Por: José Luis Saavedra |
“No puede existir reencuentro con la madre tierra, mientras desde el Estado se continúen impulsando y socapando prácticas ecocidas” (Asamblea por los bosques y la vida).
En la mañana del día jueves 22 de abril he asistido al evento, convocado por el gobierno del presidente Arce, denominado “Reencuentro con nuestra Madre Tierra/Pachamama”, donde no he escuchado sino loas y alabanzas (al estilo de las sectas religiosas) a la Pachamama. Todos (unos con más énfasis que otros) han hablado maravillas de la pacha y han obviado (alienada y alienantemente) la grave problemática del extractivismo y la consecuente depredación y devastación de los bienes comunes de la naturaleza.
El común de los/as expositores/as ha improvisado su ponencia y ha sido evidente que no se han preparado (Bautista leyó, pero es de un lirismo tan barato que realmente enfada y la traducción de Shiva ha estado pésima) y ninguno/a fundamentó su comunicación, ni dijo haber revisado algún reporte de carácter técnico y/o científico. De manera que improvisaron sus alocuciones, lo cual (por lo mínimo) es una falta de respeto: nos consideran estúpidos y/o que vamos a aceptarles cualquier majadería con tal de que mencionen a la Pachamama.
El evento pachamámico ha sido pues insuficiente, tanto que ninguno/a de los/as ponentes ofreció dato técnico alguno acerca de la problemática socioambiental de y en el país y menos han hecho referencias -mucho menos interpelaciones, críticas y/o cuestionamientos- a las políticas extractivistas del régimen MASista. La falta absoluta de base y/o referencia empírica en las alocuciones meramente celebratorias de la Pachamama, por lo demás fútiles, cuando no alienadas y alienantes (encubridoras de la realidad), revela pues complicidad (activa y/o pasiva) con las estrategias irracionalmente depredadoras y devastadoras del gobierno del presidente Arce.
¡La Pachamama no es más que un fetiche!
En relación con las exposiciones, quiero hacer notar una mentira (sí, ¡una mentira!) expresada por el ministro del poder popular para relaciones exteriores de Venezuela, Jorge Arreaza Montserrat, quien, al hablar de los transgénicos, dijo “que fueron permitidos por la dictadura, el gobierno de facto (sic)”. No tengo espacio para el detalle, bastará con decir que el primer evento de soya transgénica (la soya resistente al herbicida glifosato) ha sido aprobado por Mesa (el 2005). Y es el presidente Evo, precisamente Evo, quien, el 26 de junio de 2011, contradiciendo flagrantemente el artículo 255 de la Constitución, legalizó el uso de transgénicos (en el país) con la promulgación de la Ley 144 (de Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria), que (entre varios otros) en el artículo 19, numeral cinco, expresa claramente que “se establecerán disposiciones para el control de la producción, importación y comercialización de productos genéticamente modificados”.
En relación con el contenido de las exposiciones en el “Reencuentro”, las expresiones más comunes (muy a tono con la retórica populista) han estado referidas -en un modo por demás demagógico y que por tanto no afectan en modo alguno al sistema mundo moderno colonial- al plano del deber ser (normativo), tales como “universalizar el concepto de la madre tierra”, “defender los derechos de la madre tierra”, “crear conciencia para cuidar la madre tierra”, “respetar a la naturaleza”, “desarrollar acciones de manera amigable con el medio ambiente”, “vivir en armonía con la madre tierra”, “garantizar el respeto a los derechos de la madre tierra”, “precautelar y salvaguardar los derechos de la naturaleza”, “cuidar y proteger nuestra Pachamama”, “abogar por la liberación de la madre tierra”, “tratar a la madre tierra con respeto”, “convivencia plena de la relación simbiótica entre humanidad y naturaleza”, ”avanzar hacia formas de vida en armonía con la naturaleza”, “cumplir con las ofrendas ancestrales”, y un largo y fútil etcétera.
Así, pues, no ha habido ninguna, absolutamente ninguna alusión (no hablo de las menciones abstractas sino de las situadas en el país) al agro extractivismo; a la depredación y devastación causadas a la madre tierra; a la salvaje explotación de nuestros recursos naturales; a la práctica liquidación de la biodiversidad; a la brutal deforestación; a la violenta ampliación de la triple frontera: hidrocarburífera, minera y de los agronegocios (chaqueos, desmontes y quemas); a los mega incendios forestales y a la quema de los bosques; a la contaminación y polución (del aire, del agua, de los ríos, de los humedales, de las lagunas); a los derrames petroleros; a los monocultivos; a los agrotóxicos prohijados por el agronegocio; a la profusión de políticas atentatorias contra el medio ambiente; a las agresiones y avasallamientos de las territorialidades indígenas, áreas protegidas, parques nacionales y reservas de la biosfera; a la anulación del paquete incendiario… El memorial de agravios es prácticamente infinito.
Contra “los criminales que violan los derechos de la madre tierra” (Vandana Shiva)
Qué es lo que está en juego o, mejor dicho, qué es lo que centralmente deberíamos debatir: la liquidación del modelo de desarrollo extractivista. ¿Por qué?, porque el extractivismo es insostenible, inviable y contra natura. Aquí es muy pertinente la palabra lúcida y valiente de la activista ambiental Alejandra Crespo, quien, de manera contundente, manifiesta que “el modelo de desarrollo (la minería y todas las actividades extractivistas), que se lleva a cabo en Bolivia, se cree que es la única forma de tener ingresos; pero, que -desde la época de la Colonia- no nos ha dejado nada más que destrucción, muerte y pobreza. Los que están en el poder, todo el tiempo están con el tema del desarrollo en base a la extracción de materias primas y en base a la destrucción de nuestra biodiversidad; pero, en lo que vamos de la historia de Bolivia, no hemos tenido más que atraso y pobreza”.
Así, pues, “debo decir que -sin importar que sean de derecha o de izquierda- todos (los gobiernos) han demostrado que se basan en el extractivismo y en la destrucción de la madre tierra”. Ergo, qué nos queda, intensificar las luchas y las resistencias territoriales hasta la anulación del extractivismo depredador y la consecuente reconstitución político territorial de los derechos de la Madre Tierra.
José Luis Saavedra es miembro de Somos Sur y profesor de teoría y política poscolonial.