Prácticas sociales en tiempos de pandemia. (Entrevista a los antropólogos Pedro Pachaguaya y Carlos Revilla). Por Eduardo Pando.
La relación entre el Estado y la sociedad mantiene las mismas prácticas burocráticas de antes de la epidemia de las cuales los ciudadanos somos víctimas silenciosas. Las redes sociales están llenas de testimonios de acciones sin sentido que las autoridades de los tres niveles del Estado intentan imponer a los ciudadanos con relación a la gestión de la epidemia y la gestión de las actividades cotidianas. Los hospitales no reciben a personas con sintomatología COVID 19 si no se tiene la prueba con resultado positivo cuando sabemos que es una odisea lograr que le hagan a uno el test y que le entreguen el mismo antes de los 10 días. Es el protocolo y estamos indefensos. Mientras tanto el 60% de los test aplicados en Bolivia son positivos y por tanto el sentido común debería invitarnos a prescindir de la prueba para poder tener atención médica y acceso gratuito al set de medicamentos a solo presencia de los síntomas. Todo lo que pasa a través del Estado es burocrático y poco adecuado a promover las medidas de bioseguridad.
Nos hemos vuelto un país de colas interminables para trámites muchas veces innecesarios y absurdos. El SEDES de Tarija tiene dos grandes colas cada mañana, una para las pruebas rápidas para quienes en la mayoría de los casos darán positivo y otra sobre la misma acera para quienes harán el trámite de permiso de viaje. Esta segunda cola consiste en estar entre una hora y hora y media esperando que le den ficha, que pase un funcionario del SEDES a medir la temperatura con una pistola a distancia y vaya cantando la temperatura registrada en cada ciudadano para que unos minutos después un otro funcionario a cargo de dar la autorización sobre un papel de fotocopia le pregunte al interesado su temperatura para dar por concluido el trámite y entregarle su certificado. Un verdadero sin sentido. Por lo demás esa autorización no te la pide nadie nunca más.
Parece que la crisis plantea nuevas formas de relacionamiento entre ciudadanos y Estado, por una parte el Estado se plantea como el conductor de la gestión de la crisis pero por otra parte los ciudadanos, incrédulos y desconfiados del Estado, venimos desarrollando prácticas propias de la gestión sanitaria. La relevancia en la demanda de productos “milagrosos” hacen parte también de estas prácticas de autogestión de la salud donde el Estado poco está logrando inferir y en la que confiamos más en nuestras propias redes de información que en los señalamientos de la autoridad. Aquí la comunicación ha sido inexistente.
El miedo y la solidaridad, dos fuerzas que nos mueven en estos días de epidemia y que van marcando nuestra forma tan a la boliviana de ir gestionando la crisis, por lo pronto con resultados muy poco alentadores.
La entrevista completa a los antropólogos Carlos Revilla y Pedro Pachaguaya en el siguiente link.