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Escasez de alimentos y conflictos sociales por el proceso electoral pueden disparar la inflación, que el Banco Central de Bolivia (BCB) proyecta para el cierre de esta gestión en 1,7% y para 2021 en 3,9%.
En el último Informe de Política Monetaria a julio de 2020, la máxima institución financiera del país señala que para el cierre de este año, en el escenario base, la inflación terminaría en torno a 1,7%, dentro de un rango levemente sesgado a la baja entre 0,9% y 2,3%, mientras que, para el cierre de 2021, la inflación estaría en torno a 3,9%.
Además presenta un balance de riesgos identificando factores que podrían ocasionar desviaciones, tanto al incremento como a la disminución, con respecto a su comportamiento esperado.
Entre los principales riesgos para su aumento considera: escasez de alimentos por factores de oferta (mayores efectos a los esperados de fenómenos climáticos adversos), así como mayores presiones en el sector de salud a las esperadas.
Pero sobre todo alerta que los conflictos sociales alrededor del periodo electoral que afecten la distribución de alimentos y productos de primera necesidad, pueden disparar la inflación.
No obstante, supone también riesgos que ocasionarían una reducción, como ser una ampliación de la cuarentena que limite la dinámica normal de los mercados.
La incertidumbre en torno a las elecciones que conlleve a las familias y a las empresas a posponer decisiones de consumo e inversión, una menor demanda interna si se cumplen los riesgos sobre el crecimiento previsto.
Asimismo, un desempeño de la actividad económica mundial más débil de lo esperado por una segunda ola de contagios COVID-19 que genere presiones inflacionarias externas a la baja, detalla el documento.
CRECIMIENTO
“La proyección revisada del crecimiento es de una contracción aproximada de 6,2%, en un rango sesgado también a la baja”, anunció el pasado viernes el presidente del BCB, Guillermo Aponte.
A fines de junio, el Gobierno había estimado que el Producto Interno Bruto (PIB) del país se contraería en -5,9% hasta final de año, el nivel más bajo de la historia del país, sin embargo al parecer será mayor.
Aponte indicó que este es un periodo “incierto y turbulento”, bajo los efectos de la pandemia de la Covid-19 a escala global, y que pese a los esfuerzos llevados adelante, los efectos adversos de la pandemia son significativos en el sector real.
De acuerdo al Informe de Política Monetaria, el PIB se contraería alrededor de 6,2%, en un rango también sesgado a la baja entre -7,9% y -5,1%.
Estas proyecciones no están exentas de riesgos, puesto que el BCB también identifica factores que podrían presentar desviaciones.
Entre los factores que podrían determinar una mayor contracción de la actividad económica en 2020, identificadas por el ente emisor, se encuentra una evolución desfavorable de las condiciones sanitarias que limite en mayor medida el desarrollo de actividades económicas, generando un eventual retorno a la modalidad rígida de la cuarentena.
Este factor puede afectar en mayor medida a las actividades de comercio y servicios que ya se encuentran enfrentando importantes caídas. Por su lado, la contracción de la inversión pública representa un riesgo tanto en la actividad del sector de la construcción como en la menor demanda interna.
En el ámbito externo, los riesgos provienen de la recesión prevista en las economías que demandan productos bolivianos, incluyendo a los minerales e hidrocarburos. En particular, una menor actividad económica en Argentina y Brasil repercutirán en una disminución en la demanda por gas boliviano.
RECUPERACIÓN
El informe indica que durante el segundo semestre del año, la incertidumbre se mantendrá en niveles elevados; no obstante, se espera que la economía mundial inicie un periodo de recuperación lento y sujeto a la relajación de las medidas de contención sanitaria y a factores de riesgo que surgieron tras el choque de la pandemia del Covid-19.
Finalmente, concluye que la reactivación económica será diferenciada entre regiones y países. En este marco, la reducción global de las expectativas inflacionarias y las brechas de producto negativas darán espacio a políticas de estímulo, las cuales se prevén ampliamente expansivas.
Las cotizaciones de las materias primas continuarán en niveles bajos. Mientras, las condiciones financieras serán volátiles y menos favorables que antes de la pandemia.
En América del Sur, se estima una contracción profunda, lo que suscitará un proceso de recuperación más lento y acompañado de medidas de contención de la pandemia que continuarán durante el tercer trimestre.
Además que la reactivación diferenciada de los socios comerciales se compensará, por lo que el impulso de la actividad externa será nulo para Bolivia.
MAIP