Por: Johnny Nogales Viruez
Lozana y actual, como si apenas ayer Enrique Santos Discépolo hubiera rasgado con su pluma la tersura de un blanco papel, la letra del tango “Cambalache” desde hace casi un siglo sigue rezongando por las injusticias e inequidades de la vida. Y es que lo que expresa no sabe de tiempo ni de linderos geográficos ni de diferencias raciales; es una radiografía de nuestras sociedades, es un dibujo a mano alzada que retrata nuestras almas colectivas, con sus desatinos y miserias.
“Mezclao con Stravinsky va Don Bosco y La Mignon, Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín… Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches, se ha mezclau la vida, y herida por un sable sin remache,
ves llorar la biblia junto a un calefón.”
Y en la vidriera de nuestros días vemos mezclarse lo divino y lo mundano: La imagen del Niño Dios y su Amada Madre, junto a la del barbado Papá Noel y sus renos, y, en felona competencia, modernos reyes magos nos ofrecen, con la parafernalia de sus rimbombantes anuncios, los mil y un regalos; sin los cuales parece impensable que podamos expresar los mejores sentimientos y sin los que resulta casi imposible celebrar la Navidad. Es verdad que el azote del malhadado virus nos ha hecho reflexionar un poco y contenernos a la fuerza, pues son muchos los bolsillos que se han vaciado en la pandemia y otros tantos que se han sellado, previendo que todavía no ha llegado lo peor.
Pero es el escaparate político el que muestra más diversidad: En la vitrina de las futuras elecciones se ofrecen desde ilustres y destacados profesionales hasta iletrados y analfabetos funcionales; podemos encontrar verdaderos defensores de la democracia y, a su lado, en la pugna por los votos ciudadanos, a aquellos que nos arrebataron la libertad y a los que no les alcanzaron las manos para robarse nuestros recursos; los que trabajaron con tesón para mantener a su familia y los que dejaron en la quiebra al Estado y se enriquecieron con el dinero público; los que gracias a la política se libraron de la cárcel y aquellos que se saben y serán perseguidos por la mano inicua de una justicia depravada e inmoral; también están los que vendieron su alma al diablo para seguir medrando del poder y aquellos que, habiendo ultrajado a sus adversarios, ahora buscan afanosamente su apoyo. Es un muestrario variopinto, del cual deberemos sacar a nuestros futuros alcaldes y gobernadores.
“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador… Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”.
Ojalá que sepamos distinguir las promesas de los charlatanes de feria, que nuevamente nos ofrecerán el oro y el moro, y prefiramos inclinarnos por el verbo calmado de las propuestas serias, viables y posibles. Esta esperanza choca con la reciente experiencia de la consulta nacional y deja al descubierto que las falencias de nuestros líderes son el reflejo de nuestras debilidades como sociedad. Pareciera que nos gusta que nos mientan, que nos llenen la cabeza con ofertas que destellen las aspiraciones que tenemos y que pretendemos que se realicen sin el menor esfuerzo, confiando a otros lo que debiéramos hacer como individuos y como colectividad. Hay, sin duda, quienes prefieren un amo que les provea con sus pequeñas sobras antes que buscar el alimento con su propio esfuerzo.
Abrigo la confianza de que los bolivianos tenemos aún reservas de moral y de fortaleza para hacer frente a las adversidades, para forjarnos el destino que soñamos y para ser capaces de hacerlo con justicia y solidaridad. Es una certidumbre a la que me aferro como a una tabla de salvación en medio de la tormenta. Me niego a dejarme vencer.
Pero, en mi soledad y tan quedamente como para que sólo lo escuchen mis pensamientos, no puedo evitar cantar a sottovoce: “…el que no llora no mama y el que no afana es un gil… ¡No pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao! Es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata o el que cura o está fuera de la ley”.