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Por: Amalia Pando |
Este 5 de agosto en La Paz dos mujeres que sujetaban un cartón que decía “Fue Fraude“ fueron atacadas por una patota del MAS que las rodeó , golpeó y destruyó su cartel.
En el atrio de la UMSA ocurrió lo mismo con las personas que acudieron al llamado de CONADE para marchar por Democracia y Vida. El ya conocido paramilitar Gustavo Torrico dirigió las huestes del MAS que a palos, patadas y pedradas impidieron esa concentración.
Desde el viceministerio de Gobierno, Nelson Cox midió el momento adecuado para enviar policías que separen los dos bandos y eso ocurrió cuando empezó a correr sangre de la cabeza del diputado Beto Astorga.
El gobierno del MAS desde octubre de 2019 organiza y financia grupos de paramilitares para atacar a la oposición e impedir el derecho a la protesta. La Policía aparece tarde, para proteger a los agresores que luego se declaran víctimas de la “derecha”.
De este modo el gobierno se lava las manos de la sangre derramada y la CIDH mira hacia otro lado porque supuestamente se trata de un enfrentamiento entre civiles.
Ya lo hemos vivido antes.
LA VENGANZA DE COX
Nelson Cox es el promotor de las detenciones de los tres activistas de la Resistencia Cochala, Yassir Molina, Tonchy Bascopé y Milena Soto. Es algo personal. Es su revancha después de la derrota del MAS en noviembre del 2019.
Nelson Cox fue Defensor del Pueblo en Cochabamba durante las jornadas de octubre y noviembre del 2019 y desde ese pedestal coordinó con los masistas de K’ara K’ara y el Chapare para atacar y destruir los bloqueos de las “Pititas” contra el fraude, y, tras la huida de Evo Morales, para levantar un cerco de hambre alrededor de la ciudad.
Sus enemigos fueron los motoqueros de la Resistencia Cochala que se organizaron para defender a una ciudad y su gente durante los 21 días que duró el paro contra el fraude.
Desde la Defensoría, Cox los hizo calificar por la CIDH como una organización criminal y con su presencia en el Chapare aplaudió la provocación de Sacaba y echó los muertos que ellos mismos causaron sobre las espaldas de Jeanine Añez.
COX ACUSA POR CUATRO BOLSAS DE BASURA
El pretexto para encarcelar a los tres de la Resistencia Cochala son las cuatro bolsas de basura que echaron en la casa de la gobernadora de entonces Esther Soria y por haber pintado un grafiti sobre la pared de la Fiscalía.
Son infracciones que se compensan con una lata de pintura y son una ridiculez en comparación a la destrucción por parte de un grupo del MAS, justificada por la Ministra de Culturas, del monumento a Colón ubicado en el Prado paceño, una escultura de blanco mármol extraído de las montañas italianas y transformado en arte por las manos de los maestros Grazziossi y Guerzoni. En 1923 la comunidad italiana nos hizo este regalo con el nombre “Bolivia debe navegar”.
COX CON LA BASURA HASTA EL CUELLO
Así mismo es bueno recordar que Cox justificó, y posiblemente coordinó, los 10 bloqueos al botadero de K’ara K’ara, ubicado en el sur de Cochabamba. El más prolongado dejó 2,750 TN de basura en las calles y por entonces la pandemia del Coronavirus ya cobraba víctimas fatales.
En total, sumando el tiempo de los 10 bloqueos, Cochabamba estuvo durante 60 días con 40 mil TN de basura hasta el cuello, por múltiples “razones”: para contrarrestar a la Resistencia Cochala; después para que renuncie Jeanine Añez; luego para pedir la libertad de tres masistas sospechosos de volar una antena de telecomunicaciones; hasta por una canasta de alimentos para los escolares.
En este contexto de basura, moscas y ratones en todas las esquinas, la Resistencia Cochala llevó algunas bolsas de basura a la casa de la gobernadora Soria, en protesta por su negligencia para dar solución al problema.
Después se conoció una grabación de la gobernadora Soria coordinando con la gente de K’ara K’ara sobre los bloqueos a los carros basureros.
COX: HERIDOS Y REHENES
En mayo 2020, el gobierno Transitorio usó un fuerte resguardo policial y militar para desbloquear el túnel de El Abra para que un centenar de camiones basureros puedan ingresar al botadero de K’ara K’ara. Lo consiguieron en medio de gases lacrimógenos, pero 65 no pudieron salir y varios choferes y policías resultaron heridos en el intento de escapar de la zona de conflicto.
En junio de 2020, militantes del MAS que se hicieron llamar los “auto convocados” tuvieron de rehén al cabo Iván Mayta. “Lo hemos entregado sano y salvo. No le hemos hecho nada”, declaraban sus captores, mientras Cox negaba que se hubiera producido un secuestro.
COX: NI OLVIDO NI PERDÓN
El Defensor del Pueblo, Nelson Cox, no pidió “ni olvido ni perdón, justicia” para Limber Guzmán Vásquez, de 20 años, asesinado a golpes por una horda masista en Quillacollo. El parte médico indicó que tenía costillas rotas, traumatismo cráneo encefálico grave, fractura de base de cráneo y muerte cerebral.
Tampoco pidió cárcel para quienes volaron el 13 de noviembre del 2019, 200 metros del gasoducto Carrasco-Cochabamba, acto terrorista que costó millones de dólares en pérdidas para las industrias de Cochabamba, Oruro y La Paz que se paralizaron por falta de gas y otros miles en la reparación del ducto, tarea que demoró meses.
En junio del 2020, durante los bloqueos para pedir el adelanto de las elecciones, volaron cuatro antenas de comunicaciones, 3 en las cercanías de Yapacani - Santa Cruz, y una cerca de K’ara K’ara. Una joven identificó a tres de los autores, pero se retractó luego de ser secuestrada por los vecinos. Cox defendió sin tapujos a los terroristas de su partido.
Tampoco se conmovió de la Policía que durante semanas fue blanco de actos de violencia por lo que el 27 de noviembre de 2019 sus esposas tomaron durante 15 días las instalaciones de la Defensoría del Pueblo pidiendo la renuncia de Cox por falta de imparcialidad.
Pero sí pidió “ni olvido ni perdón, justicia” en una concentración de cocaleros en el Chapare donde responsabilizó, sin investigación previa, a Jeanine Añez por los muertos de Sacaba.
COX AGENTE DE EVO MORALES
Cox nunca fue un Defensor del Pueblo, es decir, un vigilante, un garante de los Derechos Humanos, en cambio fue un agente de Evo Morales y lo sigue siendo.
Fue nombrado por el dedo del jefazo como candidato a Alcalde de la ciudad que hundió en basura y violencia, por supuesto perdió y como consuelo fue designado viceministro de Gobierno, para que siga los pasos de Sacha Llorenti quién usó el trampolín de los Derechos Humanos para saltar al bando contrario de la represión y la tortura.
Cox ya condenó a meses o tal vez años de prisión a los chicos que tiraron esas bolsas de basura a la casa de la gobernadora Soria e hicieron una pintada en la Fiscalía, mientras absolvió y encubrió a los masistas de K’ara K’ara que inundaron Cochabamba con basura, a los que volaron antenas, a los que volaron un gasoducto, a los dejaron decenas de heridos a golpes y mataron a Limber Guzmán, y a los que organizaron la matanza de Sacaba con miras al cerco de hambre a Cochabamba.
COX, UN ENGRANAJE DE LA DICTADURA
Un país dividido y confrontado es el terreno fértil para aplastar a la oposición y consolidar una larga, larga dictadura.
El discurso de Luis Arce con motivo del 6 de agosto mencionó 50 veces las palabras “golpe de Estado”, según recuento de El Deber. Fue un mensaje no solo de provocación, pero sobretodo de guerra. Y Cox es el engranaje represor del régimen.
Que quede claro, clarísimo, aquí no habrá concertación ni reconciliación. Aquí es un desperdicio de tiempo proponer reformas a la justicia u otras materias. Aquí se destila odio para aniquilar cualquier tipo de oposición al régimen. Y ya tenemos una treintena encarcelados.
La guerra está agendada y se la gana o se la pierde. Muchos esperan al “mesías” para encarar las batallas que se avecinan. Eso no ocurrirá, no aparecerá de la nada un líder redentor. Con lo que se tiene y con quienes estén dispuestos a dar la batalla para recuperar la Democracia y defender la Vida.
En este sentido qué alentador ha sido ver otra vez repleta la Plaza 24 de septiembre en Santa Cruz bajo la consigna “Democracia Sí, Dictadura No”. Y más alentador aún constatar que hay mujeres que se levantan y enfrentan a los paramilitares, aunque reciban patadas en suelo.
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