Por: Amalia Pando |
Jeanine Añez, de 53 años, expresidente de Bolivia, necesita internación de urgencia en un centro de salud. Así lo aseguraron tres médicos que la atendieron en las últimas horas en la cárcel de Miraflores, aunque solo dos se animaron a firmar esta conclusión.
El juez Armando Zeballos es el responsable legal de dar la orden de su traslado, pero se niega a hacerlo por presión e intimidación del gobierno.
Jeanine tiene 40 grados de fiebre, un cuadro infeccioso severo, adormecimiento del rostro e hipertensión arterial. Es decir, su vida corre peligro.
El 13 de marzo fue secuestrada en sandalias de su domicilio en Trinidad. Su departamento ha sido ocupado por agentes del gobierno sin que sus hijos, que también viven allí, puedan volver a entrar o disponer de sus bienes.
La historiadora chilena, Loreto Correa Vera, escribió:
“No bastó el calvario de hacerse cargo de un país en llamas. Tampoco tratar de navegar un gobierno repleto de aves rapaces. La vimos llorar, porque ella ni lo buscó, ni se lo imaginó jamás. Pero ahí estuvo, en medio de las circunstancias, poniéndole el pecho a las balas y dando lo mejor de sí para enderezar un país enredoso y complicado. De la mano de una fe poco común en estos días, gallarda, sin adornos y sin poses dirigió Bolivia por casi un año, con el sólo empeño de llevarla hacia un nuevo gobierno, sin fraude. ¿Alguien lo duda? En Chile no lo dudamos.
Sin embargo, el artero machismo en Bolivia la vistió de corrupción y el Poder Judicial se agazapó bajo las alas del MAS. Un año no alcanzó, y menos en pandemia, para restaurar la democracia. Y así, en una acción sin precedentes en la historia latinoamericana, un ministro encabezó el arresto de Jeanine Añez en la madrugada del 13 de marzo porque una mujer - en una más de las tantas de Evo - acusó a Jeanine.
Nulo respeto al debido proceso, ninguno a la investidura y rango de su cargo. Ninguna prueba preliminar para acusarla de terrorismo. Pero ahí estuvo el poder del MAS, irrumpiendo en medio de la noche y arrestando a una mujer que, claramente, cumplió más allá de sus posibilidades.”
AL OTRO LADO DEL MUNDO
Otra mujer, Aung San Suu Kyi, de 63 años, Premio Nobel de la Paz, presidente de Myanmar, también está detenida desde el pasado 1 de febrero cuando el ejército dio un cruento golpe de Estado.
Golpe militar respaldado por Bolivia, Venezuela, China y Rusia.
Myanmar, antes Birmania, tuvo 50 años de gobiernos militares. Aung San Suu pasó 19 años bajo arresto domiciliario hasta que cayó la dictadura y ella ganó las únicas elecciones que recuerda ese país.
No la dejaron terminar su mandato. Nuevamente fue sometida a un arresto domiciliario, y luego, el 14 de marzo, un día después de la detención de Jeanine, fue trasladada a una cárcel de máxima seguridad.
El pueblo sigue resistiendo en las calles y la dictadura matando civiles. La jornada más sangrienta fue la del sábado 27 de marzo cuando mataron a un centenar de manifestantes.
Dos mujeres que se jugaron por la democracia, presidentes de sus respectivos países, están encarceladas.
LAS AMBULANCIAS
Fue brutal el golpe psicológico que sufrió Jeanine Añez cuando estando en la cárcel de obrajes le hicieron creer que el gobierno de Arce había accedido a internarla en una clínica. Sin oponer resistencia, cerca de las 10 de la noche, subió a una ambulancia que la trasladó a la cárcel de Miraflores donde se le ha impuesto un régimen de aislamiento.
El único antecedente del uso de ambulancias para fines represivos es el golpe de Estado de 1980 cuando el general Luis Arce Gómez ocupó la Central Obrera Boliviana con un grupo de paramilitares que llegaron en ambulancias y mataron a Marcelo Quiroga Santa Cruz y Carlos Flores Bedregal.
LA TORTURA
Jeanine Añez está detenida a pesar de la Constitución que prohíbe expresamente la detención de expresidentes y exsenadores. (Art. 151 y 152) Jeanine es el trofeo de guerra exigido al gobierno de Arce por Evo Morales.
Esto explica la tortura que se le aplica. El aislamiento es un castigo extremo para quienes están privados de libertad.
Jeanine no tiene con quién hablar. Está encerrada en un cuarto sin ventana. Tiene que escoger entre ver a su hija o a su abogada. Encuentros que son cortos y supervisados.
Desde que envió un mensaje al pueblo boliviano, le quitaron el cuaderno donde se desaguaba escribiendo. No dispone de celular, de computadora, de radio o televisor. Ni siquiera puede matar el tiempo jugando a las cartas como lo hacen sus compañeras de infortunio, entre ellas la ex novia de Evo Morales, Gabriela Zapata.
Teje y piensa: “yo llegue a Palacio cuando estos cobardes ya habían huido del país o se habían metido a una embajada”.
Sufre de presión alta y para evitar un ataque cardiovascular fatal debe tomar religiosamente una pastilla de Losartan al día. Pues, durante tres días le quitaron sus pastillas.
ALEXEI NAVALNY
El principal opositor al dictador ruso, Vladimir Putin, fue envenenado dos veces. Alexei Navalny, de 44 años, el año pasado fue internado en Alemania donde le salvaron la vida de un envenenamiento con radiación. Regresó a Moscú y fue detenido por no haberse presentado a una audiencia judicial a la que fue citado mientras estaba hospitalizado en Berlín.
Fue encerrado dentro de los muros de la dura colonia penal de Pokrov. El 31 de marzo inició una huelga de hambre reclamando atención médica.
“El nivel de potasio de su sangre es crítico, puede sufrir un paro cardiaco en cualquier momento. Su vida pende de un hilo”, dijeron los médicos amigos que lo visitaron.
El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, le advirtió a Putin que, si algo le pasaba a Navalny, tendría que atenerse a las consecuencias. La Unión Europea también se pronunció pidiendo su liberación al igual que 70 reconocidos escritores y artistas que publicaron una proclama en el The Economist de Londres y Le Monde de París.
Como gran cosa, Putin accedió a trasladar a Navalny a un hospital para reclusos donde continúa en huelga de hambre.
Este miércoles 21, miles de rusos salieron a las calles, en más de 40 ciudades, a pedir por la liberación del líder opositor. Dos centenares fueron aprehendidos por la policía de Putin, entre ellos al segundo líder opositor, Liubou Sobol.
Esta es la segunda ola de protestas tras las multitudinarias manifestaciones de enero pasado.
Y mientras envenenaba opositores y encarcelaba manifestantes, Putin promulgó una ley que le permitirá continuar en el Poder hasta el 2036.
JEANINE ESTA SOLA
Ya pasaron las primeras marchas de indignación por su injusta detención. Una comisión parlamentaria logró visitarla y constatar las inhumanas condiciones de su internación, pero no hizo nada más. Y, la delegación de la Naciones Unidas que debía entrevistarla fue prohibida de ingresar al centro de Miraflores.
Jeanine está sola, enferma y torturada con el aislamiento. Es increíble que la suerte de esta mujer sea la suerte de la Constitución y la democracia en Bolivia.