Por Sonia Montaño Virreira. Socióloga. Foto: Diario Las Américas.-
Hace muchos años leí Aquí no ha pasado nada, de la venezolana Angela Zago, quien relata la historia de una joven revolucionaria que vive intensamente su compromiso entrenando cerca de Caracas, donde la vida continúa como si nada hubiera pasado, mientras ella y sus compañeros se preparaban para la acción. Este recuerdo, borroso para mí, apareció con fuerza luego de la contundente victoria electoral del MAS, que a una semana ya ha suscitado inumerables comentarios, críticos, autocríticos y dialécticos, como los del exdiputado Borda, que victorioso dijo: “El MAS es una visión colectiva, un cambio cuali-cuantitativo dialéctico de la realidad boliviana”.
En el lado de los perdedores tenemos sesudos, y otros no tanto, análisis sobre las causas de la derrota: que la falta de unidad, que la candidatura de Añez, su mal gobierno, que la nostalgia de la bonanza, que la incomprensión de las identidades étnicas y regionales, que la sofisticada campaña del MAS frente a la -por decirlo suavemente- pasividad de un candidato o la estridencia del otro. En fin, tendremos mucho tiempo para seguir pensando y analizando, ojalá aprendiendo alguito siquiera.
Por el lado de los ganadores, su retorno se está produciendo como si aquí no hubiera pasado nada, ni durante catorce años ni durante la penosa transición de la Presidenta candidata.
“Los y las bolivianas” hemos salido a votar masiva y festivamente para complacencia de la mayoría de los observadores y la molestia de algunos pocos intrusos que esperaban ver caer cadáveres de los helicópteros.
Es justo reconocer que el triunfo de Arce es contundente y eso gracias a un Tribunal Electoral que, a pesar de las dificultades, garantizó elecciones limpias y democráticas, y el recuento más rápido de la historia. Eso, que no es poco, está siendo ignorado por grupos, personas y comparsas que no creen ni en su propio voto y han salido a vociferar contra el Órgano Electoral, denunciando un fraude que no hubo. Es que la aún precaria institucionalidad pasa desapercibida para quienes creen que además de desconfiar por principio se convierten en héroes de un día “por si las moscas”. ¡Cómo nos gusta la calle!
Un joven y aguerrido cocalero , futuro senador, con rostro de niñito, ya ha anunciado que el “hermano Evo” volverá porque no ha hecho nada. Por su parte, el mencionado “hombre de leyes” Víctor Borda ha dicho que para ser parte del futuro gobierno basta con representar los movimientos sociales, en consonancia con las exigencias de éstos para formar parte del gabinete, según su particular balance sobre el aporte a la victoria electoral. Para El Alto tantos, para el Chapare unos cuantos más, para las Bartolinas el Ministerio Justicia, en fin, pareciera que la pandemia fue una pausa y que el fraude, la fuga y los errores, delitos y crímenes cometidos en el pasado reciente fueron un mal sueño. El vocero Sebastián Michel, con aire intelectual, afirmó que la victoria electoral es la prueba definitiva sobre el golpe de Estado y la expresidenta del TSE lo ha reforzado diciendo que la importante votación es una prueba adicional de que no hubo fraude.
El futuro Presidente, quien durante la campaña parecía tener las cosas claras en materia económica, ahora se manifiesta sorprendido por la gravedad de los indicadores, lo que hace suponer que se verá en figurillas cuando aplique medidas imprescindibles de ajuste. Mucha gente ya lo ha dicho: ni queriendo podrá despilfarrar como lo hicieron, porque simplemente no hay plata. La palabra austeridad en boca del exministro y futuro Presidente sonará a vituperio luego de todas las promesas.
Lo cierto es que da la impresión de que tanto la cúpula masista como sus electores hubieran salido de una burbuja mientras el poder era ocupado por una réplica derechista del MAS. Olvidaron el abuso de poder, las violaciones a los derechos humanos ¿la corrupción? No, pero se hicieron obras, la salud sigue en lista de espera, para la educación no tienen propuesta y las muertes de mujeres? ¿Qué de qué? Tanto así que luego de catorce años de corporativismo hay quienes afirman que las organizaciones sociales indígenas del altiplano y los valles asumieron una determinación “democrática”, haciendo prevalecer a medias la candidatura de Choquehuanca. Aún creen en la democracia comunitaria.
Es posible que las aguas estén turbulentas en el MAS, basta oír el audio filtrado de la exministra Paco, pero es muy probable que el poder ayudará a limar asperezas y quienes ahora vuelven “con su misma cara” a gobernar se verán ante el dilema de recurrir al odio, aunque Arce haya llamado a olvidarlo. Mal pensada como soy, creo que su llamado amoroso es más bien un deseo de impunidad para que los errores y crímenes cometidos no sean juzgados. El próximo paso: la reforma judicial.
Sonia Montaño Virreira es socióloga.