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Acaba de publicarse el mayor análisis jamás hecho sobre la neurobiología del placebo y, por fin, empezamos a entender cómo juega con nuestros cerebros

Vía: Xataka | 

Una buena parte del efecto que produce cada pastilla o tratamiento para el dolor depende de algo que va más allá del medicamento en sí mismo: es algo que hoy se suele llamar 'efecto placebo', pero que ha acompañado a la humanidad (y a las medidicinas tradicionales) desde hace miles de años. Y, sin embargo, nuestro conocimiento sobre el asunto es, siendo caritativos, limitado.

Llevamos décadas de estudios diminutos en los que nadie atinaba a saber si los mecanismos neuronales que parecían activarse con el efecto placebo lo hacían o no. Ahora, la colaboración internacional del Placebo Neuroimaging Consortium acaba de publicar en 'Nature Communications' el primer gran metaanálisis sobre el tema. Un estudio que nos permite ver partes del cerebro de las que antes no teníamos resolución y acercarnos a las raíces neurobiológicas del placebo. Otra 'checkbox' histórica que podría estar a punto de marcarse como marcada.


Un rompecabezas llamado placebo

El metanálisis ha utilizado 20 estudios de neuroimagen con información detallada de 600 participantes y ha permitido identificar el tamaño, la localización, la importancia y la heterogeneidad de los mecanismos neurales que intervienen en el (alivio del) dolor.



"Nuestros hallazgos demuestran que los participantes que demostraron una mayor reducción del dolor gracias al placebo también mostraron mayores reducciones en áreas del cerebro que sabemos que están asociadas con del dolor", explica Tor Wager, coordinadora científica del Placebo Neuroimaging Consortium. Puede parecer una obviedad, pero en esta obviedad es donde tantos investigadores han fracasado.

En cambio, esto investigadores han descubierto que el placebo afectaba especialmente a la principal vía ascendente del dolor. Esta vía va desde el tálamo hasta la ínsula posterior y está íntimamente relacionada no solo con el procesamiento de la información corporal que activa el dolor, sino con la elaboración temprana de esa sensación dolorosa. Es decir, usando un paralelismo telefónico, no solo afecta a la cobertura móvil, sino al mismo tono de la llamada.

El equipo también descubrió que el placebo afecta al funcionamiento de los ganglios basales que actúan como 'puente' entre distintas regiones sensitivas y motivacionales. Así, el "cerebro" no solo no escucha la llamada de los nociceptores, es que tampoco siente necesidad de interesarse por ellos. En cambio, en la corteza prefrontal (en los procesos superiores que tienen que ver con el contexto o las creencias), los resultados no fueron nada concluyentes. Algo que los investigadores ven como una evidencia de que el placebo no es solo un mecanismo, sino una familia de procesos.




O sea, que es más complejo de lo que podría parecer. Aún más. En realidad, continua Wager, "todavía estamos aprendiendo cómo el cerebro construye las experiencias de dolor, pero sabemos que es una mezcla de áreas del cerebro que procesan la información del cuerpo, áreas involucradas en la motivación y áreas de toma de decisiones".

Lo interesante de este trabajo es que muestra que el tratamiento con placebo "reduce la actividad en áreas involucradas en la señalización temprana del dolor, así como en los circuitos motivacionales no relacionados específicamente con el dolor". Nos abre una puerta hacia los ecos del dolor en el cerebro. Solo tenemos que cruzarla.


El placebo funciona incluso aunque sepas que es un placebo, y algunos médicos quieren implantar su uso

El poder de sugestión de la mente juega un rol importantísimo en nuestro proceso de curación, y gracias al reciente apoyo financiero a Ted Kaptchuk, profesor de medicina en Harvard e investigador que ha dedicado su vida a este efecto, puede que en el futuro sepamos aprovechar al máximo sus posibilidades.

La noticia: en una serie de tests realizados por Kaptchuk y otros desde 2016, espalda se le dio a casi 50 sujetos con dolor crónico los mismos analgésicos que se les venían recetando anteriormente y al otros 50 unos placebos de glucosa, pidiendo al segundo grupo que tomasen dos píldoras al día al tiempo que se les advertía de que esas pastillas, teóricamente, no hacen nada. En promedio, el grupo que continuó con el tratamiento anterior notó una reducción del 9% en su dolor habitual, una reducción del 16% en el dolor máximo y ninguna reducción en la discapacidad. Los que tomaron placebos a sabiendas experimentaron una reducción del 30% en el dolor habitual y máximo y una disminución del 29% en la discapacidad. Otros tests anteriores de Kaptchuk y de otros tantos científicos confirman la hipótesis: hay un porcentaje significativo de gente que, aunque sepan que están siendo tratados con patrañas, ven mejorar su salud.

Dos tipos de placebos: como sabrán los que alguna vez se han cruzado con estudios médicos, el placebo se utiliza desde hace décadas para llevar a cabo el llamado doble ciego: para saber si un medicamento funciona de verdad, se le da a un grupo el fármaco elaborado y a otro se le engaña con un compuesto inocuo, y después se comparan los resultados. Este tipo de placebo, por el que el paciente no es consciente de estar siendo engañado, se denomina impuro, y los doctores los usan con bastante frecuencia, como por ejemplo al hacer pruebas excesivas o recetar antibióticos para supuestamente curar ciertas infecciones virales cuando lo que se hace es intentar calmar la ansiedad del paciente. El placebo puro es el caso del experimento de Kaptchuk, tratamientos honestos de pastillas de azúcar o inyecciones salinas, y la relativa novedad científica: según el científico, y dado que funciona, debería contemplarse su posible uso en consultas.

Imaginación al poder: nada de esto es nuevo para los médicos. Se dice que el efecto placebo representa entre un 30 y un 45% de las respuestas positivas a los antidepresivos; que los soldados tienden a declinar más fácilmente el uso de morfina para rebajar su dolor (son más tolerantes, probablemente por haber sufrido dolores más profundos) que los civiles; el efecto nocebo (la profecía autocumplida de que un compuesto nos hará sentirnos mal) representa al menos una parte del aumento actual de personas con intolerancia al gluten, a la lactosa y otro tipo de alergias alimentarias; por último, se ha demostrado que el trato al paciente, la atención que nos presten los médicos y la certidumbre sobre qué nos pasa juega un papel importante a la hora de sanar algunas dolencias.

Pero no vale para todo: por supuesto no en todas las situaciones médicas el placebo va a ayudarnos. Se ha demostrado que es especialmente efectivo para afecciones de denominada "autoobservación", como dolor, náuseas o fatiga. Por eso mismo sus terapias sobre el dolor de espalda, la fatiga del cáncer o trastornos como el síndrome de colon irritable han demostrado ser exitosas para paliar el sufrimiento. No así, por supuesto, para cuando queremos que el paciente baje los índices de colesterol o, bueno, curar un cáncer. Por eso es importantísimo que los médicos hagan una evaluación ética del uso del placebo.

Ya es un negocio: es fácil pensar en lo controvertido de este asunto cuando se habla de homeopatía, tan criticada y potencialmente tan peligrosa. Pese a las críticas de la comunidad médica, muchos pacientes de homeopatía dicen sentirse mejor después de tomar sus compuestos, y no es dañino (salvo para el bolsillo) siempre que el sujeto no deje de seguir con las recomendaciones de los médicos profesionales. Lo que propone Kaptchu sería, en cierta forma, acercar los principios de los chamanes a la consulta tradicional, pero se le están adelantando: ya hay gente que vende en Estados Unidos placebos puros (es decir, botes de “placebo”) a 15 dólares la caja.



El placebo también infuye en cómo procesas lo que comes: se eleva la glucosa si crees que comiste más azúcar

El poder del placebo (y de su contraparte, el nocebo) es tan interesante que incluso puede afectar a los niveles de glucosa de nuestra sangre si nos convencen de que estamos consumiento un producto con mucho azúcar aunque no lo tenga.

En el siguiente estudio, por ejemplo, dos grupos de personas consumieron bebidas con idénticos ingredientes (15 gramos azúcar) pero con etiquetas engañosas: las de un grupo indican 31 g azúcar y las de otro 0 g. El grupo q creía q había consumido más azúcar experimentó una elevación de glucosa.




Alimentación

Concretamente, 30 participantes (un tamaño muestral pequeño, hay que advertirlo) que tenían diabetes tipo 2 consumieron bebidas que tenían ingredientes idénticos pero que exhibían etiquetas de información nutricional engañosas.

Al menos tres días antes de que los participantes llegaran al laboratorio, recibieron un paquete de formularios e instrucciones, que incluían una breve encuesta sobre sus afecciones médicas, un diario de glucosa diario, una tabla de fluctuación de glucosa e instrucciones de ayuno. Para asegurarse de que estuvieran familiarizados con sus propias fluctuaciones de glucosa en sangre, se les pidió a los participantes que registraran sus niveles de glucosa en sangre antes y después de cada comida y que completaran una tabla de cambios diarios de glucosa en sangre durante tres días antes del experimento.

A lo largo del estudio, los niveles de glucosa en sangre medidos cuatro veces antes y después del consumo de bebidas mostraron que los niveles de glucosa en sangre aumentaron cuando los participantes crreyeron que la bebida tenía un alto contenido de azúcar, como se muestra en las etiquetas.Además, los comportamientos alimentarios individuales y la satisfacción nutricional estaban relacionados con cambios en los niveles de glucosa en sangre.

Estos hallazgos indican que los procesos psicológicos pueden influir en los niveles fisiológicos, aunque el papel de los procesos cognitivos y de percepción en el metabolismo todavía se subestima. Los hallazgos también suigeren que los programas de intervención psicológica pueden ser importantes para el control de la diabetes, más allá de los programas actuales en los que la diabetes tipo 2 se gestiona solo con dieta, ejercicio y medicamentos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que las tasas de diabetes casi se han cuadriplicado a nivel mundial durante las últimas tres décadas, lo que convierte a la diabetes en uno de los desafíos de salud pública internacional más importantes, originando aproximadamente 1,6 millones de muertes en 2015 y un coste de aproximadamente 825.000 millones de dólares al año en todo el mundo.

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CABILDEO DIGITAL: Acaba de publicarse el mayor análisis jamás hecho sobre la neurobiología del placebo y, por fin, empezamos a entender cómo juega con nuestros cerebros
Acaba de publicarse el mayor análisis jamás hecho sobre la neurobiología del placebo y, por fin, empezamos a entender cómo juega con nuestros cerebros
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