vía: La Prensa Digital
foto: Mundo | AFP
Unos con temor y otros con
esperanza de cambio, cerraron ayer las campañas por el Apruebo y el Rechazo a
una nueva Constitución en Chile que se decidirá en el plebiscito del domingo
tras un año marcado por la rebelión en las calles, la pandemia y el rebrote de
la violencia.
"Aquí sí o sí van a venir
cambios y lo mejor será sentir que fue gracias a una nueva Constitución que
todos votamos o participamos, y no que la hizo un pequeño grupo en dictadura para
que otro pequeño grupo siguiera con poder para siempre", dijo Alejandra
Pizarro, una estudiante Trabajo Social de 23 años, que participó de una
actividad de cierre al frente del palacio presidencial de La Moneda en
Santiago.
Como la mayoría de los cierres de
campaña convocados por diversos partidos y organizaciones tanto del lado del
Rechazo como del Apruebo, no superaron las 300 personas, reunidas todas en un
clima pacífico y manteniendo las medidas sanitarias impuestas por la pandemia,
como el distanciamiento físico y el uso de mascarillas.
Acordar un plebiscito para
cambiar la Constitución armada durante la dictadura de Augusto Pinochet
(1973-1990), con reformas en democracia, fue un hito alcanzado entre la mayoría
de los partidos políticos -sin el apoyo del Partido Comunista- en noviembre
pasado, cuando todavía humeaban las barricadas encendidas desde el
"estallido" del 18 de octubre de 2019.
Militantes comunistas también
hicieron un cierre de campaña por el Apruebo en redes y en la calle.
"No quiero que mi país vaya
a caer en las mismas manos que cayó Argentina, Venezuela y un montón de países
que han sido un desastre", dijo por su lado en un cierre del Rechazo,
Hernán Allende, 63 años, corredor de propiedades, que se hace eco como muchos de
los líderes y las bases de los partidos de derechas de criticar al gobierno del
presidente Sebastián Piñera.
"El presidente Piñera ha
actuado con mucho temor. De ahí parte todo el desastre, él no ha tenido
suficiente mano dura para parar la delincuencia y el terrorismo", dice en
referencia a los grupos minoritarios que han vuelto a confrontarse con la
policía, provocado incendios y actos vandálicos los viernes de las últimas
semanas.
¿Cita con la historia?
Fijada inicialmente para el 26 de
abril de 2020, la pandemia obligó postergar la consulta. Ocho meses después,
Chile suma más de 13.700 muertos y ronda los 496.000 infectados por
coronavirus, tras un pico en mayo y junio que lo ubicó entre los cuatro países
más afectados del mundo.
"Para votar tenemos que
llegar sanos", fue un lema que corrió por redes sociales en los últimos
meses, en los que se ha logrado mantener a raya los casos de Covid-19, con un
promedio de 1.500 contagios y menos de 50 fallecidos diarios en las últimas
semanas.
Desde hace meses este referendo
es considerado la consulta más importante desde la recuperación de la
democracia en 1990. El último sondeo de la encuestadora Criteria de octubre
reveló que 74 por ciento apoya el Apruebo y un 17 por ciento el Rechazo, entre
un electorado de unos 14,3 millones de personas.
El domingo quizás el dato más
importante será la participación electoral, en un país donde el voto es
voluntario desde 2013 y en 2017 menos del 50 por ciento del padrón electoral
fue a votar cuando fue electo el presidente Piñera.
Los muros hablan
"Apruebo hasta que la
dignidad se haga costumbre", rezan pancartas y grafitis en Santiago.
"Rechazo porque no quiero violencia", afirman otros.
Ambas campañas realizaron
caravanas en autos y otras en bicicleta, pero el debate y la competencia de
anuncios se hizo más que todo en redes sociales y medios de comunicación.
En los alrededores de la Plaza
Italia, el centro de las celebraciones chilenas que desde octubre pasado es la
sede de una rebelión social sin líderes ni partidos, volvieron en las dos
últimas semanas los grafitis, la protesta violenta y los enfrentamientos entre
Carabineros y encapuchados.
"Yo no voto, yo me
organizo", rayan en estatuas o escriben en una vitrina de la céntrica
avenida Alameda, del centro de Santiago: "Apruebo y Rechazo, da lo
mismo". Son reflejo de grupos más radicales, algunos vinculados con las
barras bravas del fútbol, que protagonizan batallas urbanas que han dejado
graves daños a la infraestructura pública del centro de Santiago.
Hay incertidumbre, miedo y
esperanza en cualquiera de los sectores, pero una mayoría de los 18 millones de
chilenos coincide en rechazar la violencia que deja la foto de este país
sudamericano desde hace un año, aunque todavía más del 60 por ciento apoya el
reclamo de un mayor bienestar social y de un Estado más fuerte.