Por Zulema Alanes B.-
Los barbijos marcan tendencia. Comenzaron a aparecer casi inmediatamente después de que se identificó la infección por coronavirus, primero en Asia, luego en Europa y, hoy, ya están en todas partes. Se han convertido en un accesorio esencial.
Los primeros días de la emergencia, la gente se agolpaba en farmacias y supermercados para aprovisionarse de barbijos y como consecuencia de la sobredemanda empezaron a escasear o encarecerse.
A nivel mundial se desató una verdadera guerra por los barbijos y se activaron hasta los servicios secretos de algunos países para garantizar el aprovisionamiento de estos protectores. Decenas de países del mundo intentaron hacerse con millones de barbijos lo más rápido posible en un mercado dominado por China y en un momento en que los precios subían descontroladamente.
En la carrera por los barbijos, se olvidaron las reglas del comercio internacional y se desplazaron compradores con dinero en efectivo. Se denunció a Estados Unidos por desplazar compradores que pagaron cash y hasta tres veces más para desviar cargamentos de miles de barbijos que ya estaban comprometidos para otros países.
La mayoría de los barbijos de todo el mundo se fabrican en China y Taiwán. China produce aproximadamente la mitad de las mascarillas faciales del mundo: alrededor de 20 millones al día o más de 7000 millones al año. Taiwán aporta el 20 por ciento del suministro mundial. Pero después del brote de coronavirus la demanda se desbordó tanto que los fabricantes de barbijos tuvieron que trabajar a marchas forzadas. Una fábrica de Francia, la Kolmi Hopen, fue clave para superar la grave escasez de barbijos y pasó de fabricar 170 millones anuales, a atender pedidos por 500 millones en una semana. A esta altura la escasez de barbijos ha sido superada y ha empezado la preocupación por la contaminación con los barbijos que se desechan.
En Bolivia, el barbijo es obligatorio
En medio de la pandemia, el barbijo es uno de los implementos de bioseguridad recomendados por la Organización Mundial de la salud (OMS) y el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta que coinciden en que no hay necesidad de usar cubrebocas en la calle y lo recomiendan sólo para lugares cerrados.
En el caso de Bolivia, los médicos infectólogos, Víctor Hugo Velasco y Juan Pablo Rodríguez, explicaron a Cabildeo Digital, que según los protocolos que regulan la emergencia sanitaria, el uso del barbijo es obligatorio y esta norma es apoyada por la Sociedad Boliviana de Infectología que recomienda usar barbijos como medida de protección ineludible, para no esparcir el virus o para no contagiarse.
Teniendo clara la recomendación, según Velasco el uso del barbijo dependerá de diferentes circunstancias “dentro de los hospitales es inevitable, al igual que en ambientes cerrados como un supermercado, una oficina o un banco, pero en ambientes abiertos que no están concurridos se puede evitar el barbijo”.
Subrayó que, en todos los casos, lo importante “es tener en cuenta que no sabemos si estamos cerca de una persona enferma y, asimismo, si somos asintomáticos y podemos dispersar el virus”.
Rodríguez, por su parte, insistió que se trata de una medida de salud pública, que “tiene el objetivo de proteger al conjunto de la población, de tal manera que no puede considerar casos particulares, el bien mayor es proteger la salud y para ello todos debemos usarlo como parte de las medidas de bioseguridad”.
El barbijo es de uso personal, permanente y desechable
El barbijo es de uso personal, único y desechable, explicó Juan Pablo Rodríguez, “porque está en contacto con las secreciones respiratorias, si alguien tiene un virus, se queda en el barbijo con seguridad, por eso hay que desecharlo, se tiene que botar”.
Un barbijo, dijo, “es como un clínex, cuando uno se suena la nariz y lo desecha cualquier persona en contacto con las secreciones que quedan en ese pañuelo desechable se puede infectar al hacer contacto con las secreciones de las vías respiratorias”.
Sin embargo, Víctor Hugo Velasco, recordó que “hay barbijos de tela que se pueden lavar, en quirófano antes se usaban barbijos de tela, por eso no se debe descartar los barbijos reutilizables teniendo en cuenta que deben esterilizarse, desinfectarse para eliminar los virus”.
Dijo que antes de la pandemia, dos horas era el tiempo máximo de uso de un barbijo, “pero ahora en esta emergencia, donde a veces ni en los hospitales tenemos barbijos, el plan B es usar el barbijo el mayor tiempo posible”.
Pero para ello, una condición es “no manipular con la mano, puede durar hasta un día o dos, una vez que está muy humedecido, si está muy sucio, hay que tirarlo. Pero hay que ser realistas, a veces no hay para comprar, mientras menos se lo toque se puede conservar unos días”, señaló Velasco.
Rodríguez por su parte dijo que no hay una norma que regule cuántas horas se puede usar un barbijo, “lo único claro es que resulta muy difícil usar un barbijo todo un día completo” .
Ambos especialistas coincidieron que, si el barbijo no es manipulado, puede reutilizarse hasta dos o tres días, siempre tomando la previsión de colgarlo al aire, en un lugar seguro, para no contaminarlo.
Y para no contaminar, las recomendaciones son precisas: quitárselo por la parte trasera, ponerlo en una bolsa de plástico, atarlo bien y disponerlo en un tacho de residuos. “Si estoy en la calle y no encuentro un tacho, espero llegar a casa y depositarla en el basurero, finalmente, debo lavarme bien las manos con agua y jabón, y si estamos en la calle usar alcohol en gel”, detalló Velasco.
El barbijo protege, pero no es suficiente
El barbijo ha pasado aceleradamente de los quirófanos a las multitudes. Se ha popularizado tanto, que superada la escasez inicial se han multiplicado las ofertas en distintos modelos y materiales.
“Actualmente hay una variada gama de barbijos fabricados con tejidos de friselina 60, algodón o lino, que se pueden reutilizar después de lavarlos con agua caliente, al menos 60 ° C y detergente. También se los puede pasar por vapor de agua, con lo que se combaten los gérmenes”, explicó Velasco.
Y Rodríguez coincidió que de elemento de protección médico ha pasado a ser una prenda de uso cotidiano y ahora está disponible hasta con diseños que combinan con la ropa que una persona lleva puesta. “Se están lanzando al mercado nuevos modelos y de renovados materiales. En Chile están fabricando barbijos con partículas de cobre, metal donde virus y bacterias quedan apenas 4 horas”, detalló.
Pero ambos especialistas dejaron en claro que el barbijo protege, pero no es suficiente. “Lo más importante es el distanciamiento social, si estamos a un metro y medio o dos metros distanciados con barbijo o sin barbijo no nos vamos a infectar”, dijo Velasco. “La higiene de manos es fundamental, me puedo poner el barbijo, si no me lavo las manos no sirve de nada, el uso de barbijo tiene que ir de la mano de la higiene de manos”, complementó Rodríguez.