Por Zulema Alanes B. Foto: El Deber.-
LA POLÍTICA Y LOS POLÍTICOS NO ESTÁN A TONO CON LOS DESAFIOS DEL CORONAVIRUS.
En apenas dos semanas, Bolivia ha enfrentado drásticas decisiones que han culminado con la declaratoria de cuarentena total. La pandemia del coronavirus ha puesto en vilo al país. Desde que el 10 de marzo se confirmó el primer caso positivo, ha cambiado la agenda pública, todo ha pasado a segundo plano, incluidas las elecciones generales y, por supuesto, los candidatos que pugnan por la presidencia que hasta ahora han actuado con mucho cálculo político.
Aunque la mayoría respaldó la declaratoria de cuarentena total, en rigor, ese respaldo fue timorato y falto de iniciativas que coadyuven a la emergencia sanitaria.
Eligieron las redes sociales. Ya bastante posicionada porque le tocó liderar las medidas del Gobierno, Jeanine Añez se puso en su rol de candidata para pedir a sus seguidores que cumplan la cuarentena total y respeten las instrucciones oficiales. El candidato de Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, aseguró que estamos en “un momento de responsabilidad y solidaridad” pero dijo que sería “contraproducente” adoptar medidas radicales –como el Estado de Sitio– para garantizar la cuarentena. Jorge Quiroga, presidenciable de Libre 21, convocó a “respetar la cuarentena total para salvar vidas en Bolivia” y Luis Fernando Camacho, de Juntos, anunció “¡Hoy tampoco nos movemos!” y aseguró que “Las calles vacías hablan del compromiso que los bolivianos tenemos con la vida”. Aunque sus seguidores activaron grupos de resistencia a la cuarentena, el candidato del MAS, Luis Arce, eludió tema y lanzó una lista de demandas en “solidaridad” con los sectores más vulnerables, incluida la dotación de una canasta familiar que no especificó si debía ser de 100 bolivianos. El que se puso al frente de la cuarentena fue Chi Hyun Chung, del Frente para la Victoria, aseguró que la medida era “inútil porque mientras no exista el control internacional de coronavirus, seguirá masificando esta pandemia en Bolivia”.
El país está virtualmente paralizado y los líderes políticos, salvo la presidenta candidata, no tienen plataforma para desplegarse en medio de la pandemia del coronavirus. Frente a la sucesión de medidas anunciadas por Jeanine Añez, el resto de los liderazgos políticos no han mostrado iniciativa ni siquiera para ponerse al lado de los profesionales y trabajadores de la salud que encaran la emergencia sanitaria en medio de las limitaciones que impone el precario sistema de salud.
Y todos, incluida Añez con todo el aparato estatal, no han logrado atacar el miedo, el otro patógeno que puede ser más peligroso que el coronavirus.
China, Japón y Corea: estrategias exitosas
No todos los países han respondido de la misma manera a la pandemia del Covid-19, pero el confinamiento ha sido una de las medidas más recurrentes y ha hecho que muchos dicten la cuarentena total.
Hace dos meses, el 23 de enero, por primera vez se habló de confinamiento cuando las autoridades chinas decidieron encerrar en sus casas a los 11 millones de habitantes de Wuhan, la ciudad donde se originó el brote. Después la medida se amplió a toda la provincia de Hubei, de la que Wuhan es la capital, mientras que otras regiones de China solo activaron el distanciamiento social. El 23 de marzo, dos meses después, Hubei anunció su retorno a la normalidad ante la caída de nuevos contagios y el cese de infecciones de transmisión local. China aisló varias ciudades y construyó hospitales en menos de una semana para atender la emergencia.
Japón fue uno de los primeros en confirmar contagios, a pocos días que China alertara del brote, pero el gobierno no decretó el bloqueo de ciudades ni el aislamiento obligatorio de sus ciudadanos. Se enfocó en aislar a los grupos de contagio. Realizó pruebas y aisló a las personas que podían infectar a otras personas. El distanciamiento social, la marcada conciencia de la higiene y el uso habitual de mascarillas, arraigados culturalmente antes del brote de coronavirus, contribuyeron al éxito de la estrategia de rastrear a las personas contagiadas y aislarlas.
El otro método que, según los especialistas, ha resultado muy eficaz es el de Corea del Sur. Cuando sumaba medio centenar de casos, el alcalde de Daegu, la ciudad del primer foco, pidió a todos los ciudadanos que se queden en sus viviendas y que usen mascarilla en todo momento, incluso dentro de sus casas. La estrategia, coordinada por el Ministerio de Salud surcoreano, desplegó una amplia red de diagnóstico y se planteó como objetivo la reducción de la tasa de mortalidad. A diferencia de otros países, donde solo se hacen test a quienes tienen síntomas, decidió hacer las pruebas a todo el que haya estado en contacto directo con casos confirmados. En lugar de esperar que los pacientes llegaran a los servicios, buscaron a posibles infectados para evitar que contagiaran a la comunidad. Realizó más de 15.000 pruebas diarias. Pero la eficacia no solo dependió del Gobierno sino también de los ciudadanos. Al día siguiente del pedido del alcalde a permanecer en casa, las calles se quedaron desiertas.
Brasil y México a contrapelo de la cuarentena
La mayoría de los presidentes de América Latina reaccionaron con premura ante pandemia. Suspendieron clases, cerraron fronteras, interrumpieron vuelos, pararon el transporte, patrullaron las calles, decretaron cuarentenas. Pero los mandatarios de Brasil y México, los dos países más poblados de la región, rechazaron la cuarentena.
El presidente de México, López Obrador, sugirió que la intervención divina salvaría a su país de la pandemia. “No dejen de salir”, dijo en un video y sugirió que “Si pueden hacerlo y tienen posibilidad económica, pues sigan llevando a la familia a comer a los restaurantes, a las fondas, porque eso es fortalecer la economía familiar y popular”. Solo la presión ciudadana lo forzó a cerrar las escuelas, prohibir las concentraciones de más de cien personas y pedir a los mexicanos que se quedaran en casa.
Bolsonaro, presidente de Brasil, ha calificado el virus como una “pequeña gripe”, cuestionó las medidas tomadas por algunos gobernadores y alcaldes de ese país porque están basadas en la idea de que está cerca “el fin del mundo”. Su displicencia ha provocado que en las favelas de Río de Janeiro algunos grupos de narcotraficantes, anunciaran que “Si el gobierno no tiene capacidad para manejar esto, el crimen organizado lo hará”.
Pero los expertos advierten que la pandemia exige respuestas drásticas. Posponer las acciones resulta peligroso y si no se actúa de inmediato podría ser demasiado tarde.