Por: Amalia Pando |
Hay una revuelta en curso del MAS contra el MAS. La base campesina del gobierno se ha rebelado contra los dos decretos que obligan a la población de usar barbijos y vacunas para ingresar a un lugar público como bancos, supermercados u oficinas.
David Choquehuanca, vicepresidente del Estado, encabeza la resistencia a la ciencia. Dijo que comió pasto cuando enfermó de COVID-19 y no se vacunó. Prometió hacerlo después de tomarse un vaso de tequila en Año Nuevo. ¿ Un vaso ?
El ejemplo de Choquehuanca se produce cuando la cuarta ola está en el pico más alto de los dos años de pandemia con 3.910 casos en 24 horas y 30 muertos en un día. El año pasado dejó 10 mil muertos por Covid-19. Ha sido una tragedia, pero no una lección.
Envalentonados por el ejemplo de Choquehuanca, explosionaron los pronunciamientos contra las vacunas. Amenazaron con movilizaciones las Federaciones de Campesinos de La Paz, maestros rurales, Bartolinas, Cafecay, interculturales y varios otros.
Así el gobierno y la sociedad anotan una nueva división que existe en todo el mundo, pero solo aquí está dirigida por el propio vicepresidente. Los anti-vacunas se apoyan en el descrédito y la indisciplina que causa un gobierno con tres cabezas, cada una haciendo y hablando por su cuenta.
Luis Arce no abrió la boca puesto que la revuelta es contra él. Su interés en la aplicación masiva de las vacunas está en la reactivación de la economía pero no logra convencer ni al propio ministro de Salud Jeyson Auza que se mostró en público bailando apretadito con Elinda Osorio, Jefa de la Unidad de Redes de su dependencia, en el concierto del Chaqueño Palavecino.
¿Qué hay de malo en esto? Nada, salvo que el ministro de Salud no usó barbijo, ni él ni nadie. En cualquier otro país lo echaban del gabinete.
Y ¿qué decir del Jefazo? La foto del ampliado cocalero de fines de diciembre que presidió en Eterazama es elocuente. Siguiendo el ejemplo de la comandancia, ni un solo barbijo en el coliseo. Es estremecedor por la irreverencia a la muerte, porque queda comprobado que al Jefazo no le importan sus bases. Le importa el poder. Allí amenazó a Arce para que cambie el gabinete y despedir a los maestros que se nieguen a las clases presenciales.
Con esta actitud “ejemplificadora” es evidente que no superaremos la pandemia. La meta era aprender a convivir con el Covid-19, con vacunas y barbijos, pero ahora los no - vacunados se abanderan de la muerte haciendo gala de una supremacía de raza o de ignorancia, que al final de cuentas, los pone en mayor riesgo. Por esa arrogancia murió Felipe Quispe Huanca, el Mallku. Lo peor es que contagian en los micros, reuniones y por donde pasan. Ponen en riesgo a todos y los primeros afectados son los médicos y enfermeras. Hay 25 médicos que están internados en Santa Cruz. El jóven director del Hospital Metodista de La Paz ha muerto, uno mas de los 500 médicos que ya se llevó el Covid-19.
Parece que nada se puede hacer cuando las cabezas del gobierno y su partido se niegan a reconocer la gravedad de una pandemia que ha destrozado la economía mundial y la vida de millones de personas. Y no por casualidad los irresponsables del planeta son todos líderes autoritarios empezando por Trump, Putin, Bolsonaro, López Obrador, Ortega, Evo Morales, David Choquehuanca y tantos otros.
Dios nos libre de tanta indolencia ya que nosotros no podemos con ellos.