Por: Rosa Talavera Simoni |
Atravesaron distintos municipios sobre la ruta Trinidad - Santa Cruz de la Sierra y encontraron apoyo en la mayoría de ellos; otros, fueron indiferentes y, en alguno, les cortaron el agua para desalojarlos del lugar en el que descansaban. Partieron pocos, pero 36 días después del inicio, llegaron a la capital cruceña, las aproximadamente 600 personas que, representando a 18 pueblos indígenas de tierras bajas, la protagonizaron. Fueron recibidos con cariño y entusiasmo por la gente que se apostó a lo largo de los 4 Kms. que unen la vía de salida de Cotoca con la Plaza 24 de Septiembre.
Esta marcha, que no quiere ser nombrada siguiendo la secuencia de numeración de las anteriores, fue calificada de “diferente”, en una entrevista realizada por el programa “Influyentes” de Radio El Deber el 29/09, por Leonardo Tamburini, miembro de una ONG cuya misión está vinculada a la promoción de los derechos de los indígenas. “Diferente”, dijo, no solo por quienes la integran y dirigen, sino por quienes “la apoyan”, sugiriendo afinidad de los marchistas con sectores de la “derecha cruceña”. Así, coincidió con un dirigente de la CIDOB -la reconocida por el gobierno- quien, en otra entrevista realizada el mismo día por Radio Panamericana, llamó a los marchistas afines a Camacho (sic) a canalizar sus demandas por medio de dicha organización.
Otras diferencias señaladas por Tamburini son: que la Marcha no se dirige a La Paz “lugar donde se resuelven (¿?) los problemas nacionales” y que tiene un acompañamiento técnico “que no es el habitual” (¿se refería al de las ONG que decidieron no apoyar esta marcha y que la descalificaron por su supuesta cercanía con el Comité Cívico cruceño?). Sobre el primero de los temas señalados, Adolfo Chávez, uno de los dirigentes de la Marcha, dio una explicación razonable: ellos vienen de tierras bajas y subir a La Paz les representa un riesgo de salud, adicional al implícito en el esfuerzo de marchar; en cambio, las autoridades nacionales tienen todas las facilidades (y la obligación) de desplazarse hasta Santa Cruz para entablar el diálogo.
Sobre lo segundo, puede ser que la gobernación de Santa Cruz haya apoyado esta Marcha y, es más, institucionalmente tendría hasta obligación de hacerlo, como lo han hecho varios municipios por los que la misma ha transitado, independientemente de su afinidad, o no, con el partido de gobierno. Sin embargo, el apoyo más evidente, hablando de autoridades nacionales y departamentales, ha sido el del gobierno nacional, que puso vehículos, ambulancias y policías para acompañar la Marcha, ejerciendo de este modo presencia en un espacio que, desde el punto de vista político, está en disputa.
Por otra parte, desde la sociedad civil cruceña, a título personal o institucional, sí que ha habido respaldo a la Marcha y no meramente por razones humanitarias, sino también por conciencia ambiental y democrática. Entre otros, han apoyado la UAGRM, la UCB, que han prestado asistencia médica, la plataforma Ríos de Pie y diversas juntas vecinales y personas individuales que han recogido en sus barrios, vituallas y alimentos para enviar a los marchistas. El sentido de este apoyo se patentiza en un pronunciamiento de los integrantes del Museo Guaraní y los Estudiantes por los Derechos de los Pueblos Indígenas y la Justicia Ambiental, del que cito este párrafo: “Cuando una madre sale a marchar, embarazada, o con su hijo o hija en brazos, o toda la familia, es porque en su territorio ya no queda nada, ya no es posible la vida; porque los territorios son invadidos y avasallados por agroindustriales, ganaderos y colonizadores cocaleros del Chapare, que destruyen los bosques, la flora y fauna quemada, y en tales condiciones no es posible la vida para los pueblos indígenas”.
La entrevista en cuestión cerró con el entrevistado afirmando que es una generalización equivocada decir que no hubo avances en cuanto a las reivindicaciones de los pueblos indígenas desde la Marcha de 1990; esto puede ser cierto, pero también lo es que, en los últimos 10 años del gobierno del MAS, hubo retrocesos significativos, como lo han señalado quienes dirigen esta Marcha. Sorprende la toma de posición de instituciones y personas que, por décadas, han apoyado el fortalecimiento de las organizaciones indígenas del paìs, para el logro de sus reivindicaciones y la defensa de sus avances y que, en esta ocasión, optaron por jugar de “observadores”.
El temor a que las organizaciones que han protagonizado la Marcha de este año, se “contaminen” con la “derecha cruceña”, expresa una subestimación de su capacidad de discernimiento político y hasta podría estar indicando que los esfuerzos y recursos empleados por diversas ONG para fortalecer el sentido de autodeterminación de las organizaciones indígenas respecto de sectores o facciones políticas que les son ajenos, han sido inconducentes.