Por: José Luis Saavedra |
El ministerio de educación de Bolivia anuncia que el retorno a la modalidad de clases presenciales y semipresenciales en las unidades educativas del sector público será de manera gradual.
Si bien el ministerio de educación sugiere -abdicando de su responsabilidad como ente rector de la educación- que cada unidad educativa seleccione la modalidad que aplicará para el desarrollo de las actividades educativas, conviene pergeñar disposiciones básicas para un retorno seguro y gradual a las clases presenciales.
A un año de la pandemia ya hemos entendido que la suspensión de clases presenciales impacta negativamente en los y las estudiantes y que se deben poner todos los esfuerzos necesarios para abrir las escuelas y colegios cuando las condiciones sanitarias así lo permitan.
Veamos cuáles tendrían que ser las condiciones mínimas para asegurar el retorno a la presencialidad en contextos de seguridad sanitaria y tomando todas las medidas de resguardo necesarias, es decir adoptando las medidas apropiadas para retornar a la presencialidad educativa, minimizando el riesgo para la salud y la vida de todos los actores del sistema educativo.
Inicialmente, proponemos trabajar en y por un modelo de “educación híbrida”, en el que los sistemas educativos tengan que combinar educación presencial y virtual. Este modelo sirve para responder en lo inmediato a las necesidades de distanciamiento social, a la vez que impulsa a un proceso de transformación digital de la educación, de manera que pueda ayudar a construir sistemas educativos con mayor calidad, inclusión y flexibilidad.
Se trata pues de asumir, sin perjuicio de la educación virtual, la posibilidad de la “reapertura de los establecimientos educativos”, de abrir las puertas de las escuelas y colegios, es decir de considerar el regreso de los/as estudiantes a las aulas en los lugares donde las condiciones sanitarias lo permitan para que puedan reencontrarse con sus pares y seguir aprendiendo.
Para ello una indicación primordial es con-formar grupos de trabajo que permitan acompañar y apoyar a los establecimientos educacionales que estén solicitando su apertura y orientar a quienes opten por un retorno gradual, seguro y voluntario a las clases presenciales.
La idea central es que el diseño de los planes de retorno progresivo a las aulas esté acompañado con orientaciones pedagógicas para que los sistemas educativos abran sus escuelas para el aprendizaje presencial. Proponemos pues que se consideren las cuatro dimensiones principales de los marcos de reapertura que la Unesco y otros organismos recomiendan: funcionamiento seguro, compensación del aprendizaje, bienestar y protección (contención), y (en nuestro caso) llegar a los barrios marginales y zonas rurales.
Se trata, por tanto, de permitir que las escuelas y colegios vuelvan a estar disponibles para los/as estudiantes, que sabemos que es fundamental y no sólo desde el punto de vista de las enseñanzas y/o aprendizajes, sino también para acompañarlos en un desarrollo integral en que el florecimiento de la inteligencia emocional y espiritual forma parte esencial.
José Luis Saavedra es miembro de Somos Sur y profesor de teoría y política poscolonial.