y la oferta es permanente2.
El sector productor campesino no tiene niveles de productividad, de rendimientos y de mejora agrícola. “Entonces tiene que competir con la producción semi empresarial en papa, cebollas y otras hortalizas del Perú. Y ese factor está complicando la vida de mucha gente que se dedica al agro sobre todo en la parte andina del país”.
“El problema es de fondo, porque el problema de la agricultura está polarizado entre grandes propiedades agrícolas que tienen mono producción y exportación, y la pequeña producción campesina indígena que está básicamente en las regiones altas y que maneja tierras marginales que no tienen el mismo potencial que el resto”.
Frente a esa situación, Colque propone apostar por un modelo agropecuario de diversificación en el país. “No podemos seguir como un país que produce 4 o 5 cultivos por hectárea en promedio cuando otros países lo hacen por encima de 15 cultivos por hectárea”.
Somos un país que apuntamos a la mono producción, cuando puede aprovechar su potencial en la parte andina como lo hace Ecuador, Chile o Perú. Y dejar de “parecernos a Argentina y Brasil que son grandes productores de soya”, finaliza el director de la Fundación Tierra, Gonzalo Colque.