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Por Zulema Alanes B.-
Desde un hotel en La Paz: Ximena Galarza relata su aislamiento en cuarentena.
Entre las cuatro paredes de una habitación de hotel, la periodista Ximena Galarza registra la crónica de su propio aislamiento bajo las estrictas medidas de seguridad a las que están sometidas las personas que retornaron del exterior en medio de la cuarentena que rige en el país.
Los azares del destino la pusieron en el momento y en el lugar equivocados. Cuando partió rumbo a Estados Unidos para recibir el premio “Mujeres Coraje” nunca pensó que, a su retorno, su vida daría un vuelco de 180 grados. El 4 marzo recibió el premio y, luego de cumplir una intensa agenda junto a otras diez mujeres de Medio Oriente, Asia y África, el 16 de marzo una cuarentena general decretada en el Perú, le impidió abordar la conexión Lima-La Paz de American Airlines.
Ese domingo 16 de marzo, el gobierno de Perú decretó estado de emergencia nacional por 15 días, incluido el cierre de sus fronteras, para combatir la propagación del Covid-19. Ximena Galarza debía abordar su vuelo a las 00:15, exactamente 15 minutos después de la hora cero fijada para el inicio de la cuarentena en Perú.
“Estoy en la salida de vuelos internacionales, sin poder hacer nada, todos los vuelos internacionales en la misma situación, cancelados por el cierre de fronteras, y dentro del aeropuerto mucha gente que gritaba porque sus vuelos estaban cancelados, mucha policía y muchos militares peruanos, imponiendo orden y recordando que el aeropuerto fue cerrado a las cero horas, sin lugar a reclamos”, relató Ximena Galarza a Cabildeo Digital.
Para ese día, en Perú ya sumaban 71 personas contagiadas con el coronavirus y el presidente de ese país, Martín Vizcarra, decretó cuarentena general. En Bolivia estaba prohibido el ingreso de pasajeros provenientes de China, Corea, Italia y España, pero no de quienes venían de Estados Unidos. Ximena Galarza se quedó en Lima, a medio camino de su destino.
Un vuelo directo a un hotel de aislamiento
Ximena Galarza estuvo siete días en medio de la cuarentena general que rige en Perú antes de retornar a Bolivia. Llegó a La Paz el 21 de marzo, en vuelo directo a un hotel de aislamiento.
Los días en Lima fueron de mucha tensión e impaciencia. “Hay muchísimo control en la zona del aeropuerto, igual que en Lima, la actuación de la Policía y las Fuerzas Armadas es muy estricta. No permiten gente caminando por las calles, mucho menos grupos de choque. Bajo esa presión, lo único que quería era volver a Bolivia, porque estés donde estés, fuera de tu país eres un extranjero que no tiene los mismos derechos”.
Con las fronteras cerradas, las posibilidades de retornar a Bolivia eran inciertas. “Todos los bolivianos en Lima acudimos a la Embajada de Bolivia en Perú y empezamos a registrarnos en el Consulado para ver qué se podía hacer. Todos estábamos en Lima, muchos tenían vuelos el 17, el 18, otros el 19, en conexión, sin incluir a la gente que estaba en Ica, Piura, Arequipa que no podía llegar hasta Lima. Éramos una buena cantidad”.
Desde Bolivia, la Cancillería realizó gestiones ante el Gobierno peruano y, finalmente, se habilitó un vuelo solidario que transportó hasta la ciudad de La Paz a 70 ciudadanos, todos bolivianos, excepto una mujer peruana y sus tres niños radicada en el país.
“Llegamos el sábado a las 2:26, en total 70 personas, del aeropuerto internacional Jorge Chávez de Lima al aeropuerto de Transporte Aéreo Militar (TAM) en El Alto y, de ahí, a dos hoteles, puestos directamente en cuarentena de 14 días”.
Bajo estrictas medidas de seguridad
El retorno a Bolivia se cumplió bajo estrictas medidas de seguridad. “La Policía y el Ejército peruanos pusieron dos buses para trasladar al aeropuerto a todas las personas que lograron acercarse hasta el Consulado para ser evacuadas. En total 70 personas”.
Ximena Galarza detalló que desde el momento en que abordaron el avión en Lima hasta la llegada a La Paz debieron cumplir “protocolos de primer mundo. Fumigaron nuestro equipaje, pero antes, para poder ingresar a la sala de pre embarque, nos tomaron la temperatura, los signos vitales. Cuando empezamos a abordar, en la puerta del avión nos esperaba todo el personal médico del Ministerio de Salud de Bolivia. Al llegar a la banda de BOA, nos han desinfectado, nos entregaron un traje especial que cubría hasta nuestros zapatos. Previamente nos desinfectaron las manos, la cara y el cabello con suministros especiales. Nos vestimos con un traje térmico blanco, no debíamos movernos del asiento que nos designaron, nuestro equipaje de mano también fue sometido a todos los protocolos”.
De los 70 pasajeros, la mayoría residen en La Paz, pero hay algunos que son de Santa Cruz y Cochabamba, todos fueron ubicados en dos hoteles de la sede de gobierno donde deben cumplir la cuarentena de 14 días.
“En el aeropuerto del TAM, nos bajaron de a tres y nos hicieron sentar en un lugar donde todos los funcionarios estaban equipados con trajes. Luego de una evaluación personal, uno por uno, nos tomaron la temperatura. Nos preguntaron donde estuvimos, con quien o quienes. Si pasábamos ese examen, nos enviaban a un baño, para sacarnos el traje térmico y los guantes y depositarlos en un recipiente para deshechos. Luego nos lavamos las manos y la cara, y limpiamos nuestros calzados en trapeadores con lavandina y agua. SABSA realizó el control de los equipajes que fueron nuevamente fumigados. Nos esperaban dos buses a los que subimos de tres en tres y nos trasladaron directamente a dos hoteles”.
Sentimientos encontrados
En el contacto con Cabildeo Digital, Ximena Galarza admitió que enfrenta sentimientos encontrados. “Por un lado, la tranquilidad que te da estar en tu país, pero por otro, la decepción ante la falta de humanidad de la gente”.
Recordó que “En Lima lo único que quería era volver a Bolivia, porque una no se queda afuera por gusto, a no ser que tengas residencia, pero cuando te encuentras fuera por trabajo lo primero que quieres es estar en casa con tu familia, con tus hijos, porque en otro país no vas a ser a la primera persona que socorran, pero llegas a tu país y lo que encuentras es egoísmo, falta de empatía y falta de humanidad de la gente”.
Aunque el contingente de repatriados llegó bajo un código de reserva, a las pocas horas de su arribo a la ciudad de La Paz se filtró el nombre del hotel donde estaban bajo cuarentena y algunas personas se movilizaron exigiendo que sean evacuados. “El miedo, el nerviosismo y la ignorancia de la enfermedad están pasando factura muy alta, nos está haciendo olvidar las bases de la convivencia”.
“No entiendo por qué”, dijo Ximena Galarza “hasta ahora todas las personas que cumplimos la cuarentena no presentamos síntomas. Hay personas de la tercera edad, algunos con diagnósticos previos de hipertensión y diabetes, pero estables. También hay niños que están saludables. Solo algunas personas de Santa Cruz y Cochabamba han sentido molestias asociadas a la altura”, señaló.
Una rutina de aislamiento, transitoria, temporal y preventiva
Ximena Galarza aseguró que la cuarentana los está sometiendo a “una nueva forma de vida, si bien es transitoria, temporal y preventiva, te cambia la perspectiva”.
Por el rigor de la cuarentena que debe guardar durante 14 días, cada persona ha sido aislada en una habitación del hotel.
“Cada persona en una habitación, recibimos el control en la mañana y en la tarde, tenemos un médico para cada cuatro personas. Nos contactan por video llamadas, en algunos casos equipos de seguridad, para el seguimiento de la sintomatología, de la temperatura”.
Contó que recibieron la visita del Ministro de Salud que personalmente les ha dado las instrucciones de la cuarentena y detallado que “se ha asignado un médico para cada cuatro personas. En la mañana se contacta por videollamada para realizar el control de los signos vitales y tenemos la instrucción de llamarlo ante cualquier sintomatología, para la toma de muestras”.
Una y otra vez fueron sometidos a los protocolos de seguridad. “Nuestras cosas han sido fumigadas, desinfectadas, no circulamos ni en los pasillos. Recibimos la alimentación –desayuno, almuerzo y cena–, hay adultos mayores con hipertensión, diabéticos que reciben alimentación especial, con poca sal”.
De este virus vamos a salir mejores personas
“Lo que lamento es no poder abrazar a mis hijos”, confesó Ximena Galarza con su voz entrecortada por la emoción. Admitió que no es fácil pasar sola y encerrada en las cuatro paredes de una habitación de total, aislada del resto, pero aseguró que “permaneceré los 14 días, porque debeos estar conscientes de que queremos cuidarnos y cuidar a nuestras familias”.
“Lo único que quiero es abrazar a mis dos hijas, de 17 y 15 años, y a mi pequeño de cuatro años. Y ellos también cuentan las horas para abrazarme. Mis hijas están desesperadas, tienen miedo, como todos, ven tantas cosas en las redes que ya no saben que creer, yo solo le digo que, como hijas de una periodista, deben verificar la información que reciben, que no se enfermen con noticias falsas”, puntualizó.
Lamentó que la gente que está en su casa “no respete la cuarentena e intente eludir los controles sólo para ir una y otra vez a la tienda, como si esto fuera un juego”.
Y entre las cuatro paredes de la habitación del hotel donde ahora está aislada, reveló algunas de sus reflexiones: “Como periodista, creo que estas experiencias nos ayudan a acercarnos más a la gente. Sufrir en carne propia lo que habitualmente sólo cubrimos para nuestros reportes nos cambia la perspectiva. Creo que de este virus vamos a salir mejores personas”.
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