Por: Amalia Pando |
Era media noche cuando mi sobrino Moisés se puso muy mal, no podía respirar y el dolor de estómago lo tenía doblado. Su mamá lloraba a gritos al otro lado del auricular del teléfono pidiéndome que lo ayude. El COVID-19 se estaba llevando a su hijo.
Abrí mi lista de contactos y encontré el nombre del doctor Pedro Luis Flores. Lo llamé y para mi sorpresa respondió. Esperaba que me dictara una receta o una recomendación para calmar el dolor y la fatiga. En vez de ello, me pidió la dirección del paciente y en menos de una hora estaba atendiendo a Moisés, dándole el alivio que necesitaba y las indicaciones para superar la enfermedad.
Hoy recuerdo con agradecimiento lo ocurrido esa penosa madrugada de agosto y escribo con indignación al enterarme que este excepcional médico es víctima del abuso, y mucho de estupidez, del director de la Caja de Salud de la Banca Privada que lo ha despedido y a pesar de una resolución del Ministerio del Trabajo no lo quiere reincorporar.
En mayo del año pasado cuando el Covid-19 había cubierto con un manto de dolor y muerte al departamento del Beni, un grupo de médicos paceños organizó una brigada de solidaridad, la primera de muchas que partieron para atender a una población que se había quedado sin personal médico. Todos estaban en aislamiento esperando superar el contagio o simplemente muertos.
Pedro Luis Flores fue uno de los que se subió al avión con destino a Trinidad, a pesar del llanto de su mujer y de sus hijos, y a pesar de que la Caja Bancaria se negaba a declararlo en comisión sin goce de habares o haciendo uso de vacaciones, tal como él había solicitado.
A diferencia de sus colegas, el Dr. Flores tardó en regresar. Se quedó en el ojo de la tormenta, en los barrios de la periferia de Trinidad, recorrió muchos municipios, desde Guayaramerín, en un extremo, hasta San Borja en el otro. Volvió una y otra vez a cada lugar para atender la recuperación de sus pacientes. Salvo muchas vidas y puso la suya en riesgo pues también él pareció del Covid-19.
¿Cuánto le debo doctor?, le preguntó la mamá de Moisés. Él sonrió y le dio una respuesta insólita: Nada. Cuando me la contaron pensé que era un gesto generoso hacia mi persona que por ser periodista muchas veces he recibido un trato preferencial.
Sin embargo, constaté después que esa pregunta y la misma respuesta se habían repetido muchas veces en el Beni.
Hace poco leí en Pagina Siente que en la última semana murieron siete médicos, uno por día, y que los hospitales se están quedando sin especialistas. Correo el Sur, a su vez, lamenta el fallecimiento en las últimas horas de los destacados músicos Randolph Ríos, Aníbal Acuña y Franz Sasamoto.
Los portavoces de las entidades médicas dicen que es posible que la cepa del coronavirus hubiera mutado haciéndose más peligrosa porque asfixia a su presa, es decir, a nosotros, en solo dos o tres días. En la primera ola había, al menos, entre ocho a diez días para recuperar al paciente, dijeron a Página Siete.
El Dr. Flores explica que hay 54 cepas detectadas en el mundo, hasta hace dos semanas, y que en Bolivia no se sabe cuántas ni cuáles porque no hay especialistas abocados a la investigación ni equipos para esta labor.
A su vez el ingeniero Andrés Uzin, colaborador de Cabildeo para el tema del Covid, opina que es posible que algunas cepas evadan la inmunidad y que por lo tanto aumente la probabilidad del re-contagio.
Sea cual fuera la explicación, lo cierto es que otra vez estamos sacudidos por el coronavirus, que el viernes pasado se batió el récord de contagios con más de dos mil casos en 24 horas, que la policía ha vuelta a levantar cadáveres de las calles, 40 en primeros ocho dias del año, que muchos mueren en la cola, antes de ser atendidos en los hospitales y que la población tendrá que enfrentar esta segunda ola a “pecho descubierto”, a decir del periodista Gato Salazar, porque no tenemos gobierno que tome alguna medida o, mínimamente, diga algo.
¿No hay médicos que atiendan la emergencia y el Dr. Flores está sin puesto de trabajo? Estamos hablando de un salubrista experimentado, que sufrió el Covid-19 en pulmón propio, que salvó decenas y decenas de vidas, que sistematizó los procedimientos y medicamentos, y que además es un médico que ama su profesión, la de salvar vidas.
Recuerdo con envidia a los europeos en cuarentena aplaudiendo desde sus balcones a su personal médico, por su sacrificio, riesgo y valor. Mientras allí los aplaudían y cantaban el “resistiré” del Duo Dinámico, aquí los corrían a pedradas, los insultaban y amenazaban con lincharlos.
Creo que eso pasó solo en Bolivia donde se despide a un médico como el Dr. Flores y se le impide salvar vidas. La negativa del director de la Caja Bancaria no afecta tanto a este médico como a los asegurados, a los pacientes de Covid-19 que tendrían el alivio de ser atendidos por un profesional experimentado.