Por Zulema Alanes
Aunque el Movimiento Al Socialismo (MAS) quisiera borrar del calendario el 21F, cuatro años después, el referéndum del 2016 se reposiciona como el día en que, por voluntad mayoritaria de la población, la democracia se dotó de una especie de blindaje frente a los intentos de perpetuación en el poder.
El 21 de febrero del 2016 empezó la cuenta regresiva para el gobierno de Evo Morales. Fue el inicio de una sucesión de acontecimientos que derivaron en la renuncia del Presidente que más años gobernó el país. Sin el 21F otro hubiera sido el curso de la democracia.
Analistas consultados por Cabildeo, coincidieron que el 21F siguirá marcando agenda política y constituirá por mucho tiempo el referente de los cambios que la población exige para la redemocratización del país.
“El principal significado del 21F es la limitación al poder político” aseguró el politólogo Luis Tapia y añadió que, en la actual coyuntura, “lo bueno de este 21F es que se puede festejar la ruptura de la continuidad del gobierno del MAS, pero también renovar el compromiso y la acción social para controlar el proceso de transición y la redemocratización del país”.
Los 2.682. 517 votos (51.3%) que rechazaron la modificación de la Constitución Política del Estado todavía cuentan, dijo la ex diputada Jimena Costa “porque la situación que actualmente atravesamos –el momento de sucesión constitucional, la nueva elección y la movilización ciudadana– todo se funda en el hecho de haber desconocido del resultado del 21F”.
Y en su percepción el 21F hoy se hace más vigente porque “el gobierno de transición que debe garantizar una elección democrática, decidió entrar en la disputa por la Presidencia con quien debió ser garante de ese proceso como candidata” y la voluntad ciudadana que se expresó el 2016 para que no abusen del poder ni se queden indefinidamente sigue siendo vulnerada por el gobierno transitorio.
Para el jurista Ramiro Orías este no es un aniversario más de lo que fue esa expresión ciudadana en las urnas sino un factor de motivación ciudadana que en octubre 2019 se movilizó contra el fraude, presionó hasta lograr la renuncia de Morales y hoy exige al sistema político ponerse a la altura de la redemocratización del país. “La mejor forma de defender el 21F es dando una señal política muy clara al país de que se va a hacer un blindaje democrático frente a la perpetuación en el poder, frente a la reelección indefinida e indebida”, dijo.
Añadió que en este aniversario del 21F el Gobierno debiera declarar su adhesión unilateral e irrevocable a la petición de opinión consultiva que ha presentado el presidente de Colombia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para que haya una interpretación definitiva y se cierre la discusión sobre el derecho humano a la reelección. Puntualizó que “existen los elementos no solamente en el caso de Bolivia sino de otros países como Honduras , Nicaragua, Costa Rica para demostrar que no existe el derecho humano a la reelección indefinida y que puede ser restringido en función a valores fundamentales que impregnan el sistema interamericano de derechos humanos como es la preservación de la democracia, la alternancia en el poder y la posibilidad de que haya renovación política”.
Las tareas de reconstrucción democrática
Según el politólogo Gonzalo Rojas, hay que entender al 21F como “el gatillador de la protesta ciudadana” en un momento en que se transgredió el límite del mandato presidencial “y Morales Ayma dejó de ser un presidente legítimo porque desconoció el mandato explícito de la ciudadanía”.
Señaló a Evo Morales y Álvaro García Linera como los principales impulsores y beneficiarios de la transgresión y aseguró que de esa manera “han cancelado su ciudadanía política, porque no es poco lo que hicieron, no conozco antecedentes en la historia de la democracia a nivel mundial de mandatarios que hubieran violado un mandato explícito de la ciudadanía, ese es el valor del 21F, y en algún momento, cuando estén reposadas las aguas, va a ser un ejemplo de protesta ciudadana legítima reivindicando el valor del voto”.
Según Costa, además de derrotar los intentos de Evo Morales de prorrogarse en el poder, proyectó una serie de objetivos hacia adelante: “Hay que reconstruir la institucionalidad democrática y hay que transformar la política de manera completa porque mientras no vuelva la ética a la política todos los que lleguen al poder, sean azules, verdes o rojos, querrán atornillarse en el cargo y harán lo que sea para obtener algún tipo de ventaja y seguir viviendo de un cargo público”.
En su opinión hay que insistir en que el 21F no es solamente el símbolo de la derrota a quien abusó de manera directa del poder “expresa la decisión de que no queremos que los gobiernos se queden más de un periodo consecutivo” y proyectó que luego del 3 de mayo se colocará en la agenda una reforma constitucional para volver a la elección discontinua para la relección “y deberíamos incluir que nadie podrá reelegirse más de dos veces para evitar que la historia se repita”.
Para Tapia, la primera tarea debe ser “el desmontaje de todos los mecanismos de concentración del poder político que articuló el MAS” y que no se concentran sólo en el aparato estatal a nivel nacional sino también en los gobiernos departamentales y municipales.
Dijo que la reforma constitucional está en el horizonte de mediano plazo “eso se tendrá que hacer luego de otro proceso de acumulación histórica en la que se generen propuestas que puedan sustituir esto que se llamó Estado Plurinacional”.
Y según Rojas, en proyección a una reforma constitucional, se debe incluir el debate sobre el presidencialismo y para evitar el caudillismo “hay que ir por el camino de un presidencialismo más institucional, los franceses han creado un régimen semipresidencial que tiene jefe de Estado y jefe de Gobierno”.
La crisis de los partidos políticos
Los analistas coincidieron en que el 21F fue posible gracias a la autoconvocatoria ciudadana y, por tanto, desnudó la crisis del sistema político.
La ciudadanía se ha llevado por delante a los partidos políticos, aseguró Jimena Costa al punto que “no están en condiciones de asumir los desafíos post fraude electoral, incluida una estrategia para evitar el retorno del MAS”.
La incertidumbre es el signo de la actual coyuntura señaló Luis Tapia porque “no se sabe cómo se dirimirá la crisis democrática en las urnas y los partidos que están al frente del MAS no han dado señales de estrategias claras para consolidar la demanda de redemocratización”.
El sistema de mediación vigente en el país hace que la ciudadanía activa, que es capaz de poner un alto a las arbitrariedades del poder, no se sienta representada por los partidos políticos y, según Gonzalo Rojas, esa deficiencia puede poner en riesgo los logros alcanzados. “Los partidos tienen una responsabilidad histórica y aún no han demostrado talla para asumirla”, dijo.