Por: Gonzalo Colque - Director Fundación Tierra
La caída de los precios internacionales del “grano de oro” ha agitado por igual a soyeros, industriales y gobierno. Ante la amenaza de bloqueo de caminos, Evo Morales se apuró en firmar de inmediato un decreto para la libre exportación de la soya. El problema es que esta concesión no mejorará los ingresos soyeros, pero será utilizada como un poder coercitivo más en manos de los agro-empresarios para obtener más subvenciones estatales y libertades legales. El gobierno de Evo Morales seguirá cediendo ante cualquier amenaza de desabastecimiento de soya para alimentos balanceados destinados a la crianza de cerdos y pollos. Importa más aferrarse al poder que la economía. No aguantaría una semana de agitación social si desaparece la carne de pollo del mercado.
La coerción agro-empresarial marcha viento en popa. El gobierno ahora es comprador a precio subvencionado de alcohol anhidro que vende a la población mezclado con gasolina, invertirá fondos públicos y comprará soya —también a precio subvencionado— para la producción de biodiesel y, por supuesto, seguirá subvencionando el diésel importado que usa la maquinaria agrícola. Los créditos blandos para los agroempresarios son parte de las facilidades gubernamentales. También dará luz verde a la soya HB4 resistente a la sequía, que en realidad es para la expansión de la frontera agrícola hacia el bosque seco Chiquitano, ante la presión de los inversores argentinos y brasileros. Un factor agravante es que esta semilla también es resistente a dos herbicidas muy usados. Tendremos más campos fumigados y doblemente fumigados.
Este modelo soyero tiene profundas grietas, pero hace poderoso a unos cuantos que concentran la renta de la tenencia de la tierra, cumplen un papel utilitario para la acumulación global, provocan desposesión, riesgos ambientales, desmontes de bosques nativos y dependencia de cadenas globales de agroalimentos que no controlamos los bolivianos.
Es un gigante inepto para competir en el mercado global pero cada vez más hábil en asustar a un gobierno desorientado en economía agraria.