Por Johnny Nogales V.-
“Quiero escribir, pero me sale
espuma”: He sentido en carne propia el significado de la frase del laureado
poeta peruano César Vallejos. La vida, que continúa enseñándome la inmensidad
de mi ignorancia, me ha dado una nueva experiencia y otra oportunidad de
aprender. No me alcanza decir a todo pulmón: LO DIJE; no me sirve ni siquiera
como un triste consuelo. Me reprocho el no haber tenido la capacidad de
transmitir y convencer con reflexiones claras acerca de lo que veía que era un
destino inevitable, de no cambiar nuestra conducta.
Como muchos, confieso que, a pesar de haberlo anunciado premonitoriamente por las condiciones objetivas, me ha sorprendido que tal proporción de los electores diese su voto por una opción que creímos indeseable. Por eso, es necesario buscar algunas explicaciones, más allá del empecinamiento de unos y de la molicie de otros.
Hay quienes dicen que no es posible, salvo fraude mediante, que Luis Arce hubiera logrado más aprobación que Evo Morales. Sin embargo, existen indicadores que pueden llevarnos a pensar lo contrario. Veamos: Una empresa tuvo la acertada idea de preguntar a los electores acerca de su segunda preferencia; es decir, por quién votarían si su candidato favorito quedara fuera de la contienda. Casi la totalidad de los que apoyaban a Chi se inclinaban por el MAS y un alto porcentaje de los que decían apoyar a Mesa venían de una izquierda decepcionada por todos los años de autoritarismo. Es muy probable que éstos vieran un alentador cambio de posta con la nueva dupla, ya sin la figura controvertida de Evo. Como dato: Mientras el año pasado Chi logró casi el 9%, ahora apenas supera el 1%. Los indecisos y el voto oculto también alcanzaron medidas superiores al 20%. Ahí encontramos dos vetas posibles.
Que las idas y venidas de la candidata/presidente, los denunciados actos de corrupción y los signos autoritarios de su gobierno de transición han tenido un efecto desalentador en la ciudadanía es algo innegable. Pero quizás lo más reprochable, a la hora del recuento, será que, decreto de por medio, dejaron intacta la estructura estatal anterior; no tuvieron la capacidad de ejercer la autoridad que les fue delegada y, a ojos vistas, negociaron con los masistas y auparon su recuperación política. Entre los objetos del comercio político estuvo la composición del Tribunal Supremo Electoral, señalado de hacerse el desentendido cuando se le pidió aplicar la ley o de no sanear el Padrón, entre muchas cosas más.
Pero no se puede desmerecer la forma en que el MAS encaró su campaña: El acicate a la lucha entre sus opositores, ejecutada hábilmente por expertos en manipulación social por medios tecnológicos; el acierto en impedir la discusión de su gestión gubernamental y no entrar en debates; la concentración de sus esfuerzos en el área de los barrios marginales y del campo, adonde no lograron, no supieron o no quisieron penetrar los demás, y la oferta de volver a los años dorados de la prosperidad económica calaron hondo en los ciudadanos y son algunos de los motivos de su éxito. Mientras alborotaban los ánimos pendencieros de unos, le ofrecían el retorno a la bonanza a los otros. A la luz de los resultados: ¡Excepcionalmente efectiva!
Seguramente el debate será amplio sobre éstos y otros aspectos del proceso electoral. Ojalá que nos sirva para evitar el tropiezo con la misma piedra, a pesar de que lo dudo mucho. Aún persiste la obstinación de algunos que tratan de buscarle cinco pies al gato reclamando un nuevo fraude, como justificativo a un resultado indeseado y sobre el que nadie reconoce tener culpa alguna. Pero la democracia es la aceptación de las decisiones de la mayoría. Lo digo con la autoridad con la que hablé abiertamente en contra del MAS: Ganaron y punto. Los que no quisieron entender razones y los que no supimos promover y defender la unidad, podemos irnos a llorar al río.
Como muchos, confieso que, a pesar de haberlo anunciado premonitoriamente por las condiciones objetivas, me ha sorprendido que tal proporción de los electores diese su voto por una opción que creímos indeseable. Por eso, es necesario buscar algunas explicaciones, más allá del empecinamiento de unos y de la molicie de otros.
Hay quienes dicen que no es posible, salvo fraude mediante, que Luis Arce hubiera logrado más aprobación que Evo Morales. Sin embargo, existen indicadores que pueden llevarnos a pensar lo contrario. Veamos: Una empresa tuvo la acertada idea de preguntar a los electores acerca de su segunda preferencia; es decir, por quién votarían si su candidato favorito quedara fuera de la contienda. Casi la totalidad de los que apoyaban a Chi se inclinaban por el MAS y un alto porcentaje de los que decían apoyar a Mesa venían de una izquierda decepcionada por todos los años de autoritarismo. Es muy probable que éstos vieran un alentador cambio de posta con la nueva dupla, ya sin la figura controvertida de Evo. Como dato: Mientras el año pasado Chi logró casi el 9%, ahora apenas supera el 1%. Los indecisos y el voto oculto también alcanzaron medidas superiores al 20%. Ahí encontramos dos vetas posibles.
Que las idas y venidas de la candidata/presidente, los denunciados actos de corrupción y los signos autoritarios de su gobierno de transición han tenido un efecto desalentador en la ciudadanía es algo innegable. Pero quizás lo más reprochable, a la hora del recuento, será que, decreto de por medio, dejaron intacta la estructura estatal anterior; no tuvieron la capacidad de ejercer la autoridad que les fue delegada y, a ojos vistas, negociaron con los masistas y auparon su recuperación política. Entre los objetos del comercio político estuvo la composición del Tribunal Supremo Electoral, señalado de hacerse el desentendido cuando se le pidió aplicar la ley o de no sanear el Padrón, entre muchas cosas más.
Pero no se puede desmerecer la forma en que el MAS encaró su campaña: El acicate a la lucha entre sus opositores, ejecutada hábilmente por expertos en manipulación social por medios tecnológicos; el acierto en impedir la discusión de su gestión gubernamental y no entrar en debates; la concentración de sus esfuerzos en el área de los barrios marginales y del campo, adonde no lograron, no supieron o no quisieron penetrar los demás, y la oferta de volver a los años dorados de la prosperidad económica calaron hondo en los ciudadanos y son algunos de los motivos de su éxito. Mientras alborotaban los ánimos pendencieros de unos, le ofrecían el retorno a la bonanza a los otros. A la luz de los resultados: ¡Excepcionalmente efectiva!
Seguramente el debate será amplio sobre éstos y otros aspectos del proceso electoral. Ojalá que nos sirva para evitar el tropiezo con la misma piedra, a pesar de que lo dudo mucho. Aún persiste la obstinación de algunos que tratan de buscarle cinco pies al gato reclamando un nuevo fraude, como justificativo a un resultado indeseado y sobre el que nadie reconoce tener culpa alguna. Pero la democracia es la aceptación de las decisiones de la mayoría. Lo digo con la autoridad con la que hablé abiertamente en contra del MAS: Ganaron y punto. Los que no quisieron entender razones y los que no supimos promover y defender la unidad, podemos irnos a llorar al río.