Por: Amalia Pando |
Colchane en Chile y Pisiga en Bolivia son las dos puntas fronterizas de un camino desértico que cientos de caminantes venezolanos cruzan todos los días en busca de refugio.
Caminan y caminan cargando hijos y escazas esperanzas, atravesando países enteros, de Venezuela a Chile hay 4,7 mil kilómetros.
Colchane tenía 1,700 habitantes hasta que comenzaron a llegar. Hoy tiene más migrantes que chilenos y ninguna posibilidad de darles una mano. La semana pasada expulsaron a 132 de ellos.
¿Qué puede motivar a una joven madre con un bebe de pecho y otro que apenas camina, a dejarlo todo y emprender semejante travesía?
En septiembre del año pasado, 24 de ellos fueron encontrados de casualidad por unos motoqueros que atravesaban el desierto de Atacama. Cinco días antes, habían sido abandonados por quienes trafican con su desesperación. Fue un milagro salvarles, estaban al borde de la muerte.
El éxodo venezolano es uno de los más grandes de los que ha conocido la humanidad, mayor inclusive al de Siria durante la guerra civil e internacional que comenzó en 2011. En ambos casos hay un dictador respaldado por el ruso Putin causante de la tragedia humanitaria.
ACNUR, el organismo de las Naciones Unidas para los refugiados, estima que, a fines de 2020, siete millones de venezolanos habían abandonado su país, dominado por la dictadura de Nicolás Maduro. Dos millones radican en Colombia.
Siete millones que son la prueba viviente del fracaso de un modelo económico y político despiadado.
Y sin embargo es el modelo que siguen en Bolivia Lucho Arce y Evo Morales con el respaldo del 51 % en las elecciones nacionales de octubre último. Así también son las estafas políticas, se engatusa a las víctimas y cuando se descubren es demasiado tarde.
Entre tanto, la realidad venezolana no solo brinda historias de pobreza y sufrimiento. En el otro lado de la moneda está la buena vida, la de los nuevos ricos como Alex Saab, un delincuente al servicio de los negocios millonarios de Nicolás Maduro, que se ha convertido en héroe de la “revolución socialista” desde su detención en Cabo Verde, África.
El periodista Alberto Barrera Tyszka cuenta en el New York Times, en su edición del 7 de febrero, los detalles de estos negociados y llega a la conclusión que estos “socialistas” han cambiado la tesis central del marxismo de la lucha de clases como el motor de la historia por la “corrupción como el motor de estas dictaduras”.
Barrera narra tan bien este capítulo de la tragedia venezolana que me ahorra el esfuerzo de hacerlo por mi cuenta. De tal modo que los dejo con “La increíble leyenda revolucionaria de Alex Saab”
LA INCREÍBLE LEYENDA
REVOLUCIONARIA DE ALEX SAAB
El caso del empresario colombiano detenido en Cabo Verde y señalado de “testaferro de Nicolás Maduro” que retrata el rostro verdadero del chavismo.
Por: Alberto Barrera Tyszka |
Es colaborador regular de The New York Times.
Si alguien quisiera entender lo que realmente es el chavismo en la actualidad podría asomarse y mirar, tan solo, la sorprendente y meteórica carrera de Alex Saab. Detenido en junio del año pasado, en Cabo Verde, Saab es el hombre por quien más ha luchado y a quien más ha defendido Nicolás Maduro y su gobierno. ¿Cómo y por qué este comerciante colombiano, con cuentas millonarias en diversos paraísos fiscales, aparece ahora como un venezolano ejemplar, como un nuevo héroe de la revolución bolivariana?
Esta semana se cumplió un aniversario más del 4 de febrero de 1992: día en que un grupo de militares liderados por Hugo Chávez intentaron derrocar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez. En algunas avenidas de Caracas, sin embargo, aparecieron pancartas de tela con el dibujo de un rostro distinto al del comandante Chávez. “El pueblo está con Alex Saab”, decía la leyenda del afiche, junto a la imagen sonriente del empresario colombiano. De manera involuntaria, la revolución se retrató. Se delató. Mostró su verdadera definición. Su única ideología es el dinero.
Saab es protagonista de una peculiar historia de suspenso que aún no tiene final. Tras casi ocho meses detenido en Cabo Verde en respuesta a una alerta de Interpol, se mantiene la pugna entre una posible extradición, que pide el gobierno de Estados Unidos y que ya fue aprobada por un tribunal del archipiélago africano, o lo que exige el chavismo: su liberación plena.
El esfuerzo bolivariano para impedir la extradición del empresario colombiano a Estados Unidos ha sido inmenso y costoso. Incluye intentos diplomáticos de distinto tipo, peticiones, amenazas, ofertas comerciales, una campaña de videos en las redes, la contratación para su defensa legal de un renombrado personaje como el exjuez Baltasar Garzón suma más a toda esta trama que al final solo trata de construir un espectáculo para proteger a un delincuente. Mientras, en las empresas de Saab en Venezuela, los trabajadores son amenazados con despidos masivos si no participan en videos y marchas de apoyo a su patrón, la narrativa gubernamental insiste en tratar de refreír la Guerra Fría: presenta el conflicto como una conspiración de la derecha internacional contra el humanismo chavista.
En una primera entrevista —dada al medio oficialista ruso RT— Saab ofrece un guion previsible: sostiene que su detención solo busca “derrotar a Maduro”. Es una apelación a un clásico de la retórica sentimental de la izquierda: el imperio villano ataca a un pequeño gobierno libertario que solo quiere defender a su pueblo. Sin embargo, la típica telenovela donde un supuesto Goliat blanco abusa de un supuesto David latino y pobre, tiene en este caso demasiadas inconsistencias. Es absurdamente inverosímil.
La relación de Alex Saab con el chavismo nació y se ha sostenido y alimentado a partir del dinero. La revolución para él siempre ha sido un negocio, un gran negocio. Su primer acuerdo comercial conocido lo consigue en 2011, cuando Hugo Chávez vivía: 600 millones de dólares para la supuesta construcción de unas viviendas prefabricadas. Sin embargo, es con la llegada de Maduro al poder, en 2013, que el empresario comienza a tener cada vez más importancia, participación y protagonismo en el esquema económico del gobierno venezolano. “Saab es el cerebro financiero de Maduro”, dice Roberto Deniz, periodista que ha seguido e investigado con mayor profundidad al personaje y a su red.
La importación de comida para el programa social de alimentación de Venezuela, los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), es un caso emblemático de cómo ha operado la red de Saab: comprando en el exterior comida de muy baja calidad, estableciendo sobreprecios y obteniendo ganancias descomunales. Solamente entre 2016 y 2018, con este esquema, Saab y Maduro —aprovechando un supuesto apoyo de la revolución ante el hambre del pueblo venezolano— firmaron contratos por 1500 millones de dólares. La investigación y publicación de reportajes periodísticos sobre este caso desató una persecución y, en 2017, Saab introdujo una demanda judicial en contra de Deniz y de los otros periodistas del portal armando.info. Al año siguiente, los periodistas que investigaron la historia se vieron obligados a abandonar el país.
Pero las investigaciones, por supuesto, continúan. Y el protagonismo de Saab en el esquema de corrupción del chavismo es cada vez más evidente. Su nombre aparece con más frecuencia, ampliando su marco de maniobras incluso en la comercialización del oro o del petróleo y la gasolina.
Internacionalmente, Saab comienza a ser considerado y llamado “el testaferro de Nicolás Maduro”. Cuando es detenido en Cabo Verde, su caso realmente se acerca más a una película sobre la captura del administrador de Al Capone que a un relato épico sobre un soldado del Che Guevara.
Desde el primer momento, la reacción de Maduro y su gobierno ha revelado miedo y desesperación. De manera casi instantánea, convirtieron a Alex Saab en un venezolano ilustre, en un funcionario especialísimo, en un diplomático indispensable, en representante ante la Unión Africana, en ciudadano íntegro que solo lucha en contra de las sanciones, en paladín libertario cruelmente encarcelado. Es un esfuerzo de transformación mágica que no tiene nada que ver con el personaje real. No hay un solo testimonio que muestre al empresario colombiano como un hombre medianamente interesado en los problemas de los venezolanos o en la situación del país.
A Saab solo le importa la pobreza venezolana si con ella puede hacer un buen negocio.
Si algo deja claro el caso, al menos hasta ahora, es la naturaleza farsante del chavismo, el descarado cinismo con el que han saqueado al país. Quienes insisten en analizar, debatir y enfrentar todo esto como un problema ideológico, como un tema de modelos enfrentados, solo alimentan la narrativa de esta asombrosa patraña. La increíble leyenda revolucionaria de Alex Saab no tiene que ver con la izquierda y la derecha. La lucha de clases no es el tema. La corrupción es el motor de esta historia.
Alberto Barrera Tyszka es escritor. Su libro más reciente es la novela Mujeres que matan.