Vía | France24
Las primeras pruebas en humanos de Sputnik V, la vacuna rusa contra el Covid-19, tuvieron resultados alentadores. Pero las conclusiones, publicadas el sábado en 'The Lancet', aún son consideradas insuficientes para justificar la decisión del presidente ruso Vladimir Putin de autorizar su uso a gran escala.
Ya es posible aumentar la seriedad científica en el debate alrededor de Sputnik V, la controversial vacuna rusa contra el Covid.19. Los investigadores del Centro Nacional de Epidemiología y Microbiología Gamaleya de Moscú, responsables de su desarrollo, finalmente hicieron públicos los primeros resultados de los ensayos clínicos realizados en humanos en la revista científica 'The Lancet', el sábado 5 de septiembre.
Un artículo muy esperado desde la sorprendente decisión del presidente ruso Vladimir Putin de darle luz verde, el 11 de agosto, al uso de esta vacuna a gran escala. Este anuncio tomó por sorpresa a la comunidad científica internacional porque no existía ningún dato que permitiera evaluar de manera independiente la eficacia de Sputnik V. Los investigadores temían que el rigor científico se hubiera sacrificado en aras de la importancia del golpe mediático y político: la vacuna rusa se convertía, en efecto, en la primera del mundo cuyo uso había sido oficialmente autorizado por un gobierno.
“Hasta ahora todo va bien”
El artículo publicado en 'The Lancet' afianza, en parte, las esperanzas que Moscú tenía puestas sobre Sputnik V. “Establece que la vacuna conlleva la creación de una cantidad importante de anticuerpos frente al Covid-19, similar a lo que ocurre después de una contaminación natural por el virus”, resume Peter Openshaw, inmunólogo del Imperial College de Londres, contactado por France 24.
Cuando Moscú anunció la entrada a la última fase de ensayos clínicos de la vacuna Sputnik V, generó escepticismo entre investigadores y países como Alemania y EE.UU. pusieron en duda su eficacia y seguridad por la falta de datos públicos. CHANDAN KHANNA AFP/ArchivosLa reacción del sistema inmune descrita por los investigadores rusos es comparable —incluso levemente más fuerte— que la inducida por la vacuna desarrollada en Oxford, considerada como una de las más prometedoras, precisa el científico británico.
La totalidad de los 76 participantes en los dos ensayos clínicos, llevados a cabo por el centro de investigación ruso, desarrolló una fuerte concentración de anticuerpos después de haber recibido una inyección de Sputnik V.
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Los científicos también determinaron la ausencia de efectos secundarios “notables” asociados a esta vacuna. “Hasta ahora todo va bien”, confirma Brendan Wren, especialista en enfermedades infecciosas de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, citado por la 'BBC'.
¿Tenía entonces razón Vladimir Putin al cantar victoria delante de todo el mundo, asegurando que “todas las pruebas necesarias fueron llevadas a cabo con éxito”? Sería precipitarse un poco, previene Peter Openshaw.
¿Qué ocurre con las poblaciones de riesgo?
Primero, algunos pacientes padecieron fuertes fiebres —más de 39ºC— después de haber recibido la vacuna. “Desde luego, si se trata de combatir un virus potencialmente mortal, eso se puede clasificar en la categoría de los efectos secundarios aceptables, pero tampoco es algo trivial”, resalta Peter Openshaw.
Por otro lado, Sputnik V fue probada solo en 76 voluntarios. Es poco para sacar conclusiones generales sobre su eficacia. “No hubo suficientes participantes como para excluir la posibilidad de efectos adversos poco frecuentes”, asegura Ohid Yaqub, especialista en temas de procedimientos experimentales de la universidad de Sussex, entrevistado por la página Science Media Centre.
Esos voluntarios también tenían “todos menos de 60 años y eran, en parte, militares, es decir que no se trata de las personas más susceptibles de padecer formas agudas de la enfermedad”, apunta Peter Openshaw. Por ende, en esa fase los resultados son inexistentes para evaluar cómo van a reaccionar los individuos con más riesgo ante esa vacuna. Una falta de información aún más preocupante porque Moscú anunció a finales de agosto que Sputnik V le sería administrada en primer lugar —a partir de octubre o noviembre— a las personas mayores, resalta 'The Lancet' en un artículo.
En su conjunto “estos resultados son alentadores y suficientes para emprender un ensayo de fase III, es decir, sobre una porción más grande de la población. Pero en este punto sería desacertado proceder a realizar vacunas por fuera de un protocolo clínico”, previene Peter Openshaw.
El riesgo de favorecer el movimiento anti-vacunas
Por otra parte, los investigadores del centro Gamaleya en Moscú indicaron que habían empezado el reclutamiento de 40.000 voluntarios para confirmar la eficacia de Sputnik V. “El asunto es saber si la presión política ejercida hará que la vacuna se distribuya al gran público antes que los resultados de esa prueba a gran escala”, afirma Éleanor Riley, inmunóloga de la universidad de Edimburgo.
Moscú podría verse aún más tentada de hacer caso omiso de ese ensayo de fase III puesto que el presidente estadounidense Donald Trump indicó que él también estaba pensando en pasar por alto ciertos procedimientos de validación de los medicamentos para acelerar la implementación de una vacuna.Pero esta carrera por ser el primero aumenta considerablemente el riesgo de problemas en el desarrollo de la cura. “La precipitación puede tener como consecuencia, entre otras cosas, errores en la producción, la contaminación accidental de fragmentos”, afirma Peter Openshaw.
En el contexto sanitario actual, esta toma de riesgos es un lujo que el mundo no puede permitirse, estiman los científicos. “Es necesario que el público tenga confianza en la investigación de la vacuna. Si no somos absolutamente transparentes y rigurosos simplemente estamos favoreciendo el lobby anti-vacuna”, advierte Michael Head, experto en políticas de salud pública de la universidad de Southampton, entrevistado por el Science Media Center británico. Dicho de otro modo, querer ser el primero a toda costa puede, en ese caso, costar vidas.