Por: Por Jenny Ybarnegaray Ortiz.-
Esta semana me he atrasado un poquito en entregar mi columna, y es que le he estado dando vueltas y vueltas al asunto para encontrar un tema de interés. La “inspiración” me viene del espectáculo que están brindando las y los “retornados”, toda esa gente que hace un año no más salió de escapada o se metió en las embajadas (particularmente en la de México) como si el diablo mismo les persiguiese. Refugio preventivo, lo llamaría yo, asilo elástico con entradas y salidas expeditas.
Empecemos por los mandamases. Hace un año, Morales y García Linera se refugiaron primero en el Chapare desde donde pidieron primero asilo en México y luego en Argentina. Ahora retornan al país, particularmente Morales, mandamientos de aprehensión oportuna y oficiosamente levantados por los tirasacos de ese sistema judicial podrido que construyeron para beneficio propio y lo hacen con marcha triunfal, amenazantes, con caravana de seguidores (que fue impedida de entrar en Tupiza), esgrimiendo la teoría del “golpe” que no hubo.
Patético espectáculo el de los ministros de Evo que salen de la embajada de México, también levantados los mandamientos de aprehensión que pesaban sobre ellos. La ministra Molotov, el ministro que previó que en días más íbamos a contar muertos por decenas, el que declaró que Bolivia se convertiría en el Vietnam de Sudamérica, entre otros. Aquí no pasó nada ¿verdad?
Ganar esta elección no es prueba de que el año pasado no hubo fraude, pese a quien pese; pero, son tan hábiles para construir relatos, posverdades/mentiras, que ahora pretenden otra cosa. No falta quien les cree, pero aquí estamos también quienes guardamos buena memoria de lo acontecido y estamos firmes para enrostrarles la verdad.
Ya no está el ministro Murillo, ese torpe individuo que en realidad no hizo otra cosa que salir todos los días a amenazar por la prensa sin hacer algo efectivo para llevar “los casos” a los estrados judiciales. Para descargo suyo está la evidencia de que el sistema judicial ya estaba podrido hasta la raíz, que conseguir que la fiscalía haga su trabajo oportunamente era una quimera, tanto así que “casualmente” empezaron a levantar los mandamientos de aprehensión al día siguiente que se conoció el resultado de las elecciones.
Y así empezamos este periodo de gobierno, en el que nada nuevo se perfila en el escenario, algunas caras nuevas con las mismas prácticas, discursos de “reconciliación” que ocultan odiosos rencores, masas turbulentas que asaltan espacios (FEJUVE La Paz, ADEPCOCA) de los que fueron desplazados, reposición de embajadores/padrinos de países amigos de ellos no más y no de Bolivia.
En fin, he aquí el costo de nuestra incapacidad para construir una real alternativa política que “enamore” al país, que brinde esperanza y visión de un futuro en el que quepamos todos, incluida toda esa gente que “por algo” volvió a elegir al MAS, aún sin la cara de su caudillo en la boleta. Mucho se habló de “unidad” en todo este año y antes; pero, lo cierto es que era imposible meter en un solo saco a quienes se colocaban en el “justo medio” (centro democrático) y quienes mostraron sus verdaderas intenciones durante la campaña de 2020. ¿Se imaginan cogobernando a mesistas, camachistas, fundamentalistas delirantes, nostálgicos de golpes militares? Yo no, y me alegra de que no se hubiesen unido, hubiese sido un fracaso total.
Llegó la hora de la batalla legislativa, el que terminó su gestión hace unos días dejó el regalo griego de la modificación de los reglamentos de debates de las dos cámaras, reduciendo de dos tercios a mayoría simple (justo lo que les conviene) varias de las importantes determinaciones que deben votar en ellas. Ahora veremos cuán acertada fue la selección de parlamentarios y parlamentarias en las listas de Comunidad Ciudadana, de qué son capaces y de qué no. En la transición democrática de fines de los setenta e inicios de los ochenta, una pequeña bancada, de apenas cinco parlamentarios, liderada por Marcelo Quiroga Santa Cruz, hizo la diferencia que sentó las bases de nuestra democracia actual. Comunidad Ciudadana tiene ahora una banca de cincuenta personas, dependerá de su coherencia y de su consistencia, de su unidad, de su fortaleza, de su sagacidad, de su asertividad, que en este nuevo periodo el poder legislativo recobre su lugar.