Por Johnny Nogales V.-
La conquista del voto nunca ha sido una pelea de caballeros… y estoy seguro que ese es un concepto que se aplica, de modo general, en todo el mundo. Sin embargo, la malignidad y virulencia que estamos viviendo en el presente proceso electoral es inusual; no estamos acostumbrados a tan viles argumentos, esgrimidos con tanta soltura.
Puesto que las limitaciones del obligado enclaustramiento por la pandemia definieron que no sea posible llevar a cabo las típicas actividades proselitistas, el mayor escenario de la contienda se ha desarrollado en la “nube”; en las redes sociales, en los teléfonos celulares, en las tabletas y en los ordenadores.
Cuando señalo el nivel tan bajo de esta campaña electoral no estoy en contra de ninguna persona. La mayoría de los ciudadanos hemos caído en la trampa, seguramente de buena fe, reenviando o comentando, a favor o en contra, los burdos escritos o imágenes. Pero esto no es obra de la casualidad; ha sido orquestado por profesionales y no por principiantes.
La calidad de los innumerables anuncios (memes, les dicen) que se han esparcido por las redes sociales con deleznables y arteros mensajes en contra de los dos candidatos opositores al Movimiento Al Socialismo (MAS) me demuestra que existen equipos de especialistas dedicados con fruición a sembrar la discordia.
No es obra de improvisados que saltan al ruedo de la arena política por entusiasmo o protagonismo; no se trata de nuestros hijos o nietos jugando con un computador. Son expertos nacionales y, principalmente, extranjeros, con mucha práctica en la manipulación de la mente humana. Todos los detalles han sido cuidadosamente estudiados para darles la apariencia real, que convenza y mueva a los electores hacia el rumbo que ellos han trazado: El del odio y la ofensa sin medida.
¿A quién beneficia esto? La respuesta es obvia, no requiere más explicaciones: Estoy seguro que nuestra Patria es hoy el escenario del más alevoso ataque cibernético para beneficiar el retorno de los inMorales.
¿Porqué? Pues por múltiples razones: Por la ubicación estratégica de nuestro territorio, tan apetecido para servir como base en la guerra entre las potencias mundiales; por la riqueza con la que nuestra tierra ha sido bendecida; por la necesidad de los clanes políticos internacionales y las mafias narcotraficantes, que hoy se confunden, de controlar nuestros recursos naturales y la producción de droga; y, ante todo, porque tienen la intención inocultable darle un escarmiento al pueblo que se atrevió a protagonizar una valiente rebelión; no sea que vaya a cundir el mal ejemplo.
¿Cómo lo han hecho? Apelando a nuestras debilidades: Han aprovechado las profundas diferencias de una sociedad fragmentada; han apelado a oscuros e infames resentimientos; han incitado a la lucha racial; han promovido el enfrentamiento regional y han estimulado las más bajas pasiones. Han usado nuestros más recónditos sentimientos para conducirnos al terreno de la pugna y de la división, porque nuestra unidad era el mayor peligro para sus fines. Y debo decir, con honda pena, que han logrado su objetivo
Cuando recobremos la calma y el espíritu se aquiete, nos daremos cuenta. Será tarde para enmendar errores. Finalmente, las cartas están echadas y tendremos que afrontar un destino común. Vaticino que, antes de lo que se espera, nos veremos obligados a unir nuestras fuerzas para luchar nuevamente por la libertad y la democracia. Por desgracia, se han hecho realidad mis temores. No es el desenlace que hemos alentado, soñado y esperado, pero es nuestra realidad.
Dios bendiga a Bolivia