Por: Edwin Herrera Salinas |
Se acabó el período de prueba para Luis Arce y sus muchachos en el ejercicio del poder. El masismo ha quedado arrinconado a la oscura y fría esquina de la minoría político-electoral por la paliza que recibió en las elecciones regionales, pero también por la ineficiencia gubernamental en la gestión de la pandemia, en la reactivación económica, en la generación de empleos y en el proceso educativo en medio del coronavirus. El masismo no se golpeará el pecho en señal de arrepentimiento. No. Buscará que Evo Morales mande más en el gobierno del MAS y, por tanto, el actual Presidente administrará menos en el Órgano Ejecutivo.
La culminación del proceso electoral subnacional, cuya última actividad será el juramento de los nuevos gobernadores y alcaldes el 3 de mayo, coincidirá con pocos días de diferencia con los primeros seis meses del gobierno de Luis Arce, el 8 de mayo. Medio año con resultados anodinos que urgen ser revertidos a corto plazo. ¿Cómo se logrará que Morales tenga mayor peso en las decisiones de gobierno? El primer paso parece ser una recomposición del gabinete que puede darse después de la anunciada evaluación a fondo del instrumento político.
Las derrotas en seis de los nueve departamentos y en ocho de las diez principales ciudades del país debieran ser de entera responsabilidad política del MAS y su jefe de campaña. Pero como el gobierno ha sido convertido en oficina de campaña permanente, Morales transfirió esa responsabilidad al gobierno de Arce. "Si la justicia, en diciembre del año pasado, hubiera detenido a los golpistas, no habría Camacho gobernador, Iván Arias alcalde, o Manfred Reyes Villa alcalde. Muy tarde la reacción de detener a los golpistas”, sentenció desde el trópico cochabambino.
Desde la perspectiva del masismo, la factura que está pagando ahora no es por el dedazo ni por la pésima elección de candidatos, es por la debilidad de Arce y su equipo ministerial en el “área estratégica de la persecución”. Seguramente los otrora todopoderosos creen que el actual gobierno debió ser más ágil y sañudo. Debió poner detrás de las rejas, antes de Navidad y Año Nuevo, a ex gobernantes transitorios, ex líderes cívicos y ex líderes políticos, y no permitir que se atrincheren en candidaturas departamentales y municipales.
En el terreno económico, las cosas tampoco van por buen camino. Si bien pudo ser el último cartucho electoral disparado antes de la segunda vuelta en cuatro departamentos, Morales se apoyó en las previsiones de crecimiento económico del Fondo Monetario Internacional para este año en Bolivia y otras naciones de la región y, cual gobernante de turno, anticipó el posible pago del segundo aguinaldo a fines de 2021. Fue un intento de llenar el evidente vacío de iniciativas gubernamentales que apuntalen la anhelada reactivación económica del país.
Pero se equivocó. El parámetro para el pago del segundo aguinaldo "Esfuerzo por Bolivia”, según el Decreto Supremo 1802, es que la tasa de crecimiento del PIB sea igual o superior al 4,5% entre junio de la gestión pasada y junio de este año. Arce, su equipo económico y autoridades de distintas áreas saben que el ex jefazo incurrió nuevamente en bulo; sin embargo, acomplejados por no tener un verdadero plan gubernamental de reactivación de la economía, nadie en el máximo nivel de la administración gubernamental escribió en redes sociales o salió a los medios de comunicación a corregir la imprecisión.
Y si de temores se trata, en el gobierno de Arce ya no saben cómo explicar a Morales por qué no llegan las vacunas para inmunizar gradualmente a 7,3 millones de bolivianos contra el coronavirus, tal como estaba previsto desde principios de este año y habiendo contratos firmados con fabricantes rusos y chinos, aliados estratégicos del MAS. La ineficiencia de varias autoridades, en varios ministerios, le teme más al enojo del ex mandatario que a la preocupación del actual Presidente o la indignación de miles que hacen filas diariamente y son despachados porque no hay vacunas.
Lo mismo ocurre en educación. Los vaivenes entre las clases virtuales y semipresenciales, la confusión que eso provocó en profesores, alumnos y padres de familia al extremo de que la modalidad –virtual o presencial– es definida por cada unidad educativa, con ausencia absoluta de autoridad, y la arbitrariedad de querer sancionar a colegios particulares por no rebajar el costo de las pensiones sabiendo que no hay respaldo legal para aplicar dichos castigos han generado que la educación de millones de niños y jóvenes esté a la deriva, rumbo al despeñadero.
El período de prueba para el gobierno de Luis Arce se acabó. El punto final fue puesto por las dolorosas derrotas electorales del 7 de marzo y del 11 de abril, además de los magros resultados en temas sensibles para la gente. En la evaluación que se realizará en los próximos días, la lupa no será puesta encima de Morales y su entorno. Serán ellos que la sostendrán y la pondrán sobre Arce y sus ministras y ministros. Algunos verán el pulgar volcado hacia abajo y deberán despedirse. Ya se escucha nombres de allegados políticos a Morales como nuevos ministros, incluso de candidatos perdedores en la última contienda electoral.
El razonamiento político del masismo es que el gobierno es suyo y no puede darse el lujo de perderlo otra vez, porque puede ser para siempre. Así que acudirá a su principal dirigente para que sea el poder detrás del trono y punto. No importa si es a costa del debilitamiento de la imagen presidencial de Arce, ganador de la última elección presidencial con el 55% de los votos válidos, más de lo que obtuvo Morales en 2019 (47%), incluido el imborrable fraude electoral.